Nintendo 3DS
Probamos a fondo la nueva consola portátil.
A no ser que hayas estado viviendo totalmente aislado en una cueva durante los últimos meses ya sabrás que en pocas horas (aunque bastantes usuarios ya la tienen en sus manos) se pondrá a la venta en nuestro país la nueva consola portátil de Nintendo, la 3DS, como también serás consciente de que su principal novedad es ofrecer gráficos en tres dimensiones borrando de un plumazo la necesidad de usar esas incómodas y horrendas gafas con diseño emo que han inundado los cines y los salones más pudientes en los últimos tiempos.
En la redacción de Eurogamer.es llevamos unas cuantas semanas probándola de forma extensiva, y con este artículo pretendemos explicarte con pelos y señales todas sus características, nuestra experiencia con ella e, inevitablemente, algunos de sus defectos. Porque, como con cualquier nuevo dispositivo electrónico, junto con sus luces (que no son precisamente pocas) también llega alguna que otra sombra.
3DS es un puñetazo sobre la mesa por parte de Nintendo con el claro objetivo de mantener su dominio en el atractivo mercado portátil, erigido a base de incontestables éxitos como la Game Boy o la DS. La situación, de todas formas, no tiene nada que ver con la de hace unos años: ahora el enemigo no es Sony con su Next Generation Portable (que también), sino la amenaza que supone la explosión en términos de popularidad y competencia de los dispositivos de Apple (iPhone, iPod Touch e iPad) y el lento pero inexorable avance de los móviles y tabletas que utilizan la plataforma Android de Google.
Y eso se nota en el enfoque de la nueva portátil. Obviamente es más potente técnicamente que su predecesora e incluye una novedad, las 3D, que atraerá la atención de un público ávido de nuevas experiencias, pero hay detalles que pasan más desapercibidos y que denotan un cambio de rumbo en la estrategia de la compañía que dirige Satoru Iwata. Quizás el más obvio es la aceptación del online como el ecosistema del futuro, con una nueva forma de entender los contenidos que alimentarán a 3DS.
Dejando de lado el juego online tradicional, la gran novedad potencial a nivel de multijugador es el denominado Street Pass. La idea básica es que la conexión Wi-Fi se encuentra encendida constantemente, buscando otras consolas, y basta con pasar por al lado de otro usuario para que ambas se comuniquen y descarguen datos. Luego, al volver a jugar con nuestra 3DS, encontraremos nuevos contenidos provenientes de esas "charlas" entre consolas, como por ejemplo Miis de desconocidos. Las posibilidades, como podéis imaginar, son inmensas, y no son pocos los desarrolladores de juegos que se han mostrado entusiasmados con esta función. También viene de serie SpotPass, muy parecido en filosofía y que permite la descarga de demos, ránkings y actualizaciones mientras tenemos la consola en reposo.
Siendo el online tan importante, se agradece que los problemas de conexión con determinados routers y protocolos de seguridad inalámbrica (la falta de soporte WPA era particularmente molesta en la DS original y en el modelo Lite) sean cosa del pasado: en cualquiera de las condiciones a las que hemos sometido a la 3DS la consola ha salido airosa y no ha dado ni un solo problema. Ya que hablamos de compatibilidad, también es importante matizar que 3DS sigue la línea de sus antecesoras, siendo retrocompatible con los juegos de Nintendo DS, aunque con una pega considerable: la mayor densidad de píxeles de la pantalla de 3DS hace que los títulos de DS se vean borrosos y faltos de detalle. Además, la falta de ranura para cartuchos de GBA (algo que ya ocurría con DSi y DSi XL) evita que podamos jugar con títulos de generaciones anteriores y con algunos accesorios, pero en cualquier caso es un mal menor.
A nivel externo hay pocas diferencias respecto a la DSi, excepto detalles como la capa de pintura brillante, los dos sensores de la cámara 3D o la nueva posición del hueco del stylus (metálico y extensible, una mejora muy de agradecer), situado en la parte superior al lado de la ranura para los cartuchos. Los acabados y la calidad de su construcción están fuera de toda duda, con un feeling de comodidad que no compromete su robustez. De todas formas es al abrirla cuando se empiezan a ver novedades significativas.
La disposición de las dos pantallas es la misma que en sus antecesoras, pero la de los botones Start, Select y Home, debajo de la táctil, es un poco incómoda y tiene una sensación al táctil dura y algo extraña. Y aunque se mantiene la cruceta digital, el gran cambio en este sentido es la introducción de un pequeño stick analógico. Despejad cualquier temor de que sea como el de PSP: es más parecido al de los pads tradicionales, su sensibilidad es adecuada y el control con él es francamente cómodo.