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MotorStorm: Apocalypse

Una saga que sabe evolucionar.

Pero no nos enrollemos: la diversión empieza cuando las ruedas chirrían y el tubo de escape empieza a petardear. El control de los vehículos —que ahora suman a su plantel choppers, supercars, superbikes, hot hatches y muscle cars— es prácticamente el mismo que en los otros Motorstorm. Correr, frenar y embestir a derecha e izquierda. Les pregunto si pondrán algún sistema de puntos por machacar a los rivales, y me dicen que no. Sigo pensando que no sería mala idea. Lo que sí que me convence es que tendremos un turbo que ahora no sólo se enfría al pasar por agua, también durante los saltos. En los anteriores Motorstorm saltar era un poco tonto, porque perdías tiempo, pero ahora han sabido encontrarle una utilidad.

El número de carreras será enorme, unas 40, y todas distintas. “Nuestro objetivo principal es que el juego no sea repetitivo”, me explican. Y quedo asombrado, porque aunque sólo he podido correr por una sola pantalla, me abruma la complejidad de lo que veo. Los edificios caen a mi paso, las calles se derrumban y modifican el trazado de la carrera, veo camiones en llamas pasar volando justo por delante de mi coche… no hay pausa para pararse a pensar. Es como un Split/Second pero sin que tengas que activar nada.

Y es divertidísimo. Una de las sorpresas de la feria. En todo caso hay algunas dudas: ¿no se le está dando demasiado poca importancia a la estrategia? La mutabilidad del escenario es genial pero ¿trabajarán un poco mejor los choques para dotarlos de más espectacularidad? ¿Qué nos depara el guión?

Lo que no pudimos probar, aunque promete muchísimo, es el multijugador. Una vez más el referente es Modern Warfare 2 y Blur. Habrá “perks” y habilidades que desbloquearemos con el tiempo y puntos de experiencia. Poco se sabe de los modos de juego, salvo que permitirán carreras de 16 personas y hasta 4 jugadores en pantalla partida.

Repito: uno de los juegos más sorprendentes de la feria por lo bien que está adaptándose a las nuevas tendencias del mercado, bebiendo de aquí y de allá pero sin perder su personalidad. Y, por cierto, si podéis echar el lazo a una tele en 3D, os aseguro que merece la pena.

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