Motivos...
...por los que los videojuegos son mejor que el sexo.
A una consola jamás le dolerá la cabeza.
En el improbable caso de que no cumpla el punto 1, puedes jugar con otra sin que nadie se moleste por ello. Los ménage à trois resultan, eso sí, complicados.
Es más sencillo localizar el botón start que el punto G, salvo que se trate de un hardware fabricado por Nintendo.
Los métodos anticonceptivos son innecesarios, incluso en la segunda mano.
Es posible pagar por jugar sin necesidad de acabar en la Casa de Campo vaya usted a saber con quién.
Tras una noche de locura y desenfreno lo peor que te puede suceder es despertarte con una copia de Final Fantasy XIII-2 a tu lado.
Los problemas técnicos se solucionan con un sencillo parche. Los bugs de tu pareja forman, en cambio, parte de su encanto.
Los DLCs en disco joden, pero que alguien te diga "de cintura para arriba lo que quieras, pero de cintura para abajo espérate a que nos conozcamos mejor", no veas.
Si un juego te desagrada profundamente, puedes cambiarlo por otro con total naturalidad y a plena luz del día.
Ser un hacha en la cama no da logros y ser un completo inútil no se solventa ajustando el nivel de dificultad.
En caso de gatillazo no puedes echarle la culpa al mando.
Es posible jugar a un videojuego y ponerte hasta las trancas de cerveza y doritos manteniendo el nivel de asquerosidad en límites razonables.
Puedes jugar solo sin que tu autoestima se resienta y sin dejarte una pasta en kleenex.
Si no te ha dejado satisfecho el final de un juego siempre puedes escribir un mail al estudio de desarrollo para que lo cambie. En el ámbito de la pareja conviene zanjar el tema con un "ha sido increíble, cariño". Mentirijilla piadosa especialmente apreciada entre los varones.
Cine, cena, copas... créanme, salvo que se trate de un juego de Capcom, sale más a cuenta completar al 100% un título antes que una conquista.