Skip to main content

Avance de New Super Mario Bros. U Deluxe

El fontanero, Toadette y otras cosas aún por ver.

En un ya legendario vídeo, modestia aparte, subido hace tres años por nuestros compañeros británicos, Miyamoto analizaba lo que significaba en términos de diseño un hito en la historia de los videojuegos como es el mundo 1-1 de Mario Bros. El afamado creador, junto a otra de las cabezas pensantes de aquel Nintendo como es Takashi Tezuka, desgranaba paso a paso la intención detrás de todas las decisiones que conformaron este nivel, posiblemente inadvertidas para el jugador pero lo bastante importantes como para dejar poso de manera casi subliminal. El estudio nipón creó en ese momento algo más que una fase, dando lugar a todo un lenguaje propio que hemos interiorizado como nuestro más de tres décadas después: el primer enemigo se dirige hacia nosotros inexorablemente, obligándonos a saltarlo; los bloques con un signo de interrogación, pensados para estimular nuestra curiosidad, nos otorgan una recompensa inmediata en forma de moneda u otros ítems; la primera seta que encontramos rebota en la tubería para que sea más difícil que se nos escape, provocando otra respuesta positiva que se representa, en esta ocasión, haciendo más grande a nuestro personaje.

Lo que en su día suponía un desafío es ahora una convención, casi un testimonio del enorme legado que esta primera entrega ha dejado para generaciones venideras. Prácticamente todos los juegos protagonizados por el fontanero italiano de frondoso bigote -por no decir, casi, de la compañía- han seguido en mayor o menor medida esta filosofía de diseño, intentando establecer en sus primeros compases las bases sobre las que van añadiendo después distintas capas; siempre, claro está, de manera intuitiva, sin necesidad de enormes carteles explicando los controles o largas explicaciones sobre qué podemos hacer y qué no.

En ese sentido New Super Mario Bros U., la entrega de Wii U que llega en enero a Switch con la coletilla "Deluxe" al final del título, no es una excepción. Si tomamos como base el primer nivel, aquí enmarcado en una zona conocida como "Pradera Bellotera", vemos que casi todas las señas de identidad siguen presentes: lo primero que frena nuestra avance es, no podría ser de otra manera, un goomba; la seta está en el bloque más hacia la derecha, con una tubería estratégicamente colocada para evitar que la perdamos; y aunque los más veteranos ya saben cómo va la cosa, aquí no es necesario correr para saltar, puesto que nadie nos lo ha enseñado previamente. Hay sutiles diferencias, es evidente, como la gigantesca moneda que nos recibe escasos segundos después de empezar nuestro recorrido, pero todo sigue siendo extraordinariamente familiar, envuelto en un halo de respeto casi reverencial.

Ver en YouTube

Parece lícito preguntarse qué cosas nuevas puede aportar publicarlo a estas alturas en Switch, teniendo en cuenta lo tradicional de su diseño y que hace poco más de un lustro de su lanzamiento; y quitando las posibilidades portátiles de la consola -con especial hincapié también en el multijugador, por la inclusión de dos joycon- lo cierto es que no hay mucho donde rascar. Su inminente salida puede verse como una maniobra para rescatar del olvido los mejores juegos de una plataforma defenestrada en su momento, pero no hay que menospreciar por ello su potencial como testamento del buen hacer de sus responsables. Poder contar con todos los extras desde el principio, refiriéndome al disparatado y notablemente exigente New Super Luigi U, ayudan a poner en perspectiva un juego que, no quisiera adelantarme todavía pero debe decirse, hizo justicia a esa manera tan particular de entender las cosas, introduciendo nuevas mecánicas de manera constante sobre una base añeja que hemos citado como infalible.

Hablando ya de esta edición en concreto es interesante ver cómo una de las pocas novedades que nos reciben nada más iniciar el juego, la posibilidad de controlar a Toadette, influye en este diseño inmortal. A diferencia de los personajes titulares, cuyos movimientos presentan una inercia muy característica, la contrapartida de insolente color rosita que co-protagonizaba Capitán Toad: Treasure Tracker tiene una respuesta mucho más inmediata, situándola a caballo entre un personaje ideal para novatos y un experimento interesante para quienes ya conocen el juego y desean probar cosas nuevas. Derivado de esto toca hablar también de Peachette, un extraño híbrido a nivel conceptual que surge al coger una corona -el equivalente al traje de ardilla voladora de Mario y compañía- y que evoca a la Peach de Super Mario Bros. 2 aunque, de nuevo, con un control mucho más preciso.

No es ni mucho menos un cambio radical, pero sí puede funcionar a la hora de poner en perspectiva el lenguaje propio antes mencionado. Los jugadores habituales tendemos a dar las cosas por supuestas, sobre todo aquellas que nos salen casi en automático, y es por eso que cuando introducen algún cambio en la fórmula nos damos cuenta de que ese ligero desplazamiento tras los saltos o esa velocidad tan característica antes de ejecutarlos es algo que nuestra mente ha decidido establecer como normal. Toadette no supone una ruptura, sino más bien una variación interesante a la que, como digo, conviene prestar un poco de atención en los próximos días, aunque solo sea por hacernos repensar todo aquello que creíamos conocer al dedillo.

Tendremos ocasión de hablar de más novedades y diferencias de New Super Mario Bros. U Deluxe con respecto a los juegos de los que parte a medida que nos acerquemos a su lanzamiento, el mes que viene. De momento este primer vistazo superficial, de apenas unas horas, nos sirve para descartar grandes sorpresas, a la vez que expone lo vigente de un modelo del que Nintendo sigue bebiendo en la actualidad, con Nintendo Switch ejerciendo aquí de museo para su exhibición. Una oportunidad merecida, al menos a priori, que servirá en un futuro para situar correctamente y en igualdad de condiciones su lugar en la historia.

También te puede interesar