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Need For Speed Undercover

Una de cal y otra de arena.

Cuando jugamos la primera partida a este Need for Speed Undercover pensamos: “madre mía, esto no se aguanta por ningún sitio”. Sopesamos, incluso, con apenas 10 minutos de juego, que merecía un suspenso. Así de malas fueron las primeras sensaciones. Pero luego, poco a poco, y por fortuna, el juego empieza a mejorar de forma evidente.

¿Qué fue lo que nos llevó, en un principio, a pensar que Need For Speed: Undercover era malo? Pues los exagerados tirones que sufre. Muchos, demasiados. En PlayStation 3 el problema es bastante más grave que en otras plataformas. Cuando corres, y especialmente cuando hay varios vehículos en pantalla, te puedes tirar unos diez segundos con ralentizaciones muy bestias. Y entenderéis que esto, en un juego donde es importantísima la capacidad de reacción y la velocidad… es inaceptable.

Por suerte, desde hace poco existe un parche que arregla de forma bastante satisfactoria este problema. Además, si instalas el juego en el disco duro notarás más fluidez.

Superado el choque inicial, nos encontramos con un buen título de carreras arcade. De hecho nos hemos divertido mucho jugándolo, y hay varios factores que han influido a ello: la variedad de vehículos y su personalización, la diversidad de pruebas y el dinamismo general. Deshaceos de prejuicios: este Need for Speed es un juego muy bien pensado.

La premisa inicial es clara: eres un policía infiltrado que tiene que desmantelar ciertas redes de delincuentes. Estos maleantes utilizan coches estupendamente tuneados y se dedican a sembrar el caos por la ciudad, a robar vehículos y a jugársela a la policía.

A través de unas secuencias grabadas en vídeo con actores reales (en las que suele aparece una señorita asiática la mar de guapa, de nombre real Maggie Q y que hemos visto, por ejemplo, en Mision Imposible III) nos vamos introduciendo en una trama muy bien tejida. Al contrario de lo que pudiese parecer, estas escenas están muy bien rodadas, con un toque cinematográfico de primera línea, y contribuyen de manera decisiva a que formes parte de la experiencia que propone EA Black Box.

Una vez en el asfalto, nos damos cuenta de que hay gran diversidad de pruebas distintas por completar. Aclaremos desde ya que la conducción es terriblemente arcade y que la sensación de velocidad está muy bien lograda.

Estas pruebas se dividen principalmente en tres grupos: las que te dan dinero, las que te hacen avanzar en la trama y las que te dan puntos de prestigio. Como tu objetivo principal será, ante todo, aparentar que no eres de la pasma, es importante empezar por estas últimas. ¿En qué consisten? Pues, por ejemplo, en destrozar la ciudad mientras te persiguen policías. Puedes arrasar con farolas, con bancos, coches… aunque lo más efectivo es pasar por ciertas zonas -que tienen un iconito especial a su lado- y que, una vez las destrozas, generan un caos considerable. Por ejemplo tirar un puente, soltar la carga de un camión o tumbar una torre de electricidad. Además, si tienes agentes detrás de ti, sus coches chocarán contra esos objetos y matas varios pájaros de un tiro.