Midnight Club: Los Angeles
Carretera segura.
A su vez el modo para un jugador está diseñado con maestría, con pruebas con todo tipo de dificultades (señalizadas mediante colores, verde las más fáciles y rojas las más complejas) ganando dinero y puntos de respeto (es fascinante comprobar como nos hemos acostumbrado paulatinamente a este término). Esta será la moneda de cambio para nuevos vehículos y aplicarles modificaciones (el tunning sigue teniendo un poder de convocatoria poderoso…).
Para nuestra desgracia, los llantos comienzan aquí. Rockstar ha optado por una I.A. que se amolda a nuestra pericia, catastrófica decisión. Si somos unos virtuosos y nos esforzamos en conocer al dedillo el circuito, no notaremos diferencia en nuestros rivales, ya que normalmente los tendremos en la cola. Si por lo contrario, estamos realizando siniestros continuos, los rivales nos esperarán con lo que en realidad, sólo cuentan los últimos compases de la carrera.
¿Arruina este desliz el buen hacer de Rockstar? No del todo. Ciertamente a estas alturas la vida de un título de este calibre se encuentra en el modo Online y una vez más, Rockstar ha dado de lleno. Como hizo con GTA IV, la ciudad se torna como la protagonista en un escenario de recreo inmenso y complejo. El anfitrión de la partida (hasta 15 jugadores) nos permitirá campar a nuestras anchas por el escenario, pero dirigiendo en todo momento la partida (con el poder de reunión en cualquier momento de hasta 15 jugadores en una carrera).
Un juego notable en factura técnica con ciertos logros en cuanto a esquematización y sencillez (Los Ángeles no duerme, está continuamente activa a merced del jugador). Quizás el conformismo con producir simplemente una entrega next gen nos haya dejado tibios, aunque en esta ocasión los pies de plomo han evitado posibles disgustos.