Análisis de Leyendas Pokémon: Arceus - Rupturista y gloriosamente adictivo
Más vale Starly en mano que ciento volando.
Hay una situación a la que se enfrentan las sagas muy longevas que es difícil de solucionar: mantenerlo todo exactamente como estaba siempre y conservar la esencia que los fans recuerdan con nostalgia, o tirarlo todo por la ventana y tratar de buscar nuevas perspectivas que traigan aire fresco a la fórmula ya conocida. Por una vez - la primera en muchos años - me alegra que una saga tan conservadora como Pokémon se haya decidido por la segunda opción.
Leyendas Pokémon: Arceus es una reimaginación de la premisa central a la franquicia, es decir, la de atrapar criaturas, hacernos más fuertes y enfrentarnos a enemigos poderosos, pero más enfocada a la acción y a la recolección que cualquiera de las entregas anteriores. No es que se hayan abandonado por completo los matices de los juegos de rol que suelen estar presentes en sus títulos, pero sí se apuesta por una dinámica bastante diferente. La ambientación es uno de los puntos más llamativos del juego: en lugar de ser una historia contemporánea, nos encontramos en un punto de la historia de este universo nunca visto antes. La Sinnoh de Leyendas Pokémon está inspirada en la época de la Restauración Meiji de Japón, alrededor del siglo XIX, y nos presenta un mundo en el que la consabida amistad y colaboración entre humanos y Pokémon todavía no está establecida. Los Pokémon, de hecho, les dan a los ciudadanos en un principio bastante miedo, siendo criaturas misteriosas y amenazantes con las que todavía no están acostumbrados a convivir. En esta tesitura, seguramente el salto más grande lo notaremos a nivel estructural: ya no somos un chaval de diez años que recibe su primer Pokémon y trata de convertirse en el nuevo campeón de la Liga Pokémon. En esta ocasión nuestro personaje, que reside en Villa Jubileo, se une a un Equipo Galaxia que poco tiene que ver con el que conocimos en Pokémon Diamante y Perla. En este caso, es una organización razonablemente benévola que busca completar la primera Pokédex de toda la historia, con el objetivo de conocer mejor a estas criaturas y facilitar la coexistencia con los humanos.
Villa Jubileo servirá como núcleo central de nuestra aventura, un pequeño pueblo con distintas instalaciones - desde las típicas tiendas de objetos y materiales hasta campos en los que podemos cultivar materiales para fabricar ítems claves en nuestra aventura o tiendas de ropa y peluquería - al que nos encontraremos volviendo constantemente. Allí se encuentra la base de operaciones del Equipo Galaxia, en la que se nos otorgarán distintas tareas y misiones y se registrará nuestro progreso en la captura de Pokémon. La dinámica general es la siguiente: se nos ofrece una misión, nos vamos de expedición a alguna de las distintas zonas que iremos desbloqueando conforme avancemos, y cuando terminemos con lo que tenemos que hacer volveremos al pueblo, con los bolsillos llenos de nuevos bichitos que hemos atrapado, para informar a nuestros compañeros de equipo, descansar un poco, hacer los ajustes necesarios en nuestro inventario y obtener una nueva misión, con la cual repetiremos el proceso desde el principio. Como no podía ser de otra manera, hay conflictos que no puedo - ¡ni quiero! - desvelar que acaban por entrometerse en el camino de nuestra inocente y altruista investigación, y con los que también tendremos que vernos las caras. Esta trama nos hará enfrentarnos a los Pokémon Señoriales, bichos particularmente poderosos con los que combatiremos no al estilo tradicional, sino en unas batallas de acción en las que tendremos que esquivar sus ataques. Pero, en general, las tareas de campo y la recolección de Pokémon serán la columna vertebral del juego, y lo que haremos durante la inmensa mayoría de horas que dure nuestra aventura.
