La misma Lara de siempre
Cuando todo se reduce a meter más polígonos.
Pensamos muy poco en el futuro. Bueno, sí, pensamos en planes de pensiones y de jubilación, en charlotadas, en cuentos de la lechera, en anuncios y promesas engañabobos. Los hay que se reproducen sin tener ni pajolera idea de cómo educar a un niño, tratan de perpetuarse en unos enanos que les traerán más disgustos que unos calzoncillos puestos del revés. A nivel de videojuegos tampoco pensamos en el mañana, vamos, ni en lo del mes que viene. Por pensar ni tan solo pensamos en lo acontecido, somos más tontos que mear cara al viento, nos la meten doblada una y otra vez y casi que nos falta dar las gracias por ello.
En los videojuegos esta historia se repite una y mil veces. Hace un par de semanas, junto a los compañeros del Generació Digital de Catalunya Ràdio, pude ver en marcha a una Lara Croft ya transexualizada del todo. Una Lara con unos andares de camionero de tres pares de bemoles, una Lara más redonda, más real, más recauchutada, más de lo mismo, la Lara de Tomb Raider Underworld. Mirando a ese engendro poligonal quise recordar la primera vez que vi a Lara en una pantalla y recordé la palabra con la que la definí: cubotetas. Fue en una Saturn, dónde si no, y lo que vi no me sorprendió, lo encontré normal, lógico, apabullantemente habitual. Si se tenía que programar un juego así en una Saturn sería tal y como aparecía en pantalla. Lo mismo, exactamente lo mismo pensé al ver la nueva Lara de Xbox 360 y PlayStation 3, que si se tenía que programar un juego así en una consola como esa sería tal y como aparecía en pantalla. Suficientemente potente como para no tener que preocuparse por innovar, pero también veladamente incompleta para justificar futuras mejoras. Para que ustedes me entiendan, la Lara Croft de Underworld tiene que ser como nos la han presentado, no podemos esperar menos ni podemos pretender más, no hay sorpresas. Es así y sólo así es como debe ser.
¿Recuerdan cuando se sorprendieron con las primeras cubotetas? ¿Se dan cuenta de que también se sorprenden con las cubotetas de silicona de ahora? Cada videojuego se hace como es de manual que se ha de hacer y nos sorprendemos cuando vemos títulos de aspecto menor o simplón, incluso le damos más relevancia a la sencillez de un Braid, Flow o LittleBigPlanet. Con Tomb Raider Underworld nos volvemos a maravillar, otra vez, dale que te pego, como si fuera la primera vez que vemos un videojuego. Situaciones así me recuerdan a Antonio Resines actuando en la película La Marrana cuando interpreta a un pueblerino que cada vez que ve a una mujer desnuda llora y requetellora por el tiempo que hace que no está delante de una señora desvestida. Tomb Raider Underworld en Xbox 360 y PlayStation 3 es tan natural y tan poco impresionante como abrir el grifo del baño y que brote agua, es lo que se espera que suceda. Puede ser divertido o aburrido, podemos discutir la calidad del juego pero el cielo es azul, el agua moja, las mujeres tienen secretos y Lara Croft en una consola como estas hace Underworld.
Una máquina de las denominadas next-gen nos ofrece tanto potencial que lo que debemos esperar que nos ofrezca es potencial. Si van al cine a ver una peli de James Bond esperan ver acción a sin pausa y pibones de pasarela, no esperan más, no esperan menos. Es normal que alucinasen al ver el primer juego de SNES, que no dieran crédito a sus ojos al contemplar su primer videojuego en PSX, tienen permiso para que se sorprendan al ver lo inédito, pero me extrañaría que flipasen al ver a la enésima Lara Croft porque lo que allí ven, reconózcanlo, es lo que se esperaban ver.