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Análisis de NBA 2K18

His Airness.

Eurogamer.es - Recomendado sello
NBA 2K18 es una bendición para los amantes del baloncesto que, orgullosos, ven como su deporte favorito queda recreado a la perfección.

"Liderazgo es pelear por un balón perdido, tener a todo el mundo involucrado, a todos los otros jugadores. Es ser capaz de asumir y delegar. Esa es la única manera con la que puedes obtener el respeto de tus compañeros. Es lograr que todos crean en ti y siempre ofrezcas lo mejor de ti mismo".

Esta frase de Larry Bird, el mejor jugador blanco de baloncesto de todos los tiempos, le sienta como anillo -de campeón- al dedo a la inconmensurable tarea que desde 2K y Visual Concepts realizan con la saga NBA 2K desde hace dieciocho años. Llevan tiempo demostrando que el listón siempre puede elevarse un poco más y nunca han caído en el conformismo a pesar de su incontestable dominio en el mercado. Y eso el usuario lo agradece, generando pocas dudas a la hora de comprar el juego cada temporada, al contrario que, por ejemplo, en los videojuegos de fútbol, en los que muchos optan por pasar por caja cada dos temporadas o ir alternando entre las dos opciones disponibles para así sentir frescura y cambios prácticamente impalpables de otro modo. NBA 2K18 es, seguramente, el mejor videojuego deportivo de todos los tiempos. Como lo han sido ya anteriores ediciones. Como probablemente lo serán las que están por venir.

Porque NBA 2K18 es un juego que irradia 'Ba-lon-ces-to', y perdón por utilizar una vez más la manida frase que Pepu Hernández pronunció cuando la selección española ganó el Mundial de Baloncesto de Japón en 2006. Pero era necesario: el juego de 2K es una oda para los amantes de este deporte, e incluso para los que no lo son tanto, porque también tiene mimbres para maravillar a aquellos que solo se acuerdan del deporte de la canasta cuando España llega a la final de un campeonato internacional. 2K les da otro motivo para sentir pasión por el cuero naranja de una forma más periódica; habría que tener mucho más en cuenta y analizar en mayor profundidad la aportación de esta franquicia al baloncesto, no solo a nivel nacional, sino también a nivel mundial.

Esta temporada los desarrolladores no se han conformado solo con evolucionar una fórmula que resulta prácticamente excelsa, sino que también, sin previo aviso, revolucionan sin ningún tipo de miramiento el modo Mi Jugador con El Barrio, una propuesta que, a buen seguro, servirá de inspiración en el futuro para otros productos de corte similar. Lo de añadir una capa narrativa a la campaña individual no es algo nuevo, a decir verdad; hace un par de años lo intentaron con una trama dirigida por Spike Lee que, si bien partía de una premisa interesante, pecaba de ser demasiado efímera y previsible. Es un componente del que ya hemos visto que sagas como FIFA han tomado prestadas con modos como El Camino, pero una vez más 2K va un paso más allá y sienta las bases de un concepto necesario para que los videojuegos deportivos vayan mucho más allá de simplemente ofrecer un entretenimiento puntual y carente de trasfondo.

Esta temporada 2K Games no se ha conformado con simplemente evolucionar una fórmula que resulta prácticamente excelsa, sino que también revolucionan el modo Mi Jugador con El Barrio, una propuesta que, a buen seguro, servirá de inspiración para otros productos de corte similar.

El Barrio aúna en un mundo abierto y online de forma persistente las experiencias que otrora ofrecía el mencionado modo Mi Jugador, pero en esta ocasión sin tiempos de carga entre menú y menú. Simplemente paseando de un lado a otro de nuestro vecindario, podemos progresar de forma paralela en los apartados Mi Carrera, Pro Am y Parque, una idea sutil como efectiva capaz de hacernos sentir las vicisitudes que vive en su día a día un jugador de la NBA, aunque algo edulcoradas en pos de la diversión. Un toque de GTA -si dijéramos PlayStation Home probablemente no sabríais qué es- en NBA 2K18 que, aunque no es del todo perfecto, le sienta de fábula para aportar un componente inmersivo casi innato. No competimos contra nadie más que contra nosotros mismos, pero el hecho de ver a otros jugadores deambulando por nuestro barrio, mientras pasean luciendo el número de su media, añade un factor competitivo probablemente no intencionado, haciéndonos sentir la presión de la lucha que los aspirantes a la estrellas de la NBA viven día a día para destacar entre el resto, para alcanzar antes que nadie el objetivo de lograr la media de 99 y equipararnos con el mismísimo Michael Jordan.

