Mafia II
Las misiones secundarias del gangster.
De Mafia II dijimos que fue uno de los sorpresones del E3. Pues ahora vamos un poco más allá: quizás sea de lo mejor que veamos en esta Gamescom. Está destinado a ser uno de los mejores juegos del año que viene. Pinta tan bien que ni os lo creerías por más que insistiésemos. Una compra obligada desde ya.
En las anteriores presentaciones habían insistido en dos aspectos del juego: las misiones principales (el nivel ese en el que ponías una bomba e ibas por un edificio disparando a todo lo que se movía) y en otras en las cinemáticas y en la historia perfectamente ambientado en el mundo de la mafia de los años 40-50.
En la presentación de la Gamescom que hemos visto se han centrado en el tercer punto clave: en lo que haces cuando no estás haciendo lo demás. Es decir, en las misiones secundarias.
Empieza la secuencia. Estamos en un piso con un amigote y unas cuantas mujeres. Una de ellas, increíblemente guapa y sensual, se ducha desnuda. Paseamos en camiseta sin mangas por el apartamento; botellas de wisky por el suelo, ropa tirada aquí y allá. Y suena el teléfono. Giuseppe nos llama para que vayamos a recoger unos documentos, como parte de una misión principal.
Tras elegir qué traje nos ponemos –en esta ocasión una cazadora negra y pantalones a conjunto– salimos del piso y nos fijamos que en la puerta de al lado hay un hombre encerrado en el pasillo gritándole a su mujer que lo perdone. Seguimos bajando y todo parece estar vivo, girar mientras nosotros no lo vemos. Nos comentan que hay más de 100 localizaciones interiores hechas para transmitir esa sensación.
Incluso fuera, cuando vamos a coger el coche, presenciamos la discusión entre un matón de poca monta y una bella dama que, sin querer, ha chocado con su coche con el del otro. Evidentemente la defendemos, noqueamos al pardillo con unos cuantos puñetazos con un sistema cuerpo a cuerpo buenísimo –y que además es dinámico y que se adapta al escenario, como lo que vimos en los juegos de El Padrino pero como cien mil millones de veces mejor– y nos ganamos su admiración. Se nos insinúa, nos invita a un café. ¡Dios, qué sexy! Nos sentimos casi hasta unos pervertidos por tener esa atracción por una chica poligonal. Pero como mafiosos que somos, y tras intuir que en el juego completo habrá varias escenas picantes, decidimos marcharnos y hacer nuestro trabajo.
Antes de entrar en casa de Giuseppe sale de la puerta un hombre algo mayor. Nos saluda –parece que lo conocemos de algo– y nos dice si queremos hacer un pequeño trabajito: 500 dólares si destrozamos unos coches deportivos de unos tipos que se están pasando de la raya. Podemos aceptar o rechazar. Claro está, no dejamos escapar los 500 pavos.
De esta forma los de Take2 nos demuestran cómo funcionan las misiones secundarias: se ofrecen dentro del marco de la historia pero de forma dinámica y orgánica. Todo tiene un sentido.