La vuelta de los juegos musicales
Una forma magnífica de divertirse con los amigos jugando a la consola.
El otro día dábamos un repaso al alegre mundo de los juegos de sofá: esos en los que se comparte pantalla y buenos ratos, los multijugadores en los que se juntan muslámenes y se compite o coopera por el bien común de la Diversión©. Hace poco hemos tenido una buena noticia para las reuniones lúdicas: se ha anunciado Rock Band 4, el regreso de los juegos musicales con instrumentos de plástico, uno de los últimos lanzamientos (y de los más fuertes) del multijugador local.
Si sois de los nuestros seguro que recordáis con cariño la más o menos breve pero desde luego intensísima fiebre de las guitarras de juguete. Hubo una época en la que no había viernes noche que no tuviera su momentazo Guitar Hero; a medida que la familia crecía, y a la guitarra se unía el bajo y la batería y hasta el teclado, se le hizo sitio en el salón. Fue una época feliz en la que nuestros salones se transformaban semana tras semana en el escenario de aquella actuación de los Beatles en la que tocaron por primera vez All You Need Is Love.
Por aquí tenemos en muy buena estima a Harmonix y su forma de entender los videojuegos. Hay varios motivos por los que tenemos ganas del regreso de los instrumentos de plástico. El más claro es que son juegos divertidísimos, y ya: parten de una base tan pura y tan incontestable (una serie de pruebas de habilidad con distintos tramos de dificultad y con una puntuación que determina lo bien que hemos jugado) que es difícil decir que no a una partida de Guitar Hero.
Guitar Hero (y luego, tras el cambio de manos, Rock Band) no fue el primero en mezclar música y videojuego, pero sí tuvo la suerte de popularizar la mezcla hasta niveles insanos. Todavía hoy se ven por ahí camisetas que parodian la serie; la implantación en el imaginario popular de las guitarras con cinco botones de colores es increíble, y no me extraña que Harmonix no quiera despedirse de ellas todavía. Además de un negocio lucrativo, es también un género que todavía tiene potencial, en el que todavía hay espacio para la invención: no solo por lo que se puede avanzar en mecánicas, sino por lo que tiene de herramienta educativa, lo que tiene de útil más allá del puro pasatiempo.
Aunque en los primeros juegos de la serie se optó por una imagen casi de cómic de lo que es una banda de rock (con esos punkis costrosos, altos y delgados, esos blackmetaleros toscos, esas guitar chicks de tebeo), en los años del boom de los instrumentos de plástico también hubo tiempo para hacer experimentos interesantes y bastante innovadores. El primero fue Guitar Hero: Aerosmith, un spin off lanzado el mismo año que World Tour y que se centraba en el grupo de Steven Tyler.
Aunque en general recibió críticas más tibias que las entradas principales de la serie, personalmente tengo un muy buen recuerdo de él: quizá le faltaba la versatilidad (y desde luego el reto infernal) de Guitar Hero III, pero lo compensaba ofreciendo un interesante repaso a la historia de Aerosmith, desde sus primeros conciertos de instituto hasta la entrada al Rock and Roll Hall of Fame. Además de canciones de Aerosmith, también había espacio para algunas de sus influencias o grupos amigos, desde los Kinks o Mott the Hoople hasta Stone Temple Pilots. No me cuesta pensar en alguien que, a través del setlist de este Guitar Hero, descubriera unos Aerosmith bien distintos de los de Crazy o I Don't Want to Miss a Thing.
Pero el paso hacia delante definitivo en lo de fusionar documental y videojuego lo dio Harmonix, los reyes originales de los instrumentos de plásticos. El spinoff de Rock Band dedicado a los Beatles sigue siendo a día de hoy uno de los experimentos más interesantes e inteligentes que he podido probar: un documental interactivo que repasa la carrera de la banda que lo inventó todo, mimado hasta el extremo y un ejemplo claro de las posibilidades didácticas de los videojuegos musicales. Junta a unos cuantos amigos en el salón, ponles The Beatles: Rock Band y hazles un tour por las distintas etapas del grupo, por sus diferentes estilos musicales, sus estéticas; tocando las canciones, o simulando que las tocáis, es más fácil apreciar los muchos detalles de la interpretación de cada músico. Supongo que llegar con el gusto de casa ayuda, pero todavía me emociono recordando algunas reuniones en casa, tocando el bajo de I Saw Her Standing There y cantando al mismo tiempo. Aquella noche un vecino llamó a la policía.
Nos alegra el regreso de Rock Band porque es una nueva oportunidad para los juegos musicales; es una forma magnífica de divertirse con los amigos jugando a la consola, por supuesto, pero también es una manera genial de disfrutar la música y verla de otra forma. No vas a aprender a tocar el solo de Free Bird por mucho que lo sepas tocar muy bien en el juego, no; pero sí es una manera estupenda de apreciar de otra forma la canción, y todas las canciones, mientras compartimos un buen rato con los amigos en el salón de casa. Eso siempre gusta.
Este artículo forma parte de nuestra colaboración con Domino's Pizza y nuestra serie #DominosEurogaming para la recuperar la pasión de jugar junto a amigos. Videojuegos, amigos y pizza. ¿Hay una combinación mejor? Recomiéndanos tu juego favorito para jugar en compañía de amigos... ¡y pizza!