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L.A. Noire

El deseo de ser diferente.

Este despliegue tecnológico es la base de la jugabilidad de L.A. Noire porque es lo que permite que los interrogatorios no sean un puro mecanismo de diálogo, sino que requieren nuestra atención y nuestra intuición. Los acusados y testigos responderán a nuestras preguntas, pero no sólo habrá que fijarse en lo que dicen, sino también en cómo lo dicen y con qué gestos acompañan sus testimonios: esa ceja arqueada que indica ironía, esa inclinación en la comisura de los labios, ese rodar los ojos hacia arriba que parece decir “me lo estoy inventando todo”. Les escucharemos y nos tomaremos nuestro tiempo para pensar, pero esta espera puede ponerles nerviosos si han mentido o si nos ocultan algo, pueden hacer gestos que nos indiquen sus insinceridades como tics faciales, mirar hacia los lados, carraspear…

El tiempo que invirtamos en mirar nuestra libreta para montar el interrogatorio y buscar la prueba adecuada entre pregunta y pregunta no será un tiempo muerto, sino que estará lleno de detalles a los que atender. Los detalles lo son todo a la hora de resolver los casos, pero siempre podremos acudir a nuestras notas y a los registros de las conversaciones para poder entresacar la verdad de entre el montón de mentiras de los desalmados que sólo quieren salirse con la suya. ¿Nos creeremos sus mentiras, nos tiraremos el farol siguiendo nuestra intuición o seremos capaces de confrontar sus testimonios contra las pruebas que los desmontan?

Con esto, L.A. Noire pretende premiar nuestra habilidad: seguramente podremos acabar encontrando a los culpables y cerrando los casos a salto de mata encontrando un par de pruebas clave, pero sólo los detectives más dedicados serán capaces de descubrir todos los detalles de las complejas historias que hay detrás de cada caso y que se tejen en la trama principal como el retrato de una cuidad aparentemente glamurosa pero bajo cuya elegancia esconde un torrente de violencia, sangre, vicio y corrupción. Esta dualidad se refleja en los escenarios, cuidadísimos y llenos de detalles y de referencias a películas y a elementos reales de la época. Todos los entornos son preciosistas y están muy trabajados aunque queden ciertos detalles que pulir de cara a la versión final, pero siempre hay algo (quizás algún detalle de la estupenda producción de sonido) que nos recuerda que Los Angeles no es el paraíso que su nombre sugiere.

¿Es L.A. Noire el paraíso que parece? De momento hay ciertos detalles por pulir, empezando por las peleas cuerpo a cuerpo y por el aire un poco genérico de los tiroteos que, aunque funcionan perfectamente, son un poco sosos. Quedan alguno flecos que embellecer y trenzar a nivel gráfico, como intentar lograr una iluminación un poco más matizada y menos plana, pero no son cosa grave y seguro que en los meses que quedan hasta el lanzamiento veremos mejoras en todos estos aspectos. Correcciones aparte, L.A. Noire quiere ser una propuesta diferente, un juego con una personalidad y un atractivo propios que ofrezca experiencias completamente distintas a los demás juegos que puedan parecérsele. Esta propuesta de Team Bondi ha seducido a Rockstar: ¿nos seducirá a todos los demás?

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