Como decía, abandonar los conceptos que establecen los cimientos de una saga muy añeja es complicado; por esto, y por un apartado técnico que, la verdad, dejaba bastante que desear en los primeros tráilers, la espera para el lanzamiento de Leyendas Pokémon: Arceus ha estado marcada por el escepticismo. Si habéis hecho clic en este enlace, una de vuestras preocupaciones será, seguramente, cómo se comporta el juego en lo técnico. La verdad es que a pesar de que el título es mucho más vistoso y tiene un rendimiento bastante mejor de lo que nos esperábamos a raíz de esas primeras imágenes, sí tiene algunas carencias. En lo estrictamente visual, es una experiencia marcada por la irregularidad: un ratio de fotogramas por segundo bastante estable y unos escenarios bien diseñados y que a veces nos sorprenden con paisajes francamente bonitos contrastan con un popping de texturas bastante acusado y algunas decisiones estéticas difíciles de explicar. A veces, estoy jugando y me sorprende lo bonito que es el juego, lo trabajadas que están ciertas áreas o lo bien que se integran los Pokémon en su entorno; a veces, estoy jugando y me sorprende que nadie se haya dado cuenta de ciertos movimientos de cámara extraños, o de lo feos que se ven los personajes en las zonas oscuras, donde los contornos contrastan con los fondos de una manera muy incómoda, como si se hubiesen olvidado de ajustar bien la iluminación de los modelos. Luces y sombras, nunca mejor dicho, dentro de un título cuya mejor virtud es tener la jugabilidad más adictiva que recuerdo dentro de un juego de esta saga.
Al final, no hay más que eso: los errores y las decisiones técnicas cuestionables existen, en ocasiones, pero no son ni remotamente capaces de hacer de menos la excelencia de su bucle jugable. Tirando abajo muchos de los conceptos que son seminales a las entregas clásicas de la serie, Leyendas Pokémon: Arceus nos hace sentirnos cómodos enseguida en un mundo que funciona totalmente diferente, y en el que la interacción con los Pokémon es más directa y más interesante que nunca. Bastan un par de horas para cambiar el chip y entrar de lleno en su propuesta, y a pesar de que es un título que creo que puede disfrutarse de manera casual y superficial sin ningún problema, la verdadera recompensa - y el verdadero enganche - viene cuando damos lo mejor de nosotros mismos para centrarnos en los detalles y para descubrir todo lo que tiene que ofrecernos. Quizás es eso, la manera en la que toda la curiosidad tiene recompensa, y la forma en la que siempre va a haber un pequeño detalle que no habías descubierto, o una esquina del mapa en la que no te habías percatado que habitaba una criatura rara, lo que más me gusta del juego: es un mundo con el que obsesionarnos durante decenas de horas, donde realmente nos sentimos como si fuésemos investigadores porque todo es familiar y conocido y nuevo y distinto al mismo tiempo.
Como decía, el juego tiene una estructura de misiones principales que nos insta a salir a ver mundo y a atrapar a cada Pokémon que nos encontremos. La Pokédex ya no es una pequeña curiosidad dentro del juego o una meta elevada para quienes quieran echarle más horas después de ver los créditos, sino la piedra angular de toda la experiencia, el elemento que marcará nuestro progreso desde el principio y hasta el final de la aventura. Las primeras misiones del juego, de hecho, se centrarán en empezar a ampliarla y entender las distintas posibilidades que se nos dan para alcanzar el objetivo. Completar la Pokédex es una tarea bastante diferente en este juego respecto a las entregas principales. Si bien para registrar a un Pokémon en ella solo tendremos que atraparlo, como siempre, para completar las entradas de cada bichillo - es decir, recopilar toda la información existente sobre ellos - tendremos que ejecutar una serie de tareas secundarias. La compleción de estas tareas en ocasiones nos sucederá de manera orgánica, y en otras tendremos que buscarla con ahínco. Conforme vayamos atrapando Pokémon nuevos y completando las entradas de la Pokédex de los que ya conocemos, se nos otorgarán unos puntos en el sistema de niveles interno del juego que nos hará subir de rango. Al subir de rango, desbloquearemos nuevas zonas y nuevos objetos que podremos fabricar, y aparecerán nuevas misiones opcionales que podemos completar.
Estas tareas serán, por tanto, uno de nuestras preocupaciones principales si queremos avanzar en el juego. La Pokédex no es tan amplia como en otras entregas, es decir, no hay tantísima variedad de criaturas, pero las que hay están muy bien escogidas. Y, sobre todo, las tareas relacionadas con ellas nos obligarán a interactuar con los Pokémon de forma mucho más profunda que la simple captura. Atrapar varios ejemplares de un mismo Pokémon nos dará puntos, claro, pero también lo hará derrotarlos en combate, capturarlos sin que nos perciban, verles utilizar ataques específicos, debilitarlos utilizando movimientos concretos, evolucionarlos o encontrar todas sus formas diferentes, en el caso de los Pokémon con diferencias estéticas por género o ubicación.
