Los mejores juegos de este año que no has jugado (I): Umurangi Generation
Selfie.
En un momento concreto de mi adolescencia, consideraba que salir de casa sin una cámara de fotos era una temeridad imposible de concebir; el futuro, sin embargo, ha terminado por apisonar esa concepción tan inocente. Hacemos fotos con nuestros móviles, hacemos capturas de pantalla, creamos imágenes en internet o en nuestros videojuegos, pero quizás la mayoría de la población hemos ido dejando olvidada la sensación de enfrentarnos al mundo con un visor, y nada más, interponiéndose entre nosotros y el resto del universo. Por suerte, Umurangi Generation lo recuerda perfectamente, y por eso nos plantea una premisa sencilla, pero con un desarrollo perfecto: un juego sobre hacer fotografías, cámara en mano, a distintos escenarios.
Al principio, parece casi un walking simulator: no se nos dan muchas más explicaciones más allá de cómo funciona nuestra cámara, y nos lanzamos a capturar las imágenes que más nos llamen la atención. Pronto descubriremos que, en el menú, podemos observar una serie de objetivos: en general, consisten en buscar objetos concretos para que aparezcan en nuestras fotos, o introducir un número concreto de éstos en nuestros paisajes. Los objetivos son lo suficientemente vagos como para que necesitemos explorar un buen rato para conseguirlos, pero también bastante sencillos como para que haya un montón de maneras diferentes de cumplirlos. No importa demasiado cómo sea la foto: podemos escoger el ángulo y la perspectiva, y una vez la hemos sacado, utilizar un menú interno para cambiar valores de color y exposición que le den el aspecto que nosotros queramos. Hay un límite de tiempo para completar estas tareas - diez minutos - pero ninguna penalización explícita si lo superamos. Desde el primer momento, Umurangi nos deja claro que la lista de misiones es una guía, pero podemos sumergirnos sacando fotografías no relacionadas, o distintos ángulos de una misma cosa, tanto tiempo como necesitemos y consideremos óptimo.
El truco está en que su diseño de niveles, si bien parece sencillo, está creado para incentivar nuestra curiosidad. Para que nos perdamos en los mapas. Lo único que necesita el juego para ampliar nuestros horizontes mucho más de lo que imaginábamos es darnos un botón de salto que nos permite subirnos a paredes y objetos elevados. Así, hay dos rutas en cada nivel: la básica, aquella que utilizaríamos si simplemente fuésemos transeúntes caminando por allí, y la nuestra, la del fotógrafo, que tiende a implicar entrar en lugares en los que se supone que no deberíamos estar para ver lo que no se observa a simple vista. Si alguna vez habéis realizado fotografías de manera más que casual, sabéis perfectamente a lo que me refiero: esa búsqueda de la lectura alternativa de cada lugar, el mirar cada elemento desde todos los ángulos posibles para obtener la imagen que tenemos en mente. La variedad que esto aporta sería suficiente como para sostener el juego completo, pero Umurangi Generation no quiere quedarse únicamente en darnos un pequeño diorama para que juguemos con él: quiere contarnos algo a través de ello.
La narrativa del juego se establece de manera lenta, pero precisa. Cada vez que cumplamos todos los objetivos de un nivel, se nos desbloqueará el siguiente; además, obtendremos nuevo equipamiento, como teleobjetivos, lentes de gran angular o más opciones para personalizar nuestras fotos después de tomarlas. En esencia, lo que está haciendo el juego es darnos más maneras de mirar: separarnos de la forma en la que contemplamos nuestro alrededor habitualmente para hacer que nos mimeticemos con la cámara, que nos empapemos de cada detalle. Y, como ocurre cuando tomamos una fotografía en la vida real, es imposible no ver que cada paisaje está compuesto por elementos que no son azarosos, sino que están colocados allí por un motivo. Las pequeñas historias que van pasando por nuestra lente nos hacen entender su mundo, un mundo mucho menos bonito y más huraño de lo que parecía: uno en el que la pobreza y la injusticia están presentes a plena vista. No podemos interactuar con ninguna de estas historias: sólo podemos retratarlas lo mejor posible y convertirlas en parte de nuestro arte.
En un universo decadente y pesimista, Umurangi Generation, desde su propia premisa, nos obliga a no mirar hacia otro lado. Y cuando entramos en su dinámica, nos resulta imposible no ver en su mundo muchos de los defectos del nuestro. Lo que en principio parece una idea sencilla se convierte en una montaña rusa de emociones en la que entramos queriendo sacar fotografías bonitas, y salimos queriendo - y, espero, intentando - ser un poco mejores.
Umurangi Generation se publicó el pasado día 19 de marzo de 2020. Está disponible en Steam, y hay confirmada una futura versión para Nintendo Switch.