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Análisis de Mass Effect 3

El final del viaje.

Viernes, 13:42

Enciendo la consola, dispuesto a terminar un periplo que comenzó hace cinco años. Parece que fue ayer cuando BioWare, ese estudio famoso por su trabajo con Baldur's Gate, Neverwinter Nights y Knights of the Old Republic, lanzaba en exclusiva para Xbox 360 la primera parte de una trilogía de ciencia-ficción cuya riqueza y mitología parecía querer rivalizar con el universo creado por George Lucas en Star Wars. Todavía no lo sé, pero dentro de unas horas me resultará evidente que con Mass Effect 3 han cumplido finalmente ese objetivo.

Nada más empezar la partida sonrío al recordar las quejas de ciertos jugadores acerca del giro de Mass Effect 2 hacia la acción, simplificando muchos de los componentes propios de un RPG presentes en la primera entrega. BioWare parece ser muy consciente de ello, porque lo primero que me propone es adaptar la experiencia a mis gustos: puedo escoger un desarrollo centrado en la acción, donde las cinemáticas se exponen de forma automática con unas elecciones predeterminadas, otro centrado en la narrativa, con una dificultad más baja que permite que te concentres en la historia, o bien el paquete completo: tiroteos, decisiones y rol. Obviamente escojo la tercera opción.

También importo mi personaje de Mass Effect 2 (que a su vez recuperaba el usado en el original), porque las decisiones que tomé hace dos años afectarán al devenir de la nueva aventura. Aún no soy consciente de ello, pero las implicaciones de haber dejado morir al Consejo o de perdonarle la vida a la Reina Rachni, por poner un par de ejemplos, van a perseguirme durante los próximos dos días. Es algo tan genial como inaudito en la industria del videojuego: una secuela en la que haber jugado a su(s) predecesor(es) realmente supone un factor diferencial en el desarrollo narrativo y jugable.

Viernes, 18:36

Las primeras horas de juego demuestran que Mass Effect 3 no se desvía demasiado de su antecesor, manteniendo elementos característicos como el sistema de diálogos y las elecciones de virtud y rebeldía que afectan a medio y largo plazo la relación con los NPCs. El combate sigue basándose en tiroteos con coberturas, aunque en esta ocasión el movimiento es más fluido y los enemigos demuestran poseer una IA más elaborada, aplicando mejores estrategias y reaccionando con mayor naturalidad. Esa optimización de la IA también queda patente en los compañeros, que ahora cumplen las órdenes de forma mucho más efectiva. El mayor cambio a nivel de mecánicas de combate es cierto énfasis en el cuerpo a cuerpo, con el añadido de un movimiento especial de melee que convierte a la Omniherramienta en un curioso cuchillo de luz, y el retorno de las granadas.

Pero aunque el enfoque parece volver a centrarse en la acción, en Mass Effect 3 se recuperan muchos de los toques de rol que tenía la primera entrega. Ganarte la confianza de los compañeros se recompensa con el desbloqueo de poderes adicionales, y el árbol de habilidades tiene ahora muchas más ramificaciones a partir del cuarto nivel (de los seis posibles), obligándote a ir con cuidado al gastar los puntos de experiencia. Incluso hay que tener en cuenta el peso total del equipo para que no afecte al tiempo de regeneración de los poderes bióticos, el precio a pagar por el hecho de que en ME3 se pueda usar cualquier arma independientemente de la clase de nuestro Shepard.

"La primera parte de la trilogía parecía querer rivalizar con el universo creado por George Lucas en Star Wars. Con Mass Effect 3 resulta evidente que BioWare ha cumplido finalmente ese objetivo."

Donde sí se nota mucho el regreso de los elementos RPG más puros es precisamente en las armas. La variedad es considerable, y además se pueden modificar de forma independiente (a diferencia de Mass Effect 2, donde se mejoraban por grupos) hasta en cinco niveles, aumentando sus parámetros y estadísticas con informes de inteligencia que encuentras durante las misiones o compras en terminales. También se pueden personalizar, añadiendo hasta dos accesorios por arma que, a su vez, también se pueden mejorar en varios grados. Esto aporta bastante profundidad y la posibilidad de tener a mano un arsenal a la medida de las características nuestro personaje y de los compañeros, que dependiendo de su clase sólo pueden usar un determinado tipo de arma.

Sábado, 03:51

En mi cabeza no deja de sonar el estribillo de la famosa canción de R.E.M.: "it's the end of the world as we know it (and I feel fine)". La razón es evidente: aunque lo estoy pasando bien, durante todas estas horas ha transpirado sin cesar esa constante sensación de fatalidad y de estar inmerso en un camino sin retorno hacia un destino incierto y oscuro. Es, quizás, uno de los grandes logros conseguidos por Mass Effect 3, establecer una amenaza omnipresente que no te abandona durante toda la partida, por mucho que te desvies de tu misión principal haciendo tareas secundarias aparentemente banales.

