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La ludoteca de Alejandría

Parte 1: Introducción y formato.

El formato

A excepción de épocas muy concretas, normalmente indicando un fin de ciclo y el comienzo de uno nuevo, en otros medios solo existe un formato predominante, y si existen varios las obras se pueden encontrar en cualquiera de ellos. En música puedo encontrar un mismo disco en CD, en descarga digital, o con un poco de suerte en vinilo, pero en general hoy en día nos basta con los dos primeros para que casi todos los archivos musicales hayan podido seguir circulando. Nadie se imagina un mundo en el que las películas mudas se hubiesen desechado tras la llegada del color; la gran mayoría se han tratado de conservar, lo que permite que podamos observar la evolución del medio.

No nos lo imaginamos, pero nuestro medio es probablemente el único que por cada paso que da hacia delante opta por erradicar todo lo que venía por detrás. Los juegos en cassette y en cartucho murieron, y con ellos su legado. Yo puedo ir a una tienda y encontrarme El Nacimiento de una Nación, ¿por qué no juegos de las primeras Atari? El tiempo termina haciendo que la morralla encuentre su lugar en el olvido colectivo, pero las joyas atemporales deberían seguir al alcance de todos.

Un primer paso sería estandarizar un formato único, cosa harto difícil a día de hoy. El PC, ése que si los consoleros hubiesen acertado en sus ¿predicciones? ¿deseos? habría desaparecido como plataforma de videojuegos hace ya muchos años, es paradójicamente la mejor alternativa a ese formato único, ya sea a través de emuladores o de servicios como Good Old Games. Siendo poco probable que este servicio se integrase en consolas y termináramos jugando a ICO en Wii o a Eternal Darkness en PS3, sólo queda el terreno más neutral, el ordenador.

No me parece tan descabellada la posibilidad de que cada usuario de la biblioteca tenga una cuenta de un servicio que le permita jugar por un tiempo limitado, teniendo la biblioteca únicamente una o dos licencias por juego. La gestión de los préstamos se podría realizar desde algún cliente como Steam, con el que acceder a toda la base de datos de la biblioteca, que nos permita precargar el juego si reservamos con unos días de antelación y que dificulte el pirateo del material entre otras cosas.

Esto serviría para los juegos de PC y el abandonware, pero todavía seguiría quedando el problema de los juegos de consola. Una biblioteca pública normal y corriente no tiene fondos para comprar títulos de gran calidad pero escasa distribución en su día. Otra de las lagunas de esta idea serían los juegos que requieren de un mando (aún más, del mando específico en base al cuál se diseñó el control) o un accesorio para disfrutar plenamente de la experiencia. Casos como el de Shadow of the Colossus se podrían arreglar prestando pads para PC, pero casos como el de la Wii parecen más complicados de solucionar.

Llegados a este punto, el escollo más evidente podría quedar salvado. Una vez este servicio de descargas se pusiera en marcha, quedan más obstáculos que salvar, empezando por la selección del catálogo, y que veremos en próximas entregas.

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