Al final, el juego trata de investigar Pokémon, y esta investigación va mucho más allá de un sistema de puntos interno del juego. Gran parte del atractivo - y del enganche - que genera el juego tiene que ver con la manera en la que nos obliga a aprender mucha información extradiegética. Algunos Pokémon reaccionarán de forma agresiva cuando nos persigan, otros huirán o nos retarán en combate; algunos dan más puntos si los atrapamos en sigilo, o reaccionarán positivamente a ciertas comidas o bayas que les lancemos para distraerles. Cada especie Pokémon tiene una ubicación, una personalidad, una estrategia en combate e incluso una hora del día a la que aparece - o no - dentro de cada área. Además, hay Pokémon Alfa - versiones de cada criatura particularmente poderosas y peligrosas - que solo aparecen en momentos concretos del día y en localizaciones específicas, pero que serán muy valiosas porque dan más puntos de compleción y más experiencia, además de ser lo suficientemente poderosos como para que los incluyamos entre las filas de nuestro equipo. Dominar toda esta información es clave para movernos con soltura dentro del juego, y nos sorprenderemos a nosotros mismos con la cantidad de datos nuevos que podemos llegar a acumular durante las primeras horas: estoy razonablemente segura de que ahora mismo podría deciros, al menos, la ubicación concreta de al menos treinta Pokémon Alfa, y las estrategias específicas necesarias para capturar otras buenas decenas de bichos.
El sistema de captura, en sí mismo, tiene mucha más miga de la que parece. En cualquier momento en el que nos encontremos a un Pokémon en una expedición, podremos lanzarle una Poké Ball y probar suerte para ver si quiere quedarse con nosotros. Tenemos bastantes opciones para aproximarnos a ellos de forma pacífica: comida, objetos especiales que les distraen o que nos permiten pasar más desapercibidos, además de, por supuesto, escondernos en la hierba alta. Esto es importante, porque tendremos más posibilidades de acertar si el Pokémon está desprevenido. Además, los Pokémon agresivos nos atacarán - a nosotros, no a nuestro equipo - y, si nos aciertan con sus ataques varias veces, nos debilitarán y perderemos una parte de los objetos que llevemos encima. Conforme avancemos en el juego, serán más frecuentes los Pokémon que no nos permiten atraparlos si nos descubren: una vez nos han visto, nuestra única opción será entrar en combate con ellos y o bien derrotarlos o bien lanzarles Poké Ball al estilo tradicional. Los combates, no obstante, no empiezan cuando nos cruzamos con el Pokémon, sino cuando le lanzamos una Poké Ball con uno de los nuestros. Esto hace que, básicamente, podamos elegir muy bien nuestras batallas, y huir cuando lo consideremos necesario.
En el combate también hay mucho, muchísimo que ha cambiado. Y no me refiero únicamente al hecho de que ahora nuestro personaje puede moverse dentro de los propios combates por turnos, una opción que no sirve prácticamente para nada y que es básicamente incómoda de mirar la mayor parte del tiempo. Sino a que el propio sistema se ha remodelado para que, aunque mantenga las bases, se sienta radicalmente diferente. Los combates en sí mismos siguen siendo por turnos, tanto contra los Pokémon que nos ataquen como con los más bien puntuales entrenadores a los que nos enfrentaremos durante la historia. Pero, a falta de datos concretos, diría que el porcentaje de daño que hace cada ataque está bastante exagerado, tanto en el caso de los Pokémon salvajes como en el de los que tenemos en el equipo. Básicamente, en este juego que nos derroten de un solo golpe por un ataque súper efectivo es más común que nunca, pero también lo será que le hagamos K.O. en un golpe a un enemigo de diez niveles por encima del nuestro. A veces, un Pokémon aparentemente inofensivo barrerá nuestro equipo entero, y a veces saldremos victoriosos de un enfrentamiento con un alfa que prácticamente nos dobla en nivel. No es un sistema que pueda, de ninguna manera, funcionar en un juego con un factor de juego online o combates entre entrenadores, pero como en Leyendas Pokémon: Arceus todas nuestras batallas son contra el propio entorno, el ajuste de las estadísticas le da una tensión muy particular a cada encuentro. Por un lado, que incluso los Pokémon más inocentes puedan ser una amenaza acrecienta la ambientación y la historia del juego, esa en la cual los Pokémon son criaturas temibles con las que tenemos que aprender a convivir; por otro lado, hay victorias improbables que nos ponen al límite de nuestra estrategia y nuestra suerte como pocas veces antes. Aun así, el sistema es lo suficientemente versátil como para que la dificultad no escale mucho durante la trama principal. Salvo ciertos desafíos concretos del final del juego y el post-game, Leyendas Pokémon: Arceus es notablemente más difícil que otras entregas de Pokémon, pero siempre realizable. Si vemos que un equipo o un área nos sobrepasa demasiado, siempre podemos volver atrás, entrenar un poco, e intentarlo de nuevo: si algo es común al juego es que nunca nos faltarán nuevas áreas que descubrir o tareas que completar.
