Los mejores juegos de este año que no has jugado (II) - Amid Evil: The Black Labyrinth
El Campeón de la Estrella del Norte.
Hemos apuntado, no pocas veces, que dentro de los FPS conviven escuelas de diseño de lo más variopinto, algunas de ellas incluso antagónicas. Quizá gran parte del público piense que, en el fondo, “todos son juegos de tiros”, pero hasta el más reacio de los observadores apreciaría las descomunales diferencias que separan a Doom Eternal de nuestra cita anual con el Duty. Ahora bien, dejando un lado el circuito más comercial - y Doom Eternal lo es, vaya que si lo es, sólo hace falta echarle un ojo a su exquisito acabado -, hay una editora que, a base de trabajo duro y grandes ideas, está haciendo que el género de los tiros esté viviendo una de sus mejores épocas: New Blood Interactive. De qué manera tendríamos que presentar, si no, a una publisher que atesora bajo su paraguas joyas tan rotundas y dispares como DUSK, Faith o el título que hoy nos ocupa: Amid Evil.
Lanzado en 2018, Amid Evil es, por méritos propios, uno de los mejores FPS que han aparecido en, permitidme el redondeo, los últimos diez años. Si bien no se puede negar la vinculación de este título con aquélla época en la que id Software campaba por sus respetos, Amid Evil tiene muchísimo más que ver con los taumatúrgicos integrantes de ese batallón de títulos llamado “DOOM Clones”. O sea, con Hexen y Heretic. Fantasía oscura, profecías, magia e incontables enemigos aguardan al Campeón - guerrero de pocas palabras pero múltiples habilidades arcanas - en unos corredores repletos de peligros, enigmas y arquitecturas imposibles.
Doy por hecho que, a estas alturas del texto, ya os habréis preguntado - al menos un par de veces - qué tiene que ver todo esto con los mejores juegos que no habéis jugado a lo largo de 2023. Pues bien, en agosto de este mismo año vió la luz Amid Evil: The Black Labyrinth, un DLC en forma de precuela que me da la excusa perfecta para hablar de uno de mis FPS favoritos. Semejante carambola del destino hace que me ría como el Campeón al encontrarse nuevas armas que incorporar a su colección de herramientas de destrucción del mal. HAR, HAR, HAR, HAR.
Ominosas carcajadas al margen, The Black Labyrinth es un DLC como los de antaño. O sea, una expansión en condiciones. Nuevas armas, un buen puñado de niveles y un renovado plantel de enemigos encajan en una ambientación que se esfuerza en desmarcarse de lo ofrecido por la experiencia original. Allí donde Amid Evil hacía un severo hincapié en la iluminación y la alternancia entre distintas ambientaciones, The Black Labyrinth hace honor a su nombre y lo apuesta todo al negro. O, para ser más precisos, a la oscuridad. Sin embargo, ese tenebroso manto que se precipita sobre gran parte de sus niveles no es capaz de cubrir las señas de identidad de Amid Evil. Ahí siguen apareciendo, en cuanto les dejan el menor resquicio, los chillones y saturados colores que, junto a unas estructuras de inabarcables proporciones, conforman escenografías que evocan, a partes iguales, creatividad desatada, fantasía inabarcable y exceso.
Aunque de poco serviría crear un incomparable marco si las mecánicas jugables no acompañaran. Por fortuna, a todo lo mencionado ponen una perfecta rúbrica el combate y las armas, una - otra más - oda al exceso y la ultraviolencia desatados que comienza con una sencilla vara y culmina en guadañas capaces de partir la realidad a su antojo. La panoplia tanto de Amid Evil como de The Black Labyrinth no es demasiado extensa pero sí lo es su versatilidad y la brutalidad que es capaz de desplegar. Unos guanteletes pueden no parecer gran cosa, pero si segamos las suficientes almas y desatamos su furia, ninguna hueste de enemigos, cualquiera que sea su número, será capaz de sobrepasar la miríada de golpes que soltaremos sobre sus tristes cabezas. Pero si no nos gusta la aproximación a lo Puño de la Estrella del Norte, siempre podremos tirar por la vía clásica, experimentar con otras armas y arrojar brutales oleadas de proyectiles contra unos enemigos de escasa pero honesta IA: siempre van de frente a por nuestro cuello, ya sea a espadazos, flechazos, mordiscazos o firebolazos.
Y aunque podría seguir, durante un buen rato, hilvanando anotaciones sobre los motivos por los que The Black Labyrinth - y, por extensión, Amid Evil - es una propuesta redonda, ese no es el objeto de este texto. El que sí lo es, por el contrario, es apuntaros en la dirección de un contenido que amplía y recontextualiza un FPS que era, ya de por sí, superlativo. Quienes no hayan encarnado anteriormente al Campeón encontrarán en Amid Evil y The Black Labyrinth una dupla de FPS difíciles de batir; jugabilidad de la más alta - y antigua - escuela, una ambientación inmejorable y fantasía oscura son las cartas de presentación de un shooter con tanta raíces en el presente como el pasado. Los veteranos, claro, ya saben todo esto así que no les queda más remedio que enfundarse los guanteletes y adentrarse en El Laberinto Negro a superar todos sus desafíos…