Nail'd
Dándole al acelerador.
Una vez pones el disco en la consola ya puedes empezar a apretar el acelerador, porque es lo que estarás haciendo durante todo el juego. Nail'd se aparta absolutamente de lo que está de moda en el género y apuesta sólo por una cosa: la velocidad desbocada.
Apostar por algo así, querer recuperar la locura de los arcades clásicos, no es mala idea, pero tienes que hacerlo muy bien para que funcione. El mayor peligro que corrían, y en el que Nail'd cae de lleno, es el de derrapar en una simplicidad que se acaba por convertir en tedio.
Como, literalmente, no dejas de apretar el acelerador, cada carrera se afronta como un "tira p'alante que seguro que encuentro el camino". No tienes ni un segundo para reflexionar qué ruta elegir, y aunque en la mayoría de las veces sueles encontrarla sobre la marcha y por inercia, en demasiadas ocasiones tus dudas te estrellan contra un peñazo o un puente o cualquier elemento que hayan puesto ahí. Existe un sistema de respawns rápido, igual de frenético que todo el juego, que te devuelve a la pista en un segundo –y casi no pierdes tiempo-, pero tampoco acaba de afinar del todo y resulta especialmente irritante cuando se activa innecesariamente.
Y como chocar tampoco te penaliza tanto, aunque te estrelles docenas de veces es muy probable que acabes en primera posición. Con que pilles unos cuantos turbos y calibres más o menos bien tus aterrizajes ya lo tienes medio hecho. La otra gracia está en saber conducir en el aire, rectificando saltos y ajustando caídas para ganar un poco de tiempo, pero el efecto que esto tiene en las posiciones finales no es tan determinante como debiera.
A partir de ahí, poco más. No hay piruetas, ni un sistema demasiado elaborado de colisiones con los otros vehículos, ni unos gráficos punteros o una interacción con el escenario tipo Split/Second, ni premios por conducir por rutas secretas o poco accesibles. El turbo, el único elemento que da algo de juego, no es suficiente para hacer atractiva del todo esa extrema velocidad, fácilmente domable con el stick de dirección.
Lo único que da dinamismo a la experiencia, además de la música -con temas de Slipknot, Queens of the Stone Age, Backyard Babies, American Sixgun, Aggressive Chill o Slaves on Dope- son los distintos escenarios, variados pero típicos, y que nos llevan a desiertos, selvas, montañas nevadas o ruinas de la Grecia clásica, por ejemplo. Las pruebas suelen ser circuitos de varias vueltas, que se alternan con carreras con un principio y un final y otras algo más originales como las de turbo ilimitado. Además del Modo Carrera también hay un multijugador con hasta 12 personas, pero tampoco te dará nada que no hayas visto antes.
Nail'd es un arcade directo y frenético, de esos de "una carrera antes de salir de casa", pero poco más. Han querido hacerlo tan simple que eso mismo ha acabado jugando en su contra, y se borran las barreras entre alguien que es bueno o malo y alguien que, simplemente, le da a tope al acelerador y va chocando contra cosas que, por casualidad, lo llevan a liderar la carrera. Podéis darle una oportunidad, pero ni gráfica ni jugablemente os parecerá mejor que lo que hemos ido viendo en esta generación.