Las ardillas de NUTS esconden un secreto
Nuts se podía saber.
Lo más probable es que ser espía de ardillas no entrase dentro de vuestros planes de fin de semana; pero NUTS es un juego que trata precisamente de eso. Interpretamos a un investigador que ha sido contratado para desplazarse a un bosque lejano y supervisar a estas criaturas que habitan allí. ¿Por qué? Lo iremos descubriendo muy poquito a poco conforme realicemos nuestro trabajo.
Durante una buena parte del juego, sin embargo, lo que haremos es caminar entre rocas, árboles y maleza. Armados únicamente con nuestras cámaras, nuestra misión será examinar el terreno por el día, colocar nuestros puntos de vigilancia, y marcharnos a la caravana por la noche para revisar las grabaciones de éstas. Las ardillas de este bosque tienen una peculiaridad, y es que siempre siguen el mismo trayecto, desde su madriguera hacia el lugar donde sea que habiten por la noche; así que recopilando el footage de las distintas cámaras, en diferentes noches, podremos ir trazando su recorrido y averiguar sus actividades.
Si suena mundano es porque lo es; no obstante, NUTS nos sumerge constantemente en una atmósfera nada típica. Sin ocultar a juegos como Firewatch como su principal inspiración, el título también ofrece unas cuantas diferencias en la manera en la que Campo Santo nos plantea su relación con el espacio y con la historia. Llama la atención especialmente su dirección de arte y, en concreto, la paleta de colores: escenarios bicromáticos esquematizan al máximo nuestros alrededores. A pesar de que en una primera aproximación pudiese parecer que la simplificación del entorno haría más complicado el movernos a través de él, eliminando los posibles puntos de referencia visual, lo cierto es que la estética de NUTS es un alegato en favor de sus mecánicas. Es un juego de observar, al fin y al cabo; de encontrar nuestras propias maneras de señalar el camino y abrirnos paso.
En muchas ocasiones, no es evidente el camino que deberíamos tomar, pero pronto desarrollaremos nuestras maneras de entender el espacio. Aun así, siempre lo recorreremos con cautela: la brillantez de NUTS es que nunca haremos un avance dentro del juego que no haya venido de nuestra propia mano, que no sintamos como un logro personal. A pesar de que el juego está estructurado en días - por la mañana y por la noche - no hay límite de tiempo para cumplir nuestros objetivos: si necesitamos encontrar la madriguera de esa ardilla podremos hacerlo en tres días, o en veinte. El juego no nos presiona, nos incentiva a encontrar nuestra forma de trabajar y de proceder, y todas las pequeñas ayudas que nos ofrece son pequeños empujones amistosos en la espalda, pero no necesariamente nos obligan a hacer las cosas de una manera determinada. Tendremos un aparato GPS que nos señala la localización de nuestras cámaras, así como determinados puntos de interés, o las últimas localizaciones conocidas de las ardillas que investigamos; podremos imprimir las imágenes de cualquiera de nuestras cámaras y colocarlas en nuestras paredes, armándonos nuestras pequeñas líneas del tiempo analógicas, haciéndonos parecer auténticos científicos desquiciados.
Al final, no importa cómo lleguemos a las conclusiones: sólo que terminemos por encontrarlas, de la manera que sea. Todo esto se hila, además, con una trama sobre ecologismo y conspiraciones capitalistas que tiene gracia pero que es, en esencia, mucho menos interesante que la experiencia relajada y reflexiva que acaban siendo nuestros paseos por el bosque. No puedo sino agradecerle a NUTS que se permita ser lento, incluso aburrido a veces; que no sienta la necesidad de impresionarnos y estimularnos constantemente y confíe en nosotros para saber encontrar el disfrute dentro del universo que nos propone.