Es también un juego que trata aspectos dramáticos de forma adulta, sin caer en una innecesaria pretenciosidad. Lealtad, traición, muerte y moralidad, por ejemplo, son elementos que aparecen de forma continua, pero siempre ligados sutilmente a la historia y los personajes. La enfermedad terminal de un antiguo compañero o el sacrificio de un individuo para evitar el genocidio de toda una raza son hechos que te provocan un nudo en la garganta, porque se elaboran con sobriedad y afectan a unos personajes que verdaderamente te importan.

Me sorprende especialmente el tratamiento que se hace de algo tan universal como el amor. Es cierto que la relación íntima de Shepard con un miembro de su tripulación (en mi caso, Ashley) es bastante más superficial y simple que la vista en Catherine (porque sí, bajo aquella capa excéntrica había algo mucho más profundo), reducida al cortejo y algo de sexo, pero algunos personajes secundarios demuestran ir mucho más allá. Es chocante, por lo bien planteado que está, el inesperado momento en el que un personaje declara abiertamente su homosexualidad de una forma tan natural que resulta casi inconcebible en un medio a menudo tan poco maduro como el videojuego.

BioWare sabe hasta usar el humor como válvula de escape para aliviar un poco la tensión en los momentos adecuados. La relación entre Joker y SID adquiere tintes hilarantes, Garrus bromea con Shepard mientras ambos toman cerveza y compiten para ver quien tiene mejor puntería e incluso hay un momento en el que se hace un divertido guiño a La Caza del Octubre Rojo. Son esos cortos minutos de calma que preceden a la tormenta.

Sábado, 11:13

Tras un merecido descanso retomo la partida y viajo a la Ciudadela. Es una de mis actividades preferidas en todos los Mass Effect, porque demuestra hasta qué punto está trabajado el mundo en el que se desarrolla la aventura. Mientras me pierdo entre la gente que abarrota el Presidium escucho conversaciones, observo el comportamiento de las diferentes razas y hago pequeñas misiones secundarias en forma de encargos. Es aquí precisamente donde Mass Effect 3 cobra vida, regalándote montones de pequeños detalles y matices que terminan de sumergirte en el juego.

Ese trasfondo del universo se ve reforzado por una soberbia dirección artística. Ha sido constante durante toda la trilogía, pero no me cansaré de alabar el trabajo de los diseñadores de BioWare, capaces de dar un aire característico y familiar a cada uno de los planetas y razas de la galaxia. Aunque el motor gráfico ya empieza a mostrar signos inequívocos de su edad, ni siquiera detalles como la insuficiente expresión facial de los personajes o la baja resolución de algunas texturas empañan un apartado visual espectacular que no tiene nada que envidiar a cualquier superproducción de Hollywood.

Sábado, 17:22

Mientras me abro paso por las ruinas de Tuchanka asisto atónito a algo que bien podría ser el equivalente galáctico de un aparatoso y violento choque de trenes. Es una de esas secuencias que te deja con la boca abierta y que pasa a engrosar la larga lista de momentos épicos de la saga.

Mass Effect 3 está plagado de situaciones de ese tipo. Desde el inicio, con la invasión a la Tierra de los Segadores, hasta una escena que parece sacada del desembarco de Normandía en Salvar al Soldado Ryan, pasando por batallas estelares que recuerdan a La Guerra de las Galaxias; BioWare parece decidida a despedirse de Shepard por todo lo alto, y para ello no escatima lo más mínimo en pirotecnia. En las cinemáticas, además, queda patente la evolución del propio equipo de desarrollo: están mucho mejor dirigidas, no se abusa de ellas y tienen un ritmo perfecto. Un ejemplo que deberían seguir muchos otros juegos.

Sábado, 23:48

"Uno de los grandes logros conseguidos por Mass Effect 3 es establecer una amenaza omnipresente que no te abandona durante toda la partida."

Mass Effect siempre ha intentado animarte a explorar su universo, aunque a menudo lo hacía de forma inapropiada. Pilotar el Mako en el primer juego era aburrido, porque todas las misiones parecían un corta y pega de la anterior. En el segundo la cosa tampoco convencía: la idea de las sondas funcionaba al principio, pero se volvía tremendamente repetitiva a medida que avanzaba el juego. Aquí, sin embargo, sí parecen haber encontrado el punto medio: la exploración de planetas se realiza con un pulso radial que muestra los objetos de interés en el mapa, pero si lo usamos demasiado alertaremos a los Segadores. En cuanto escuchamos un sonido a lo Inception tocará salir por patas: si nos atrapan la partida se acaba.

Es un sistema mucho más dinámico, y en el fondo totalmente necesario. Uno de los objetivos principales es ir acumulando apoyos para nuestra flota, y ya sea ayudando a que deserten unos científicos de Cerberus o proporcionando una medicina a un médico Turiano, la mayoría de misiones secundarias proporcionan nuevas unidades y recursos que se muestran en la lista del tablero de guerra de la Normandía. Para superar muchas de ellas hay que encontrar objetos perdidos, así que la mecánica de obtención de recursos resulta vital. Es casi medianoche y no sólo no me he cansado de ella, sino que estoy completando la exploración de todas las galaxias al 100%. Prueba superada con éxito, entonces.

