Need For Speed: SHIFT
El arcade que se convirtió en simulador.
La saga Need For Speed ha sido fuente de grandes alegrías y de inmensos sinsabores para aquellos jugadores aficionados a los títulos de conducción. Lo que comenzó con un espectacular y realista simulador, al más puro estilo de un Test Drive –pero más frenético y veloz–, derivó en seguida hacia la conducción más arcade (en la saga Hot Pursuit), la obsesión por el tuning o incluso terminó por ponernos en la piel de un policía que, de incógnito, había de introducirse en el mundo de las carreras ilegales y el robo de coches –aspectos sin duda siniestrísimos de nuestra sociedad cuya gravedad como crímenes no podemos sino denunciar en alta voz–. El caso es que la franquicia, con el tiempo, fue diversificándose hasta tal punto que muchos, incluso demasiados, NFS eran lanzados al mercado con unas diferencias específicas poco justificables y con un progresivo declive en sus cotas de calidad y de diversión. Así que, la primera vez que escuchamos hablar de NFS: SHIFT, muchos nos preguntamos: “¿Otro Need for Speed? ¿Era realmente necesario?”. Las respuestas a estas preguntas son, por este orden: “no exactamente” y “ya lo creo que sí”.
“¿Otro NFS? No exactamente”, porque SHIFT nos retrotrae al espíritu de simulador principalmente realista del título original que dio nombre e inicio a la saga. No es un simulador de realismo desesperante (que nadie se espere un Flight Simulator pero con automóviles), pero sí es verdad que se aleja del tuning callejero para centrarse en el de componentes. Se distancia de las ciudades para adentrarse en los circuitos y aborda el puro acto de la conducción desde un punto de vista más cercano al de la simulación deportiva de otros juegos desarrollados por la anterior encarnación de Slightly Mad Studios ya que, bajo el nombre de Blimey!, fueron responsables del muy justamente reputado GTR2.
Y, “¿era realmente necesario?”. Rotundamente sí, y por dos motivos: el primero porque trae aire fresco a la franquicia y supone una apertura a todo un segmento de público que ya no tendrá que batirse el cobre necesariamente en la defensa a ultranza del simulador de conducción asociado en exclusiva a su plataforma (puesto que, recordémoslo, NFS: SHIFT saldrá publicado tanto para PS3 como para Xbox 360 –además de una versión para PC y otra para PSP–); en segundo lugar, NFS: SHIFT es un juego con unos excelentes valores de producción que traslucen en el resultado final.
Gráficamente es de una calidad más que notable, tanto en la presentación de los entornos como en la de los vehículos y, en particular, los cuidados efectos de luz y la multitud de detalles de su ambientación, orientados todos al realismo. Las versiones que pudimos probar aún no estaban completadas al cien por cien y el acabado era ya digno de mención. La física de la conducción –que depara posibilidades desconocidas en otros títulos– y las colisiones, así como el motor de daños y la espectacular vista desde los ojos del piloto, son todos elementos cuya conjunción hace de NFS: SHIFT no ya un buen NFS (seguramente el mejor desde el primero), sino un más que decente juego de conducción, a secas.
Sólo el experimentar cómo se nos nubla la vista por la extrema deceleración ante una curva, el inestable desequilibrio cuando entramos demasiado rápido en un contraperalte o escuchar el quejido de nuestro piloto al recibir el impacto de otro coche, son detalles que dotan a NFS: SHIFT de una personalidad propia.
Queda por ver, empero, en qué grado de la escala acaba por situarse el estilo de pilotaje: aun a sabiendas de que la dificultad en un juego de este corte es altamente modulable –ayudas a la conducción, sistemas antibloqueo, displays de la trazada ideal… todos ellos están disponibles si los queremos en SHIFT– la sensación al conducir, aunque agradable, no es del todo consistente. Por momentos uno se siente a los mandos de un simulador exigente y duro, pero en otros, la facilidad para el derrape y su control resultan quizás demasiado accesibles.
Otra duda que nos resta es la IA de los adversarios así como la profundidad que el título nos pueda ofrecer en cuanto al grado de personalización y optimización del rendimiento de los coches y la amplitud de su catálogo. Desde EA se nos prometió la presencia suculenta de grandes marcas (Audi, BMW, Nissan, Pagani...) y una capacidad de hacer modificaciones en el vehículo a la altura del mayor nivel en simulación, así como circuitos reales de competición y circuitos ficticios urbanos y diversidad en los modos de juego, tanto si queremos correr solos como si queremos competir online.
No queda tanto para que podamos probarlo con mayor detenimiento pero, desde luego, esta toma de contacto ha sido una experiencia muy satisfactoria, tras la que sólo la falta de concreción de algunos detalles nos impide rendirnos plenamente ante la promesa que supone NFS: SHIFT. El próximo otoño sabremos en qué medida nuestras pocas reservas estaban justificadas.
Need for Speed: SHIFT saldrá a la venta a mediados de septiembre para PS3, Xbox 360 y PC.