No One Lives Forever: El shooter de espías que salvó a Monolith
Armas de mujer.
Tras publicar el shooter con mechas SHOGO: Mobile Armor Division, los ánimos en Monolith Productions estaban bajo mínimos. Aunque la recepción por parte de la crítica había sido relativamente buena, internamente se pensaba que SHOGO no estaba a la altura de las expectativas que se habían marcado los desarrolladores, y en determinados aspectos directamente estaba roto.
Monolith vio el juego como un fracaso, y su estado de ánimo no mejoró con el igualmente problemático lanzamiento de Blood 2: The Chosen. Las dificultades que encontraron con ambos títulos dejaron a Monolith visiblemente dañada, forzada a reestructurarse y a cerrar su división de publicación. Con su identidad comprometida, Monolith necesitaba una válvula de escape, y la superespía Cate Archer sería la encargada de echarse sobre los hombros dicha misión.
Solo que casi no lo hizo.
Lo fascinante de The Operative: No One Lives Forever (a partir de ahora NOLF, porque no voy a escribir ese larguísimo nombre otra vez) es que en ciertos aspectos sufrió un desarrollo tan turbulento como el de los anteriores shooters 3D de Monolith. Es más, puedes ver los resultados de ello en el propio juego, porque hay muchas cosas en NOLF que simplemente no funcionan.
Los glitches y errores de SHOGO y Blood 2 siguen estando muy presentes en el querido shooter de espías de Monolith. La diferencia con NOLF es que el juego tiene éxito en dos aspectos en los que los anteriores juegos fracasaron: en su estilo y en su tamaño. Monolith presentó un alocado pastiche de ficción de los años sesenta con espías, uno que es divertido, inteligente e increíblemente vivo. Al mismo tiempo, ofrecían un FPS genuinamente brillante, grande en tamaño e inventivo en su ejecución. Es tan bueno que el hecho de que casi una tercera parte del mismo sea bastante del montón no importa para nada.
No One Lives Forever es un alocado pastiche de ficción de los años sesenta con espías. Uno que es divertido, inteligente y está increíblemente vivo.
También es, por supuesto, uno de los pocos shooters de los noventa -quizás el único- que te pone en la piel de una mujer (técnicamente NOFL se publicó en 2000, pero por forma y funcionamiento es reconocible como un producto de la década anterior). Cate Archer es una ladrona de guante blanco reclutada por la agencia de espionaje británica UNITY, relegada a realizar trabajos de guardaespaldas y de emisaria por el masculino mundo de la "inteligencia" inglesa. Eso, claro, hasta que varios espías británicos son asesinados y UNITY se ve forzada a poner a Cate en primera línea para averiguar quién está detrás de la conspiración.
Vale la pena detenernos un momento en la naturaleza de la protagonista de NOLF, porque el personaje de Cate es fundamental a la hora de establecer el tono final del juego. En sus primeras iteraciones Monolith optó por un tradicional protagonista masculino, al más puro estilo Bond. Pero, en un giro inesperado, se encontraron con problemas a la hora de decir o hacer algo interesante con él. Bond ha sido parodiado en infinidad de ocasiones, incluso antes de que terminaran los sesenta, siendo un personaje del que se mofaban en películas como Casino Royale o Flint Agente Secreto, siendo esta última una cinta de la cual Monolith tomó prestada una inspiración directa.
En Monolith tuvieron una idea: hacer que la protagonista fuese una mujer, pero manteniendo las características básicas de Bond. De pronto, pasaron de no tener nada que decir de la ficción de espías de los sesenta a tenerlo todo.
Si hay algo que destaca especialmente de NOLF tras todos estos años es el guión. No solo es desternillante en ocasiones, sino que la forma en que Archer se mueve entre la inherente misoginia de sus ineptos superiores es deliciosa. De hecho, tras ese humor hay una interesante exploración de los obstáculos a los que se enfrenta Archer debido a su sexo, llegando al punto en que debe rendir más de lo necesario solo para ser vista como una "igual" por sus compañeros masculinos o a que recibe salvajes críticas por el fracaso cuando los eventos están totalmente fuera de su control.
Si hay algo que destaca especialmente de NOLF tras todos estos años es el guión. No solo es desternillante en ocasiones, sino que la forma en que Archer se mueve entre la inherente misoginia de sus ineptos superiores es deliciosa.
