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Artículo: La Cruz Roja y los juegos bélicos

¿Nos convierten los videojuegos en déspotas en potencia?

Esta entrada está escrita por el staff de Game Over. Para ver todos sus artículos podéis visitar su blog, que está dentro de Eurogamer.es.

Nadie puede negar ni poner en duda la gran acción social y humanitaria de la Cruz Roja, la cual desde tiempos inmemoriales ha ayudado a millones de personas en todos los rincones del planeta. Solo por eso, por el inmenso servicio que ofrecen, merecen como mínimo que escuchemos con atención lo que tengan que decir... Pero cuando el tema a tratar son los videojuegos, por más acción social que haya detrás, a más de uno se le encienden todas las alarmas.

Hace ya unas semanas se celebró su trigésimo primera Conferencia Internacional y, entre muchos de los temas tratados en sus talleres y mesas redondas, surgió el consumido tema de los videojuegos bélicos. Particularmente a sus asociados les preocupa la impunidad con la que estos videojuegos pueden saltarse leyes humanitarias internacionales, como las aprobadas en las Convenciones de Ginebra y la Haya. Denuncian que algunos títulos promueven el incumplimiento deliberado de estas normativas; como atacar civiles o torturar prisioneros sin consecuencia alguna.

Es muy fácil escandalizarse y dejarse llevar por la indignación ante una noticia así. De hecho, pese a que muchos medios han exagerado las implicaciones de este taller, lo cierto es que la Cruz Roja ya ha declarado que no quería molestar a nadie y que no era más que una discusión popular informal. Entiendo a quien pueda sentirse molesto porque considere que la organización le ha llamado genocida en potencia, pero en el fondo comprendo su buena intención, pese a que el camino al infierno este plagado de ellas.

A nadie se le escapa que éste súbito interés por los videojuegos no es más que un nuevo coletazo causado por la misión "Nada de Ruso" en Modern Warfare 2, pese a tener ya dos años y una tercera entrega en la calle. Puedo comprender que a voluntarios que han vivido en primera persona los estragos de la guerra les repugne la mera idea que un videojuego nos permita masacrar inocentes sin ninguna consecuencia . Y a un servidor, como ya manifesté en su día en el programa, también me causó repulsión, viéndome incapaz de disparar ni un solo tiro durante los cinco angustiosos minutos que duraba la escena.

Hay quien me dijo, muy sabiamente, que todas esas emociones forman parte de la experiencia única que puede ofrecer un videojuego, pero sigo convencido que "Nada de Ruso" era una misión totalmente gratuita que no aportaba nada a la historia y cuyo único objetivo era conseguir publicidad gratuita en los medios. Es cierto que el juego te permitía saltar susodicha escena, pero en el posterior "Black Ops" debías torturar con tus propias manos a un enemigo y esa escena, igualmente reprochable, no podía omitirse.

Sentí una verdadera repulsión por ambas escenas, así como de otros momentos en juegos de similar índole, pero respeto sobremanera la libertad de los desarrolladores de reflejar en sus títulos aquellas situaciones que crean oportunas. No me gustan sus ideas, pero como hubiera dicho Voltaire, moriría si fuera necesario con tal de defenderlas.

Somos nosotros como consumidores los que debemos tomar la decisión sobre si un juego es moralmente aceptable o no para nuestras sensibilidades.

Al final todo se resume en la eterna conclusión: soy yo, como jugador, quien debe elegir lo que me conviene o no. Somos nosotros como consumidores los que debemos tomar la decisión sobre si un juego es moralmente aceptable o no para nuestras sensibilidades. Somos nosotros también los que debemos responsabilizarnos de que aquellos en edad sensible no tengan un acceso prematuro a determinadas experiencias. Si algún cretino disfruta realmente masacrando civiles en un aeropuerto ruso virtual, ese es un problema psicológico mucho más complejo que no se solucionará, como quisieran algunos, prohibiendo o censurando según que títulos.

Pese a todo, entiendo el propósito de la Cruz Roja, y aunque sus palabras y formas podrían haber sido más acertadas, comparto con ellos que algunos desarrolladores podrían ser mucho más creativos a la hora de hacer cumplir, o incluso de dar a conocer, las normativas humanitarias básicas en un campo de batalla.

Esta situación me ha recordado por otra parte a Japón, donde no hace mucho trasladaron este mismo debate a los juegos eróticos. ¿Es lícito que un videojuego refleje, o incluso instigue a comportamientos sexuales moralmente reprochables o prohibidos por la ley? Algunos entes gubernamentales nipones no lo han dudado y han optado en cortar por lo sano.

Esa misma pregunta podríamos hacernos al respecto de las ideas que se cuecen en la Cruz Roja. ¿Es lícito permitir la posibilidad de incumplir todas las leyes que cimientan nuestra sociedad en un videojuego? Es un debate complicado a la vez que apasionante, del que un servidor podría estar escribiendo o debatiendo durante horas, pero del que me permitiréis, dadas las pocas lineas que me brinda este articulo, no posicionarme abiertamente.

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