En el propio combate hay muchos, muchos pequeños cambios mecánicos que marcan la diferencia. No tengo claro que merezca la pena mencionar todos en detalle, como los nuevos cambios en los estados alterados (ahora paralizar, quemar o dormir a un Pokémon conllevará también cambios en su defensa o velocidad) o en el entrenamiento de las estadísticas específicas (que se realiza a través de objetos, puesto que no existe crianza en este juego). Pero sí me gustaría señalar que el cambio más trascendente es el que tiene que ver con la distribución de los turnos. En los juegos clásicos, un Pokémon ataca, y después pasa el turno al oponente. En Arceus, esto no es exactamente así. El cambio de turnos en el combate se distribuye en base a la velocidad de cada Pokémon y a los ataques que use. Nuestros Pokémon aprenderán ataques y, después de haberlos utilizado lo suficiente o ganado suficiente experiencia, los "dominarán", lo que nos llevará a desbloquear dos "modos" diferentes de usarlo. Los ataques dominados pueden utilizarse en el modo normal, que consumirá un turno, como siempre, o en los modos ágil o fuerte. El modo ágil reduce la potencia del ataque, pero también nos da la posibilidad de tener un turno extra después del que acabamos de utilizar. El modo fuerte aumenta la potencia, pero nos arriesgamos a que nuestro siguiente turno llegue más tarde, es decir, que el otro Pokémon tenga dos turnos seguidos. Así, podemos utilizar un ataque fuerte cuando no toca y encontrarnos con que el otro Pokémon nos destroza de dos tortazos; también podemos remontar una situación muy precaria encadenando dos ataques muy efectivos contra un rival que parecía que nos tenía contra las cuerdas.
Creo que, en general, todos los cambios que se han hecho en el sistema de combate están enfocados a hacerlo más extremo: a que, casi siempre, sea morir o matar. Tiene sentido, teniendo en cuenta que el centro del juego es capturarlos, y que debilitar accidentalmente a un Pokémon será un problema a la hora de registrarlo en nuestra Pokédex; pero, además, va un poquito más allá. Lo que consigue Leyendas Pokémon: Arceus es que nos olvidemos de la estadísticas y de la competitividad, de los Pokémon útiles o fuertes. Lo que quiere es que nos montemos un equipo que nos guste y que nos lancemos a explorar su mundo, y que nos detengamos en cada esquina, porque todas ellas tienen pequeñas sorpresas. A esto ayudan muchos de los otros sistemas del juego: las misiones secundarias, por ejemplo, nos instan a conocer distintos tipos de Pokémon en los que igual no nos habríamos fijado a priori, y algunas tienen historias muy divertidas. La recolección de objetos para fabricar nuevas Poké Ball e ítems curativos, si bien puede acabar resultando el aspecto más repetitivo del juego, también nos da un incentivo para alargar las expediciones un poquito más, intentando buscar algo más de minerales o plantas que nos vayan a servir más tarde.
Sigue habiendo aspectos del juego que no acaban de convencerme: más allá de los técnico, creo que los controles son un poco extraños en ocasiones. El juego piensa que los botones + y - de los Joy-Con son bastante más cómodos de lo que realmente son, y nos hace utilizarlos todo el rato para subirnos a monturas o abrir el mapa; es fácil, también, confundirse y lanzar una Poké Ball o un objeto cuando pretendíamos sacar a uno de nuestros Pokémon a combate, o viceversa. Aún con todo, la calidad del juego está exactamente donde importa: en crear escenarios muy variados y con multitud de secretos, en darle personalidad a las criaturas, en una dinámica de juego excelente, en una exploración que nos hace sentir que todo esfuerzo tiene recompensa, y en un universo muy interesante del que nunca tendremos suficiente. Creo que sería verdaderamente trágico que los fans de Pokémon no disfrutasen de la entrega más original y rupturista en muchísimo tiempo por prejuicios hacia ella; si decidís darle una oportunidad, lo más probable es que basten un par de horas para convenceros. Yo, por mi parte, planeo vivir en Hisui durante un montón de horas más. Os espero allí a todos.