Avance de LEGO Marvel Super Heroes 2
Awesome mix Vol. 2.
La secuencia de introducción de esta nueva entrega de LEGO Marvel Super Heroes, o al menos la que sirve de aperitivo a esta pequeña versión de demostración, muestra una nave recorriendo la pantalla de izquierda a derecha al compás de "Come and get your love". Cuarenta y tantos años después el tema sigue siendo pegadizo como el demonio, pero no es exactamente lo que uno esperaría de una secuencia así. No hay sintetizadores, ni graves pasados de rosca, ni el menor rastro de esa épica de garrafón que zanja cada crescendo con un súbito corte a negro seguido de una deflagración o un comentario chistoso. Así son las cosas en la nave de Star-Lord, el canalla intergaláctico aficionado a los clásicos del soul que ha revolucionado el universo cinematográfico marvelita y que de paso presta el palmito a los compases iniciales de una nueva sartenada de superhéroes de plástico. Sí, LEGO Marvel Super Heroes 2 comienza tomando prestada la ambientación de Guardianes de la Galaxia y el peso de la licencia por fuerza afecta a su banda sonora, pero lo realmente curioso es lo bien que le sienta. La perfecta sincronía entre la melodía y el tono de una franquicia, la LEGO de Traveler Tales, que juega exactamente las mismas cartas que han hecho destacar a Chris Pratt y demás familia entre un sin fin de adaptaciones de tebeo sorprendentemente aficionadas a fruncir el ceño constantemente. Guardianes de la Galaxia funciona porque es irreverente, porque reinterpreta todos y cada uno de los clichés del género y los traduce a su particular sentido del humor y porque sale al campo a pasarlo bien, y la franquicia LEGO sigue el mismo camino. Por eso pega con todo.
Es meritorio que una receta así de trillada se las arregle para seguir sorprendiendo, pero bastan unos minutos para comprobar que la saga mantiene intacta su capacidad para arrancar sonrisas. Concretamente, los que tardamos en comenzar a introducir comandos para descubrir que Star-Lord cuenta entre sus habilidades con un botón para ponerse el Walkman. Por eso hablo de sonrisas, y no de carcajadas: puede que las provoque entre el público más infantil, pero con los adultos la cosa se trata de complicidad. Una complicidad fundamentada de nuevo en el guiño constante y la apropiación de escenas y situaciones trituradas en pequeños pedacitos de plástico que no se avergüenza en absoluto de hablarle directamente al fan. Por eso no pierde el tiempo con presentaciones, y se centra rápido en lo importante: una nave que pierde altura, un puzle absolutamente inofensivo para salvar el físico, y en un par de minutos estamos saltando de personaje a personaje, esquivando rayos de colores y recibiendo a sopapos a las hordas que nos envía un jefe de esos que solo alcanzamos a ver de cintura hacia arriba. Todo funciona más o menos como siempre, y lo importante vuelve a ser experimentar. Gamora reparte tajos y molinillos, la versión de juguete de Drax carga a tumba abierta sin atender a razones, y Groot viene en un par de sabores distintos: una versión adulta capaz de armar esa esfera de protección que nos toca a todos en la patata, y una infantil que sacude con sus manitas un par de raíces a la manera del propio Kratos y que directamente es demasiado para el corazón. Mas allá de las particularidades de cada personaje, la principal novedad viene en la manera de intercambiarlos, alternando el control mediante un botón contextual basado en la proximidad que no siempre va todo lo fino que debería. Por suerte, estamos hablando de LEGO: no es necesario preocuparse demasiado por estas cosas.
Es meritorio que una receta así de trillada se las arregle para seguir sorprendiendo, pero bastan unos minutos para comprobar que la saga mantiene intacta su capacidad para arrancar sonrisas.
Luego llegarán más, porque la narrativa en Marvel siempre ha sido coral por definición y el juego no se llama LEGO Guardianes de la Galaxia. Llegará el momento de Iron Man, y del Doctor Extraño, y también de un montón de secundarios y versiones alternativas que parecen atestiguar que en cuestiones de elenco el estudio quiere tirar la casa por la ventana; llegará el momento de Spider-Gwen, por poner un ejemplo al azar. La manera de cuadrarlo todo no podría ser más socorrida, porque el argumento utiliza el truco más viejo del libro: los viajes en el tiempo, y un villano, Kang el Conquistador, con cierto afán coleccionista en lo que respecta a épocas y dimensiones. Puede sonar a batiburrillo, aunque en este sentido resulta tranquilizador que se haya contado con guionistas de la propia Marvel especialmente versados en el personaje, y con las suficientes ganas de marcha como para sembrar cada minuto del juego con un torrente de chascarrillos y conversaciones intrascendentes a la Naughty Dog. Sin duda son palabras mayores, pero nadie le podrá negar al juego la intención de resultar simpático, y suele conseguirlo con bastante rotundidad.
El marco de todo esto es la Chronopolis, una mezcolanza de ciudad futurista y parque temático que salta sin complejos y en cuestión de un par de manzanas entre la Nueva York del futuro (y su Spiderman correspondiente; hay unos cuantos), las pirámides de Egipto o una ambientación del lejano oeste. Cada escenario cuenta con una dirección de arte específica e incluso con condiciones de iluminación o filtros a juego, y juntos conforman un todo que también puede funcionar a la manera de un mundo abierto. En cuanto a su diseño aun no podemos decir demasiado, pero algo podemos adelantar sobre su acabado: hay una razón por la que el juego solo verá la luz en PC y consolas de la nueva (quizá ya se nos haya quedado vieja) generación. Y obviamente tiene que ver con los gráficos chulos.
Podría parecer un detalle menor, pero dudo que lo sea por dos motivos. El más evidente es el gustito que da que un juego así de simpaticote goce de cierto margen para lucir bien, y el que quizá lo sea menos tiene que ver con el compromiso. Porque poca cosas aspiran a ser más universales que los juegos de LEGO, y negarse a sí mismos una buena porción de las ventas no parece obedecer a demasiados motivos lógicos. Nadie les obliga a hacerlo, pero de nuevo, tampoco a afrontar cada nueva entrega despidiendo un tipo de entusiasmo cada vez más raro de ver. No serían los primeros en limitarse a vivir de las rentas, ni tampoco en caer en el más absoluto de los olvidos.