Para conseguir dicho objetivo tenemos a nuestra disposición diversas tareas a realizar. Podemos ir al gimnasio para luchar por ser el más vigoréxico de la cancha, realizando pesas al estilo GTA San Andreas para hipertrofiarnos al máximo -sin ciclos sanos-; mancuernas en ristre, con press de banca o subidos a la cinta se nos pone a prueba la resistencia muscular de nuestros pulgares por medio de QTEs que, si bien encajan en el pretexto, acaban siendo bastante aburridos e incluso poco precisos. En El Barrio también podemos desde visitar la tienda oficial de la NBA para hacernos selfies con los fans, ir a un Foot Locker a comprar zapatillas y que nos ofrezcan sus plantillas ergonómicas o los calcetines de rigor, ir al barbero a que nos atuse o tatuarnos hasta las pestañas para no sentirnos desplazados en la NBA -como suponemos que le ha ocurrido a Ricky Rubio tras verle su nuevo look-. El contrapunto negativo a toda esta amalgama de variantes lo tenemos en que prácticamente todas las mejoras, aparte de desbloquearse alcanzando un determinado nivel, requieren de bastante VC, la moneda del juego, que podemos conseguir cumpliendo objetivos o pasando por el aro -nunca mejor dicho- de las microtransacciones.

La premisa de Mi Jugador en el Barrio también parece una oportunidad perdida en lo referente a nivel narrativo, ya que la nueva adición podría servir como marco perfecto para ofrecer, al menos, la clásica historia de superación personal. Argumentalmente parte del clásico punto en el que tener que batirnos el cobre en las pistas callejeras, pero rápidamente destacamos y un ojeador de la NBA se fija en nosotros. Casi sin darnos cuenta, instantes después de hacernos las fotos pertinentes en la aplicación MyNBA2K para ponerle nuestra propia cara al personaje del juego, estamos jugando en nuestro equipo favorito de la NBA, sin ni siquiera haber pasado el pertinente draft, siendo una estrella emergente cuando prácticamente ni nos sabemos los controles. Eso, acompañado de un tono bastante desenfadado y repleto de humor absurdo, hace que esta faceta deje un regusto un tanto amargo, aunque queda paliada con la infinidad de posibilidades que aguarda.

La premisa de Mi Jugador en El Barrio parece una oportunidad perdida en lo referente a nivel narrativo, ya que la nueva adición podría servir como marco perfecto para ofrecer, al menos, la clásica historia de superación.

Si el Barrio se os queda corto también podéis invertir vuestras horas en Mi Equipo, el clásico modo de cartas coleccionables que nos permiten realizar una gestión más productiva cuanto mayor y mejor sea nuestro mazo, formado por sobres que incluyen tarjetas de jugadores, entrenadores, tácticas o de potenciación, aunque una vez más se abusa del sentimiento de necesidad de tener que pagar por VC para progresar. Donde sí se ha trabajado a fondo a nivel narrativo es en Mi GM: Un Nuevo Capítulo, un modo manager al uso en el que asumimos la gestión de un club con el mismo avatar creado con anterioridad, el cual ha sufrido una gravísima lesión de rodilla en plenos Play-Offs y se ve obligado a retirarse. Seis años más tarde podemos comandar las riendas de la franquicia que deseemos para llevarla a lo más alto, organizando entrenamientos, definiendo estrategias o realizando traspasos, incluso a tres bandas. Por el camino habrá que tomar decisiones que afectan a la historia por medio de charlas con miembros del staff técnico o jugadores descontentos, consiguiendo que el jugador se meta todavía más dentro del rol que puede desempeñar, eso sin obviar que podemos jugar los partidos con nuestro equipo de ensueño.

