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Mis primeros días con Tomodachi Life

Capítulo 1: Una comedia.

A pocos días de que se celebre el primer aniversario de mi pueblo en Animal Crossing: New Leaf -al cual le he dedicado cerca de 300 horas este último año- cae en mis manos este extraño Tomodachi Life para 3DS, un juego del que no sabía nada antes de empezar a jugar y que ahora, después de una semana, sigo sin entender del todo.

Como pasa con Animal Crossing, he comprobado que intentar explicar el juego a alguien que no lo conoce es muy difícil, diría incluso que es algo inútil. En Tomodachi Life no hay objetivos ni un argumento claro, simplemente suceden cosas; constantemente. No es un juego que pueda clasificarse dentro de un género en concreto, pues su propuesta -o mejor dicho, la suma de sus muchas partes- forman un todo completamente original e inédito. Después de darle muchas vueltas, la única forma de explicarlo que creo que se aproxima a su verdadera esencia es la de que se trata de una comedia, algo tan simple como eso.

Las noticias más importantes de la isla aparecen en un noticiario presentado por los propios Mii.

La comedia es el motor de Tomodachi Life. Todas las situaciones que ocurren en una simple partida no buscan otra cosa que la sonrisa del propio jugador y, si los astros de la sorpresa, lo absurdo y nuestro propio estado de ánimo se alinean de forma correcta, incluso una carcajada tronchante que pueda oírse desde la habitación de al lado.

Ahora bien, si la comedia y su sentido humor 100% japonés definen el tono del juego, ¿cuál es la mecánica? O lo que es lo mismo, ¿cómo narices se juega a esto? En respuesta a estas pregunta, mi compañero Pep Sànchez logra sintetizar bastante la idea: una granja de hormigas.

En una de sus muchas similitudes con Animal Crossing, nada más empezar la primera partida nos toca bautizar la isla donde tendrá lugar todo el disparate que es Tomodachi Life. Esta isla vendría a ser la granja. Por su parte, las hormigas no son otras que sus habitantes, unos personajes que el jugador puede crear mediante el editor de Miis, y que en este título cuentan con su propia personalidad.

Sempere se come el escenario en sus conciertos.

Además de su aspecto físico -algo en lo que no hay cambios respecto al editor Mii de toda la vida- el jugador puede determinar también algunos rasgos de su comportamiento de los personajes e incluso cambiar varios parámetros de su voz sintetizada. Podría parecer una tontería, pero que los personajes tengan su propia voz, aunque no sea más que un básico sintetizador estilo Loquendo, es fundamental en las bromas y los gags del juego.

Hacer reír a Víctor es realmente complicado.

En el edificio de apartamentos que hay justo en medio de la isla es donde viven todos estos personajes, que poco a poco van conociéndose y relacionándose entre sí. En el papel de un especie de dios omnipresente, la misión del jugador es encargarse de que cuenten con todas sus necesidades cubiertas; entra en juego, entonces, cierto componente Tamagotchi en el que el jugador ha de estar pendiente de cuestiones como la alimentación, la ropa o hasta la decoración de su apartamento. A partir de esta premisa los personajes empiezan a relacionarse entre sí y la isla va creciendo en cuento a opciones y actividades disponibles.

De nuevo como en Animal Crossing, el juego muestra sus muchas opciones poco a poco. Volvemos a estar, pues, ante un experiencia de mantenimiento, un juego al que podemos acudir unos minutos al día, un título que compaginar en segundo plano con otros juegos.

A lo largo de las próximas semanas voy a relataros mi experiencia con Tomodachi Life. El juego sale a la venta el próximo 6 de junio, así que todavía queda un mes para que llegue a las tiendas y muchas cosas que comentar. Procurando no arruinar el componente sorpresa de muchas de sus bromas, voy a intentar explicaros por qué deberíais fijaros en este título si tenéis una 3DS.

Estad atentos a la web porque esto es solo el principio.

Tomodachi Life sale a la venta el próximo 6 de junio.

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