Mistery Case Files: MillionHeir
Misterios sin mucho misterio.
“Para gente sin complejos”. Una conocida y seguramente bastante odiada marca de whisky segoviano no dudó en recurrir a la psicología inversa para publicitarse y, sabedora de que no podía aspirar a eclipsar a la competencia con la calidad de su producto, decidió anunciarse con un motto que, desde entonces, ha quedado como tópico. Si digo esto es porque, acostumbrado uno mismo a moverse entre amantes de los videojuegos profundos, apasionados de los gráficos de última generación XHD, los humos volumétricos y las iluminaciones HDR, la jugabilidad compleja y los discursos intelectuales asociados a los títulos más cool, a veces cuesta reconocer que durante el último año hayamos podido pasar más tiempo jugando a encontrar objetos en una feria de freaks que tratando de salvar a la humanidad de alguno de los múltiples peligros que la acechan sin cesar. Éste es, sin duda, mi caso: la marca “Mistery Case Files” de Big Fish Games me ha proporcionado horas y horas de entretenimiento y me ha hecho perder unas cuantas dioptrías por el camino en estos últimos años.
Ahora la franquicia ha llegado, tras una cadena de deducciones a todas luces lógica y meridianamente clara, a un segmento de mercado cuya predisposición no podría ser –sobre el papel– mejor y ha visto el lanzamiento de Mistery Case Files: MillionHeir para NDS. Para aquellos que desconozcan la mecánica de estos juegos, la resumiremos muy sucintamente: se trata de enfrentarnos ante un espacio repleto de objetos y encontrar específicamente aquellos que se nos piden en una lista (hábilmente disfrazada de lista de pistas para resolver algún misterio). En cada fase habremos de rebuscar por distintos escenarios hasta completar el número de pistas requerido para poder resolver el puzzle final que nos desvelará parte de la historia y nos conducirá hasta el siguiente bloque de búsqueda y puzzle. Y así hasta resolver el misterio final.
Una mecánica en apariencia repetitiva pero que, en la práctica, redunda en una capacidad adictiva inmensa, puesto que es cuestión de segundos que, si hay alguien más en la habitación, deje lo que sea que esté haciendo y se una a la búsqueda. Lo que comienza con un “Oye, ¿tú ves una armónica con forma de langosta aquí en alguna parte?”, suele acabar con gente señalando cubos, herraduras, picas, medias lunas, pistolas, robots, sables y anteojos por todas partes. En este sentido, MillionHeir encaja perfectamente en la filosofía “juegos que te unen a los tuyos” de Nintendo y su portátil de dos pantallas: se trata de un juego divertido y estimulante que puede unir a grandes y pequeños y hacerles escudriñar milímetro a milímetro los escenarios en los que se reparten las pruebas que nos permitirán resolver la desaparición del millonario Rick A. Chon (sic.).
Las peculiaridades de la DS han supuesto para un juego de este tipo al mismo tiempo un horizonte de innovación y unos límites incómodos. Me explicaré: por un lado se ha implementado de manera bastante imaginativa el uso del stylus y, en general, de las posibilidades de la pantalla táctil. A diferencia de los otros títulos de la franquicia, en este MillionHeir, podremos interactuar con los escenarios apartando objetos que se apilan unos sobre otros, soplando para descubrir nuevos espacios e incluso podremos operar sobre los elementos presentes para hacer aparecer las pistas que se nos piden (como, por ejemplo, cortando un pan para obtener una pista como “rebanada de pan”).
Al mismo tiempo, empero, los títulos de MCF requieren de un despliegue gráfico relativamente amplio puesto que son, principalmente, juegos de agudeza visual y de reconocimiento de patrones y formas. Esto, que en MillionHeir se ha resuelto a base de zoom, no deja un buen sabor de boca puesto que, por más que las pantallas de la DS son siempre cómodas y están bien iluminadas, carecen del tamaño y la resolución ideales para este tipo de juegos. Para compensar estas limitaciones, la dificultad del juego se ha visto sensiblemente rebajada con respecto a otros títulos de la franquicia y eso puede llegar a acentuar lo repetitivo de su mecánica.
También hay que decir que los puzzles de MillionHeir no están a la altura, ni en su grado de dificultad ni en la sofisticación de sus planteamientos, de otras entregas de la saga como Prime Suspects, el magnífico Ravenhearst (y su secuela) o el más disparatado y excéntrico Madame Fate. Aunque los que hay sean correctos, tienden a repetirse y no resultan todo lo chispeantemente retadores a lo que estamos acostumbrados.
Quienes se asomen por primera vez, pues, a la franquicia MCF pueden ver en MillionHeir una buena manera de descubrir un género inmensamente popular y divertido y, seguramente, encontrarán que es un buen juego para las tardes de sobremesa en las que hay que encontrar la manera de esquivar la tentadora opción de una siesta en la mecedora del salón. El público potencial que un soporte como la DS ofrece es motivo más que razonable para intentar importar una fórmula que ofrece excelentes resultados, pero al mismo tiempo, ha acabado por señalar también cuáles son los frustrantes límites que este género impone y que pueden también, echar atrás a sus fans más acérrimos y dedicados. Era un esfuerzo que había que hacer y que en Big Fish seguramente tratarán de mejorar con alguna entrega futura.
Mientras tanto, todos aquellos que disfrutamos buscando bolígrafos, lupas y cañas de pescar disimuladas en las sombras de las vigas de un techo, le daremos otra oportunidad más a este MillionHeir: quizás no sea tan bueno como sus hermanos mayores, pero sigue teniendo parte del encanto que nos hizo enamorarnos del género.