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Análisis de LEGO Horizon Adventures - Una adaptación entretenida lastrada por un diseño excesivamente repetitivo

Entre dos aguas.

LEGO Horizon Adventures es una divertida adaptación del material original que se ve lastrada por un inane diseño de niveles repetido hasta la extenuación.

No creo que los desarrolladores británicos de Traveller's Tales fuesen conscientes en su momento de hasta qué punto habían encontrado oro al crear el LEGO Star Wars de 2005, ni tampoco que pensasen que su fórmula se convertiría durante las siguientes dos décadas en una de las más populares y lucrativas del medio interactivo al adaptar para todos los públicos universos como la propia Guerra de las Galaxias, El Señor de los Anillos, Harry Potter, Indiana Jones, DC o Marvel. Y si LEGO ya se fijó hace un tiempo en los videojuegos (ahí están, por ejemplo, los sets de Super Mario, Sonic o el propio Horizon Zero Dawn), era cuestión de tiempo que los videojuegos se fijasen en LEGO para dar una vuelta de tuerca a sus franquicias más exitosas.

LEGO Horizon Adventures no tiene detrás al estudio que habitualmente se ha encargado de estos juegos (TT Games), lo cual explica que presente algunas leves variaciones en esa fórmula, pero igualmente conserva muchos de sus rasgos de identidad. El primero y más evidente es su tono y su forma de adaptar el material de la franquicia creada por Guerrilla Games; tomando como referencia el argumento y los sucesos narrados en Horizon Zero Dawn, el nuevo juego ofrece, como no podía ser de otra forma, una visión muchísimo más ligera de la misma, aderezada con un omnipresente toque de humor y numerosos gags. Así, la aventura de Aloy es perfectamente reconocible al mismo tiempo que también resulta accesible por parte de un público infantil, recuperando no sólo la base argumental, sino también personajes, escenarios, enemigos y determinadas mecánicas.

Ese es uno de sus principales aciertos, porque es realmente una gozada ver el mimo con el que el post-apocalíptico mundo de Horizon se ha adaptado a la idiosincrasia de LEGO. Todos sus elementos reconocibles están ahí, y lo están con un nivel de calidad gráfica que se acerca más al de las últimas películas de LEGO que a lo que uno esperaría de un videojuego. Además, en vez de optar por los balbuceos con los que se comunicaban los personajes de los juegos de LEGO también se ha recuperado a los actores de voz de Zero Dawn (excepto para Sylens, debido a la triste muerte de Lance Reddick el año pasado), otro punto a favor en términos de fidelidad.

El sistema de combate es, probablemente, la sorpresa más agradable de LEGO Horizon Adventures. La simplicidad en este apartado de los anteriores LEGO deja paso a unas mecánicas más elaboradas, basadas en las de Zero Dawn y Forbidden West. Las distintas criaturas mecánicas que habitan el mundo poseen rutinas y movimientos característicos que requieren un poco de estrategia (siempre que no hayamos escogido los modos más bajos de dificultad de los cinco disponibles), así como distintos puntos débiles que en los que conviene concentrar los golpes para ser más efectivos. Además, también hay un pequeño componente de posible sigilo (la hierba alta) y los cuatro personajes jugables (Aloy, Varl, Teersa y Erend) usan armas diferenciadas que cambian la dinámica de los combates potenciando los ataques a distancia o melee, complementándose bien al jugar en el cooperativo para dos jugadores.

Sin embargo, la construcción de bloques comienza a desmoronarse en otros aspectos. El más evidente tras la primera hora de juego, y que no hace sino reforzarse hasta que alcanzas el final de la aventura, es que prácticamente todos los niveles repiten hasta la extenuación la misma estructura: avanzas por el escenario, te enfrentas a un par de arenas con enemigos, encuentras al comerciante para obtener un power-up y a continuación libras una última batalla en otra arena con más enemigos o contra una criatura más grande que ejerce de jefe final. Este esquema se repite una y otra vez, y tan sólo varía ligeramente en ocasiones contadas con los calderos, donde hay pequeños puzles ambientales (que se limitan a pedirte que encuentres algún barril eléctrico para activar los interruptores de puertas cerradas), o en los cuellilargos, donde se enfatiza el plataformeo (solvente, pero no especialmente satisfactorio) hasta ascender a su cabeza.

Los desarrolladores, además, no parecen tener mucho interés en añadir elementos que aporten un poco de variedad a ese tedioso diseño de niveles. Hay cofres escondidos en el escenario, pero su ubicación demuestra desgana al ser muy evidentes y no exigir nunca realizar acciones especiales más allá de, alguna vez, usar el fuego para quemar zarzas espinosas. Siendo un juego de LEGO hay puntos en los que erigir construcciones, por supuesto, pero estas no tienen utilidad real, se repiten en exceso (otra vez el pecado capital) y ni siquiera poseen diseños ingeniosos. Los desbloqueables se limitan a algunas estructuras para decorar el hub de Corazón de Madre y trajes, pero no revisten demasiado interés. El sistema de progresión no tiene mucha influencia en el desarrollo, salvo en los modos de dificultad más altos, donde ciertas mejoras sí tienen alguna utilidad. Y tras terminar la aventura principal (entre seis y siete horas, es relativamente breve) se desbloquean las cazas de criaturas Apex y las expediciones, pero no hay ningún aliciente para jugarlas más que para subir los niveles que nos falten para completar la (muy asequible) lista de trofeos.

Es una lástima que no se haya trabajado más el diseño de niveles, porque en el fondo LEGO Horizon Adventures tiene algunos cimientos sorprendentemente sólidos: adapta de forma inteligente y ligera la historia de Zero Dawn, visualmente es encantador cuando no espectacular (dentro de su estilo, claro), el cooperativo es perfecto para que los padres jueguen con sus hijos y el sistema de combate está bastante bien, tratando de imitar - con éxito - el original de Guerrilla. Pero estos elementos, repetidos hasta la saciedad y acompañados de otros aspectos mucho menos inspirados, cansarán a los más mayores y probablemente incluso a los más pequeños, lo cual es un pecado capital para un título que trata de dirigirse (y de juntar) a ambos públicos y que, al final, se queda por desgracia entre dos aguas.

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