Domingo, 14:19

Tras veintinueve horas de juego (al menos eso marca mi partida guardada) avanzan por la televisión los títulos de crédito. No sólo he completado todas las misiones principales, sino que también he hecho todas las secundarias y tan sólo he fallado en la realización de un encargo: no he conseguido encontrar los tubos GX-2 que me pedía el ingeniero de la Normandía. Puede que el cómputo global sea menor que el de ME1 y ME2, pero en ello influye el hecho de no haber perdido el tiempo con la tediosa exploración de planetas del segundo Mass Effect. Me quedo además con la sensación de que no ha faltado nada, que los acontecimientos no son precipitados y que tampoco ha habido ningún relleno innecesario. Han sido veintinueve horas desarrolladas con precisión quirúrgica y medidas a la perfección donde, como decía el Joker en The Dark Knight, "todo formaba parte del plan".

El final de la historia satisface mis expectativas y, aunque no es tan controvertido como el de, por ejemplo, Lost, intuyo que generará polémica entre los fans. Lo que me sorprende es que los creadores de Mass Effect 3 han sido fieles a su promesa: es una conclusión totalmente cerrada que no deja cabos sueltos. El universo del juego es lo suficientemente rico como para probar cosas nuevas (ya sea a través de DLC o con nuevos títulos, como el tan rumoreado MMO), pero en una industria que exprime las secuelas hasta la extenuación resulta agradable ver semejante grado de compromiso y valentía.

Aún queda tiempo para algo inesperado, porque tras la enorme retahíla de nombres aparece una emotiva secuencia con la que, ahora sí, se pone punto y final al viaje. Identifico la voz del narrador y esbozo una sonrisa: BioWare no sólo ha conseguido pillarme por sorpresa una vez más, sino que despide el arco argumental de Shepard con un guiño magistral.

Domingo, 17:44

Aunque todavía no está activo en la copia final del juego, enciendo otra vez la consola para seguir probando la demo del multijugador. Es una variante del modo Horda que popularizó Gears of War 2, en el que debemos sobrevivir en seis mapas diferentes a diez oleadas de enemigos mientras cumplimos objetivos secundarios, cooperando con otros tres jugadores.

Es un complemento fantástico a la campaña principal, porque te permite crear un nuevo personaje con el que poner en práctica habilidades diferentes a las de tu Shepard y experimentar qué se siente en la piel de un Krogan, una Asari o un Drell. Aunque puedes subirlo hasta nivel veinte y desbloquear armas y mejoras, no parece que vaya a tener la longevidad y extensa comunidad de, digamos, un Modern Warfare. Pero tampoco es un problema: está pensado como un accesorio, y en ese sentido resulta sólido y convincente.

"Es más un trabajo de iteración que de innovación, pero a veces ese es el camino más apropiado para alcanzar la excelencia."

Lo curioso es que, aún siendo enteramente opcional, se enlaza de forma muy inteligente con la historia. En el tablero de guerra de la Normandía podemos no sólo ver las unidades de la flota, sino también su grado de efectividad. Este último valor varía en función de varios parámetros, y uno de ellos es la progresión en el multijugador. Insisto en que no es obligatorio jugarlo ni se te penaliza si lo ignoras, pero seguramente querrás hacerlo para asegurarte el mejor final posible en la campaña individual.

Martes, 02:32

Estoy escribiendo las últimas líneas de este inusual análisis (o crítica, como prefiera llamarlo el lector) en el que, intuyo que no con demasiado éxito, trato de plasmar la montaña rusa de emociones que me ha deparado Mass Effect 3. Durante todo el fin de semana he sido consciente de ello, pero ahora, mientras recuerdo determinadas conversaciones y secuencias, asumo que no se podría haber cerrado de forma más brillante la que posiblemente sea la trilogía más importante de esta generación. Es más un trabajo de iteración que de innovación, pero a veces ese es el camino más apropiado para alcanzar la excelencia. Con ME3 lo es, desde luego.

Decía Aristóteles en Metafísica que "el todo es mayor que la suma de sus partes". Es un axioma que también se puede aplicar al juego de BioWare: puede no ser perfecto como juego de acción o como RPG, pero en conjunto te propone una experiencia que va más allá de todo lo que habías visto hasta ahora. Mass Effect 3 trasciende el simple videojuego, porque a la interactividad se le añade la espectacularidad y emoción de una película y la riqueza y profundidad de una novela, en un combinación que sólo puede calificarse como impecable.

Finalmente aprieto el botón para guardar en el editor de textos, no sin antes divertirme pensando en una última e inevitable frase: soy el comandante Shepard y este es mi juego favorito de la Ciudadela. Era previsible, supongo.

10 / 10

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