Porque sí, aquí se juega a baloncesto, aunque no lo parezca. Para ello, contamos con más plantillas que nunca gracias a la inclusión de los equipos All-Time, un mejunje en el que se forman los equipos con los mejores jugadores de la historia de cada franquicia, lo que puede servirnos para unir, por ejemplo, a Marc y Pau Gasol en Memphis. Han desaparecido, eso sí, los equipos de la Euroliga, pero difícilmente nadie los va a echar de menos.

NBA 2K18 logra recrear una atmósfera baloncestística más que soberbia. Lo hace incluso desde los prolegómenos del encuentro, con los comentarios pre-partido de los comentaristas americanos, que cuentan con estrellas invitadas como Shaquille O'Neal y sus chascarrillos -o bailes-, Kevin Garnett o Kobe Bryant. Sin ánimo de desmerecer el trabajo que realizan desde hace varios años Antoni Daimiel, Sixto Miguel Serrano y Jorge Quiroga con sus comentarios, la verdad es que las voces en castellano palidecen ante los comentarios originales; no podemos quejarnos, ya que somos el único país con narradores propios, pero sus frases son bastante planas y reutilizadas. Ojalá algún día 2K tome en cuenta al bueno de Guille Giménez para alegrarnos los encuentros con su desenfadado estilo capaz de retrotraernos a la época del inolvidable Andrés Montes. ¡Tristán está tristón!

NBA 2K18 ha mejorado también sustancialmente las acciones en el poste bajo, mecánicas que hasta ahora habían quedado un tanto en el olvido quizás por la falsa creencia de que los pívots son los jugadores que realizan las acciones menos espectaculares en la cancha.

Ya en el pabellón todo arranca con la entonación del himno americano y los juegos de luces que acompañan a la presentación de los jugadores locales, consiguiendo que se respire basket por los cuatro costados. Y en el juego en sí, se han implementado considerables cambios en la física de impacto que ayudan a que el realismo de los encuentros sea todavía mayor, teniendo que sudar la gota gorda para encestar; las defensas ahora son más duras que nunca, y no bastará con el clásico pick & roll para zafarnos de un base pegajoso. Esto se debe a la notable mejora de la IA, tanto de nuestros rivales como de nuestros compañeros, que ahora acuden raudos y veloces a las ayudas. Las posibilidades son inmensas, y eso se ve con solo repasar el menú de controles: hay fintas y acciones muy difíciles de realizar que requieren mucha práctica, pero eso sin duda le aporta una sincronía de realismo.

NBA 2K18 ha mejorado también sustancialmente las acciones en el poste bajo, mecánicas que hasta ahora habían quedado un tanto en el olvido quizás por la falsa creencia de que los pívots son los jugadores que realizan las acciones menos espectaculares en la cancha. Ahora se pueden encadenar movimientos de una forma más natural, pero ese hecho no es óbice para que, en más ocasiones de las debidas, se marren canastas sencillas debajo del aro solo con que haya un mínimo de obstaculización. Es probable que esto se deba a la remodelación de la mecánica de tiros, que ha variado ligeramente su timing, lo cual provoca que durante los primeros partidos fallemos más de la cuenta. Este nuevo enfoque tiene el gran acierto de situar el medidor en la cabeza del jugador, al contrario de lo que ocurría hasta ahora, lo que nos permite tener referencia de la muñeca del lanzador para realizar la ejecución de la forma debida, pero tiene como contrapunto que se añade de quizás demasiada importancia a la oposición, provocando que ni siquiera Stephen Curry o LeBron James sean capaces de meter un triple con un tipo punteándoles a pesar de que en la realidad lo hagan como churros.

Nada que no se solucione con práctica y con otras pocas decenas de horas delante de NBA 2K18, en cualquier caso...

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