Análisis de Lost Ember
Perdido en el bosque.
En los últimos años la exploración de escenarios parece haber ganado valor por sí misma, sin necesidad de estar atada a otros elementos como el combate para ser válida. Hay juegos que funcionan por la satisfacción que genera descubrir nuevos horizontes, alcanzar lugares inaccesibles o encontrar un pequeño rincón que mucha gente pasará de largo. El título que nos ocupa parecía tener claro el interés que generan este tipo de propuestas, pero no se ha atrevido a llevarlo hasta sus últimas consecuencias.
Lost Ember está protagonizado por una loba que despierta junto a un espíritu que es incapaz de recordar quién era en vida, pero que identifica a la loba como la reencarnación de una persona fallecida. Juntos recorrerán parajes abandonados reconstruyendo la historia de la civilización Yanrana, que habitó en el pasado estas tierras, y completando por el camino sus propias historias en busca de un camino al más allá.
El argumento es sencillo y funcionaría genial como excusa para lanzarnos a la aventura, pero el juego insiste en parar una y otra vez la acción para tratar de darle empaque a la historia mediante flashbacks, y la trama es tan predecible que en la primera hora ya se adivina el giro final. Quizá la cosa mejoraría si la interpretación del espíritu que nos acompaña no fuese tan plana y tuviese unas líneas de diálogo tan numerosas como aburridas.
La fijación de Lost Ember por su historia resulta algo incomprensible, porque le quita importancia a una exploración que resulta, con diferencia, la parte más entretenida de la aventura. Tiene unos escenarios agradables de recorrer, cargados de coleccionables ocultos a poco que nos dediquemos a investigar por nuestra cuenta. El juego muestra su mejor cara cuando nos deja sueltos en un escenario abierto y nos permite experimentar con diferentes animales, porque pese a que nuestro papel principal es el de loba, a lo largo de la aventura podemos ir cambiando a distintos animales: colibríes, peces, gansos, bisontes, etc. Cada uno de ellos tiene sus particularidades (velocidad, método de desplazamiento, habilidades únicas...) que aportan algo de variedad al avance y a la exploración, y se nota que el estudio ha dedicado un montón de cariño en dar personalidad a cada especie animal a través de las animaciones.
Pero no hay demasiados puzles que requieran el cambio de animal; cuando tenemos que cambiar es porque hay un obstáculo bien evidente que ni siquiera tenemos que pensar, y casi siempre con el animal al que podemos cambiar al lado. Solo hay que comerse un poco la cabeza para acceder a los coleccionables secretos, algunos con divertidos homenajes a otros juegos.
También a los escenarios se les podría exigir más: al principio se nos promete un nivel de interacción con el entorno que luego resulta bastante más limitado. No se decide entre llevarnos de la mano y dejar que nos perdamos del todo; son moderadamente lineales, pero no siempre son capaces de transmitir correctamente hacia dónde tenemos que ir o lo que tenemos que hacer. Es algo que afecta al ritmo de avance en la historia, pero que por contra funciona genial a la hora de esconder los coleccionables.
La versión que hemos analizado (PlayStation 4 estándar) presenta bastantes problemas técnicos de salida: bajadas drásticas de frame-rate, algún que otro problema grave con la cámara e incluso nos ha tocado reiniciar varias veces la partida desde un punto de control porque nos hemos quedado bloqueados dentro de una pared. Nada que nos haya impedido terminar la aventura, pero quien esté interesado en jugarlo haría bien en esperar a que se lancen un par de parches.
Lost Ember funciona como aventura relajada, pero también deja entrever ideas que podrían hacer de él un título más interesante. Dedica demasiadas fuerzas a una historia que resta más que añade en lugar de darle más peso a la exploración placentera de sus escenarios y a la variedad de acciones con los animales que controlamos. A pesar de sus problemas técnicos puede ser un título entretenido para dedicarle una tarde, quizá algo más para encontrar todos sus secretos, pero no deja apenas poso.