Skip to main content

Análisis de Metrico+

Grados de control.

Una obra sencilla, desafiante y creativa basada en una idea tan evidente que se pasa por alto: las cifras de todas nuestras acciones.

¿Cuántos saltos das cuando juegas a un videojuego de plataformas? ¿Cuántas veces mueres? ¿Cuántas atacas, a cuántos enemigos matas? Bueno ¿cuentas tú las rodajas de pan que comes cada día? No. Ya lo imaginaba. Son actos que damos por sentado y medios, vehículos para el progreso. Lo importante no es cuántas veces se hace sino cuántas se necesita para llegar, pero el número no importa. Es el resultado lo que uno busca. Sin embargo, Metrico+ construye sus bases en el aquél terreno: el vergel de los números, las cifras, los porcentajes y las fracciones. Antes un título exclusivo de la Vita, ahora revisado y en una plataforma con jugadores, la obra de Digital Dreams es una exploración no del salto, sino del cálculo. No sólo un juego de plataformas ni de puzles, sino ambos a la vez. Tus saltos son la pieza a encajar.

Hombre o mujer, se abre un camino ante ti. Pones un pie tras el otro. Avanzas, pero el mundo no parece cambiar. Entonces pulsas un botón; puedes saltar. El universo reacciona ante tu descubrimiento, y se hace la luz. Vida y sinfonía. Nacen las plataformas, empieza la música. Comienza el juego. Metrico+ es un viaje minucioso a través de cada una de tus habilidades que, una tras una, se van desbloqueando. Como es costumbre en el medio, cada nuevo nivel está diseñado para forzar el uso de tu nueva herramienta, pero nunca es un paso evidente. Metrico+ no fluye entre distintas estancias, sino que permanece en cada una para que la absorbas. Cada paso exige una precisión cuidadosamente medida, y si saltas una vez más de las permitidas, tienes que empezar de nuevo.

El entorno, aquél mundo artificial pero siempre en movimiento y reactivo, adopta el papel de mecanismo, y el jugador es la llave que lo activa con sus actos. No hay una ley universal de que un salto mueva una plataforma y un disparo abra un hueco, sino que cada nuevo puzle supone una tabula rasa. Te encuentras en medio de varios cilindros y ortoedros, cada uno con su número, todos ellos atados a otra parte del escenario o tus movimientos. Quizá esa tabla se mueva siguiendo tu desplazamiento horizontal, o puede que sólo te imite cuando tocas el suelo. Aquél muro asciende cada vez que das un salto, y si ese enemigo muere, caerá otra pared y te cerrará el paso. Descubrir estos enlaces en cada puzle requiere creatividad y conocimiento de las distintas partes que mueven al juego, pero descubrir cómo se mueve cada pieza no significa que hayas resuelto el puzle. La estética de Metrico+ imita los gráficos y barras, los colores y estilo minimalista de una presentación, y todos aquellos percentiles y divisiones limitan tus movimientos. Cuando descubres cómo funciona cada puzle, toca la segunda cavilación, que es descubrir cuántos pasos puedes dar, cuántos saltos y caídas, cuánto puedes ascender y descender antes de que sea demasiado tarde. Si el puzle establece que tienes que dar cinco saltos y ni uno más, esas son las reglas.

A divertirse.

Pero Metrico+ no es un juego que ejerza presión sobre el respetable. Nadie diría que una obra de aspecto tan delicado, con esos colores vivos, fuese un rompecabezas demoledor. No quiere decir que sea fácil, que puzles difíciles hay, pero si las mecánicas están ahí para ponerte en marcha y asegurarse de que los engranajes en tu cabeza sigan girando, su estética actúa como un contrapeso. El escenario, de polígonos simples y formas geométricas, reacciona a cada pequeño progreso que vamos haciendo, y la música, casi como recompensa, va modulándose poco a poco. Ondas relajantes que definen esta obra más como una experiencia zen, de relajarse y ver si puedes progresar, que como el asalto a un castillo. Como sus personajes, casi propone deshacerse de uno mismo cuando de el paso de entrar aquí. Relájate. Estás en casa, estás en buenas manos. Cuando encuentres fuerzas para avanzar, encontrarás el camino.

Resulta en cierta medida refrescante cuando uno se encuentra con una obra de este tipo. Desprovista de ambición, pero no por ello descuidada, Metrico+ prefiere llamar la atención sólo a aquellos que estén dispuestos a escuchar y perderse en sus llanuras de crema y violeta, en aquellas formas tan simples que bailan y se mueven a nuestro ritmo. Reduce su premisa a las bases más evidentes y tira desde ahí. Son las pequeñas sorpresas que uno se encuentra mientras explora el mundo del videojuego. Un puzle sobre cantidades. Todos esos números que suelen asociarse al código oculto o que se apartan para más tarde aparecer en un logro. Has caminado diez mil kilómetros. Has matado a cincuenta enemigos. Has saltado tanto y llegado hasta aquí. Metrico+ llama la atención sobre esos pequeños gestos sin aparente importancia y pide pensar en cada paso que demos. Es una inteligencia que no necesita exhibirse. Inventiva y breve, pero quedarse más sería hacer un exceso. Todo está bien medido.

También te puede interesar