Mirror's Edge
Probamos el juego que revolucionará los FPS.
Ayer, EA tuvo a bien invitarnos a la presentación de Mirror’s Edge en Barcelona. Y el juego se confirmó como una maravilla. A nivel visual, podríamos catalogarlo de absolutamente experimental y genial. Mirror’s Edge es como un cuadro de Kandinsky; cientos de pinceladas de colores perfectamente pensadas, colocadas en el lugar adecuado. Con la diferencia de que tú, en el juego, puedes recorrerlas, saltarlas, vivirlas, y con una fantástica música de fondo. En Mirror’s Edge reina la sinestesia, es decir, que lo que se ve, lo que se oye y lo que se toca se mezcla y se confunde.
Como decíamos, Mirror’s Edge podría considerarse como un juego experimental. De hecho ayer comentábamos, al salir de la presentación, que los de DICE (los desarrolladores) tuvieron que echarle valor a la cosa para ir a Electronic Arts a venderles el juego. Es como intentar vender la película Sin City: si no lo ves, es muy difícil que alguien confíe en el proyecto. Claro, imaginad: “oye, que os traemos un juego de plataformas en primera persona, de altísimo presupuesto, y en el que la clave estará en recorrer una ciudad dando botes casi sin tiros. Ah, y esa ciudad tendrá una estética con colores planos y muy brillantes”.
Un argumento comprometido
Aunque se morían de ganas, los de Electronic Arts no nos enseñaron mucho más de lo que ya hemos visto en cientos de tráilers. Desde arriba no les dejan. Jugamos a las primeras fases, las que ya conocemos. Con todo, nos comentaron que el argumento tiene giros interesantes, que hay jefes finales de fase, que hay escenarios en los que la acción toma más protagonismo y que el ritmo narrativo no decae. El modo historia puede durar de 10 a 15 horas, tranquilamente.
De momento, lo que sabemos es que estamos en una sociedad en la que sus habitantes han decidido sacrificar ciertos derechos a cambio de seguridad. De ahí la estética limpia y brillante. Pero hay un cierto grupo de personas, los “runners”, a los que pertenece Faith, que se mueven sigilosos y rápidos por donde las cámaras no les pueden ver. Se resisten a aceptar ese gobierno casi totalitario y, como no molestan demasiado, tampoco les persiguen con gran fiereza. Hasta que un día algo sucede y… hasta aquí podemos leer.
Un control suave y amigable
Teníamos miedo de que los controles fuesen difíciles. Y nada más lejos de la realidad: son suaves e intuitivos, mucho. Con el L1 (LB en Xbox 360) saltas y con el gatillo izquierdo te agachas. La propia Faith, la protagonista, ya sabe qué tiene que hacer en cada momento. Si saltas en dirección a una pared, dará unos cuantos pasos por ella (para que nos entendamos, es como hacer un “wall ride” en los juegos de skate). Si saltas y tiene delante un alto muro, ella sola se agarrará a la parte superior y subirá. O si vas en carrera y tienes delante una tubería y te agachas: la guapa protagonista se deslizará por debajo, automáticamente, cuando se lo indiques.
Para no perder el ritmo, es importantísimo mantener el “momentum”. No hay comando de correr; cuando llevas un rato avanzando sin pegarte una torta es la propia Faith la que aumenta el ritmo. Y la gracia del juego reside precisamente en esto: en ser lo suficientemente rápido como para no tener que detenerte cada dos por tres a mirar cómo escalar tal o cual saliente. Los objetos marcados en rojo te indican un posible camino (recordemos que esta ayuda se puede desactivar). La propia adrenalina de ir saltando de tejado en tejado mientras miles de balas pasan demasiado cerca de ti… te hará pensar más rápido. Esa adrenalina se multiplicará, y cada vez estarás más en tensión. Cuando consigues pasarte “del tirón” un buen tramo sin caer y descubriendo nuevos caminos (porque tu puedes llegar del sitio A al sitio B de varias formas distintas) la sensación que se obtiene es tremenda. Es algo totalmente nuevo.
En cuanto a modos de juego, ayer sólo pudimos probar el modo historia y el contrarreloj. En este último habrá unos piques legendarios, casi como en los juegos de coches. No os imagináis cómo se puede a llegar a romper uno la cabeza para intentar arañar un segundo y hacer un tiempo de 50 en vez de 51. ¿O es que acaso quieres estar último en la tabla clasificatoria online?
En resumen, Mirror’s Edge tiene una pinta brutal. Absoluta. Impresionante. Estéticamente es de lo mejor que se ha visto. Es innovador a más no poder. Intenso, carismático. Es un juego reivindicativo y con cierta carga social. Falta por ver si, realmente, el ritmo se mantiene durante todo el juego y si las opciones online añaden cierta rejugabilidad. Si es así, podríamos estar ante una auténtica obra de arte, indispensable para la colección de cualquier jugador que se precie.
Mirror's Edge saldrá a la venta para Xbox 360 y PlayStation 3 el próximo 14 de noviembre.