NieR
Mix de géneros y libros parlanchines.
Si el apartado de exploración, por tanto, podría estar mucho mejor, las mazmorras cumplen. La variedad es extraordinaria, y cada una se juega de forma distinta. Lo normal es ir dando espadazos en plan hack’n slash, pero en determinadas situaciones la cámara varía absolutamente y nos veremos inmersos en secuencias en las que tendremos que esquivar bolas de colores como si estuviésemos en Ikaruga, o escenas en cámara cenital llenas de acción, o scroll horizontal como plataformas en 2D… se hace y se juega divertido; no te aburres prácticamente nunca. Lo único machacón es la terrible música de algunos castillos, que es repetitiva hasta el extremo que tuvimos que apagar el sonido de la tele para poder soportarlo. Cantos gregorianos de cinco segundos en un loop infernal de dos horas no son nunca buena idea.
Al final encontraremos, claro, distintos jefes más grandes de lo normal que nos pondrán las cosas muy, muy difíciles. No nos bastará azotarle con el espadón, y será muy necesario recurrir a la magia. Y aquí hagamos un alto en el camino, porque es uno de los aspectos más importantes de NieR.
Parece extraño, pero durante todo el juego tendremos un compañero de aventuras que ira siempre a nuestro lado y que es… un libro. Un libro que se llama Grimoire Weiss y que, además, habla. En inglés siempre, porque el juego viene totalmente en inglés, pero si lo entiendes te arrancará más de una carcajada –los diálogos están realmente bien-.
Pues bien, toparemos, a lo largo del juego, con una serie de “palabras” que servirán para potenciar armas y, también, conjuros de diversos tipos que podremos lanzar a los enemigos. El amigo Grimoire gestiona todo esto, junto con pequeños tutoriales que caen de los enemigos muertos. La forma de activarlo y movernos por los menús está bastante mal pensada, al igual que el mapa, que sirve de poco. Lo mismo pasa con el nivel del personaje, que no sabemos exactamente cuándo aumenta.
En general Nier es un juego bastante correcto. Su argumento es quizás de lo mejor, y te atrapa como una mala cosa, pero los fallos de diseño –que te hagan ir de aquí para allí sin demasiado sentido-, unos gráficos desfasados demasiado parecidos a lo que se veía en PS2 y que esté completamente en inglés no ayuda a que su original planteamiento brille todo lo que debería. Con todo, si lo veis barato seguro que os merece la pena.