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Little King's Story

El rey de Wii.

Los numerosos oficios que pueden cubrir los ciudadanos se van desbloqueando a medida que avanzamos en la aventura, por medio de la edificación de talleres donde los holgazanes aprenden sus labores de campesino, soldado o carpintero, necesarias para poder combatir los temibles enemigos que deambulan por el mundo o excavar en busca de suculentos tesoros. Estas edificaciones cubrirán un alto porcentaje del presupuesto del reino, que irá creciendo a medida que encontremos valiosos objetos y superemos los desafíos que propone el título.

El espíritu acogedor que destila el juego en sus inicios, evoluciona mientras se desarrolla la historia, ganando en profundidad a medida que crecen las posibilidades interactivas. Para explorar el mundo que rodea nuestro reino, reunimos a los más capaces de la aldea agitando nuestro cetro real, eligiendo estratégicamente las clases que pueden ser de utilidad para emprender cada misión, por medio de un sistema de reclutamiento heredado de Pikmin. Teniendo en cuenta que determinados obstáculos solo pueden ser superados por trabajadores concretos, cada salida a lo desconocido supone una nueva fuente de diversión interactiva, que sacia nuestras ansias de aventura. La formación inicial solo permite llevar con nosotros a cinco ayudantes, cifra que aumenta considerablemente durante el juego, elevando las opciones estratégicas a medida que desbloqueamos nuevas alineaciones.

El objetivo principal del título reside en la unificación del mundo por medio de la conquista de diferentes territorios, que suponen un reto jugable al estar gobernados por malvados soberanos. Nuestra respuesta ante tamaña amenaza es contundente: apuntando con el cursor, lanzamos a nuestros ayudantes sobre el enemigo –presionando el botón A– sin ningún tipo de remordimiento, sabiendo que la muerte de los aliados se ve suavizada (en la mayoría de los casos) por una posterior resurrección milagrosa en la playa del reino. Sin embargo, acompañar a nuestros súbditos durante sus labores de exploración puede hacernos vulnerables a los ataques del enemigo, por lo que tendremos que mantenernos muy atentos a los puntos de vida de nuestro pequeño rey, para que no caiga desfallecido en el instante más inoportuno. No tardará en llegar el momento en el que echemos de menos la opción de guardar la partida en medio de una travesía, pues en algunas ocasiones resulta irritante tener que regresar al castillo una y otra vez.

Después de una jornada de aventuras será el momento de que nuestro rey descanse apaciblemente en Palacio.

Little King’s Story premia el progreso del jugador de una forma inmejorable: el entorno evoluciona en tiempo real y crece mediante la construcción de variadas edificaciones, la expansión del reino hacia nuevas zonas explorables y la evolución arquitectónica del castillo, cuyas inmensas proporciones son necesarias para dar cobijo a las princesas que vamos rescatando. La sensación de satisfacción que genera este dinamismo escénico, hace tremendamente adictiva su propuesta jugable, estructurada en divertidas misiones principales que desarrollan la historia. Estas misiones vienen acompañadas de un buen número de tareas secundarias que van desde la recopilación de objetos y tesoros extraños, hasta la solución de eventos puntuales por medio de la fuerza bruta. Además, el buzón del castillo siempre está a rebosar con las sugerencias de los ciudadanos, cuyas inquietudes dan lugar a pequeñas submisiones que podremos superar para conseguir algo más de dinero o disfrutar de objetos especiales.

Durante su divertida mecánica y con un tremendo sentido del humor, en Little King’s Story se tratan temas bastante espinosos como la religión, la igualdad de género, el desarrollo industrial como elemento principal del capitalismo, las diferencias entre clases sociales, la poligamia o la crisis económica, todo ello con un tono irónico de carácter desenfadado. Estas cuestiones, lejos del contexto escénico del videojuego que nos ocupa, causarían mayor controversia al ser presentados bajo un espacio interactivo de pretensiones realistas.