Hay algunos tropiezos, como el hecho de que la primera vez que vemos a Archer es en la ducha, algo que amenaza con echar por tierra todo lo bueno que hace Monolith con el personaje más adelante. Pero también hay un inteligente y divertido comentario en ello. Hay un gran gag recurrente en el que todos los nombres clave que recibe Archer por parte de sus contactos están formados por insinuaciones sexuales. Sin embargo, estos agentes se sienten mortificados por tener que usarlos, e incluso un espía habla a la cuarta pared afirmando que "estos nombres clave tienen un tono algo confesional, ¿no crees?".
Cate es la columna vertebral de NOLF, la base que da a Monolith confianza para ir más allá en su cariñosa mofa de la ficción con espías de los sesenta. Los gadgets de Cate, por ejemplo, tienen todos un twist femenino, como granadas con forma de pintalabios o una botella de perfume que contiene en su interior sprays cegadores o incluso corrosivos.
Aparte de la calidad del guión, otra cosa que destaca en NOLF es la enorme ambición de su diseño de niveles. La aventura mundial de espías de Monolith hace que incluso el Call of Duty más variado parezca como un aburrido fin de semana. En NOLF viajas a Marruecos, Berlín, el Trópico o los Alpes. Muchos de estos niveles han envejecido mal, especialmente los que se ambientan en exteriores. Pero sigue sigue siendo suntuoso y exótico, como debería ser cualquier película tradicional de espías.
Además, hay algunos escenarios que siguen teniendo un sorprendente impacto, como una de las primeras misiones, ambientada en una discoteca alemana. Más adelante hay una genuinamente aterradora misión bajo el agua, en la cual debes investigar un barco hundido repleto de tiburones y buzos enemigos. Mi misión favorita, sin embargo, es Low Earth Orbit, donde Cate se infiltra en una estación espacial en busca de la cura para un virus que convierte a la gente en bombas andantes. Con un club espacial lleno de neones y láseres al estilo Moonraker que vaporizan a los enemigos al instante, es el lado más loco de NOLF y también el más brillante.
Wolfenstein demostró que hay un mercado para ese tipo de alocado y colorista shooter, y creo que una secuela moderna de NOLF tendría las mismas o incluso más posibilidades de tener éxito en 2017
Todos estos elementos hacen que valga la pena volver a NOLF a día de hoy, pero no es un título fácil de jugar. Uno de sus grandes atractivos es que puedes jugarlo como un shooter o como un juego de sigilo, pero si escoges lo segundo vas a pasar un mal rato. La IA es demasiado lista y agresiva como para hacer disfrutable el sigilo, y ni los niveles ni tu equipo están pensados para ello.
Visto con el tiempo es fácil apreciar que NOLF se hubiese visto beneficiado por algunos tijeretazos, especialmente en algunas de las interminables cinemáticas que se muestran entre las misiones. Pero es importante recordar que, en el año 2000, el shooter a superar seguía siendo Half-Life, otro FPS indulgente que rompió moldes por su enfoque narrativo. Intentar hacer algo mejor y más grande que Half-Life no es poca cosa, y por ello no sorprende que la gran ambición de Monolith tenga un precio a pagar.
En 2009, de hecho, John Walker lamentaba que no se pudiese hacer un shooter como NOLF es un estudio de desarrollo moderno, porque resultaría demasiado caro. Pero en 2017, NOLF no puede regresar por otras razones. Un resquicio legal entre tres editoras, Activision, Warner Bros. y 20th Century Fox (ahora Disney), provoca que nadie sepa quién posee los derechos de la marca NOLF, y ni siquiera Night-Dive Studios, los maestros a la hora de resucitar viejas franquicias, ha podido sacar nada claro del caos legal en el que está enterrado NOLF.
Lo que hace esto especialmente triste es que no creo que lo que John dijo en 2009 siga siendo cierto a día de hoy. De hecho sé que no lo es, porque alguien ha hecho un shooter como NOLF hace poco. El Wolfenstein de MachineGames es básicamente una secuela de NOLF con un uniforme nazi, recuperando una estética similar, un sorprendente énfasis en la narrativa y la elección por parte del jugador entre shooter o sigilo. Incluso tiene un nivel ambientado en el espacio.
Wolfenstein demostró que hay un mercado para ese tipo de alocado y colorista shooter, y creo que una secuela moderna de NOLF tendría las mismas o incluso más posibilidades de tener éxito en 2017, ahora que la industria lentamente empieza a aceptar que también es divertido jugar con mujeres como protagonistas. Por desgracia, hasta que no se resuelva el embrollo sobre la propiedad de la marca NOLF, tendremos que contentarnos con el hecho de que el espíritu de Cate Archer vive en los vidriosos ojos de B.J. Blazcowicz.
Traducción por Josep Maria Sempere.