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Primeras impresiones de Lair of the Clockwork God

El nuevo juego de Dan Marshall.

¿Esto lo ha hecho antes alguien? Parece tan simple, tan evidentemente agradable y harmonioso. Pero cuando pienso en ello no se me ocurren otros ejemplos. Y desde luego no se me ocurre nadie que lo haya hecho con tantísimos chistes y bromas. "Lo que debes entender", me explica Dan Marshall antes de que empiece a jugar a una breve demo del nuevo juego de Ben and Dan, Lair of the Clockwork God, "es que todo es una broma".

¿Todo? El gancho de Clockwork God, lo que hace que sea brillante, es que mientras que los primeros juegos de Ben and Dan eran aventuras, en esta ocasión es parte aventura y parte una parodia de los juegos independientes de plataformas. ¿Qué juegos independientes de plataformas? Todos ellos. Ya en la pantalla de inicio, en lugar de aparecer el texto "Pulsa A para empezar" puedes leer "Empezar la experiencia". Todo es una broma.

La idea es la siguiente. A Ben le encantan los juegos de aventuras: le flipa hacer clic en los objetos, combinarlos en un inventario y resolver rompecabezas a su ritmo. Dan, en cambio, cree que ya no hay dinero en eso, así que en su lugar quiere hacer un juego de plataformas indie. Saltar, correr y esquivar cosas, aprender vagas lecciones sobre la vida, Dios y todo eso. Y si Ben tiene que combinar cosas en su inventario, ¿por qué no llamarlo crafteo?

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La demo que he jugado demuestra que esa mezcla de ideas puede funcionar perfectamente. Ben y Dan están en la jungla. Hay fosos con serpientes y plataformas móviles por todas partes. Ben no puede saltar, ni tampoco descolgarse por los salientes, así que buena parte de la diversión en esta primera zona surge al descubrir como Dan, quien es mucho más ágil, puede abrir un camino para Ben para llevarlo a donde debe llegar para solucionar rompecabezas más tradicionales.

Esto puede sonar simple, pero las cosas empiezan a complicarse pronto. De echo, uno de los aspectos más deliciosos de Clockwork God es la promesa de cómo de forma regular el juego va introduciendo cosas nuevas. Un momento importante en este primer tramo se produce cuando Ben combina objetos en su inventario - ¡crafteo! - para fabricar unas zapatillas de doble salto que Dan puede utilizar para desbloquear un poco más del escenario. Minutos después comienza un brillante homenaje a Canabalt. Marshall reconoce que el problema con los juegos que hacen comedia - y especialmente con los juegos de comedia que se mofan de otros juegos - es que a menudo olvidan que los homenajes deben funcionar de forma brillante como juegos en si mismos. Si quieres reírte de Canabalt, tienes que estar a la altura. Y, creo, Clockwork God lo está.

Y al final de la demo, la emoción de la idea central sigue siendo brillante. Cambiar entre dos personajes, uno de los cuales puede correr y saltar, y otro que puede destacar partes interesantes del escenario, recoger objetos y combinarlos. La última vez que estuve con Marshall fue cuando estaba enseñando The Swindle, y salí de aquella demo flotando un poco, ilusionado con el humor de aquel juego y con todo su potencial. Con Clockwork God también he salido así de la demo, así que estoy contando los días para poder ver y jugar más.


Traducción por Josep Maria Sempere.

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