Avance de One Piece: Burning Blood
The flame war.
Supongo que no voy a hacer demasiados amigos con esto, pero creo que es importante comenzar con sinceridad: One Piece nunca me ha interesado demasiado. Puede que se trate de un asunto de ambientación, o simplemente de que uno ya está mayor para según qué cosas, pero mi relación con el shōnen de bofetadas a escala planetaria y doce capítulos por combate terminó con los caballeros del zodiaco, y en cierto modo creo que es mejor así. Sin embargo, hay una faceta de ese universo que me sigue resultando fascinante. Me refiero a los enfrentamientos, pero no a los que tienen lugar dentro de los animes, los mangas o las propias adaptaciones al videojuego, sino a esas batallas encarnizadas entre Célula y el caballero de Virgo en las que fans de una y otra franquicia se sacan los ojos y desmontan los argumentos del rival aportando datos extremadamente precisos sobre cómo tal o cual monigote superó durante segundos la velocidad de la luz en el capítulo 357. Decía Gary Lineker que el fútbol es un deporte en el que 22 hombres corren detrás de un balón y al final siempre ganan los alemanes, y aunque aquí pasa algo parecido con Goku, visitar este tipo de hilos es una de mis aficiones preferidas cuando no me puedo dormir y me he aburrido de pensar qué haría si me tocara el euromillón. Burning Blood es exactamente ese tipo de juego, y en cierto modo, ese tipo de placer culpable.
Y decía antes que creo que es mejor mantener una cierta distancia con la franquicia, porque entiendo que en estos casos el fanatismo ciega, y no me cuesta ponerme en la piel de un aficionado que sepa recitar de memoria todos los sabores de frutas del diablo y se siente ante semejante festival. La selección de personajes presentes en la versión de demostración rondaba la veintena, y la hoja de producto eleva la cifra a más de 34, incluyendo versiones alternativas y personajes en su estado anterior y posterior a ciertos eventos, amén de una segunda selección que incluye a diversos personajes de apoyo que no participan directamente en los combates pero proporcionan ayudas como la recuperación de salud. Como digo, el fan de la serie debería tenerlo clarísimo, pero no va mal llegar inmunizado para entrar a juzgar la mecánica desnuda, y desde ese punto de vista los resultados son agridulces.
La parte dulce, recuperando esa semejanza por las batallitas de foro, viene por su manera de representar el propio combate, e incluso su elenco de personajes protagonistas, divididos desde un principio atendiendo a su capacidad para realizar según qué proezas presentes en el anime. Así, por ejemplo, el juego ataja la cuestión de si un usuario de Haki puede atravesar las defensas de los afortunados que hayan podido degustar una fruta Logia planteando una serie de movimientos de guardia ligados al botón R1 para los segundos y otros tantos movimientos de ruptura para los primeros. Es un juego en el que entran también las transformaciones (ahí está la Cuarta Marcha de Luffy, por ejemplo) y en general cualquier particularidad que pudiera servir de munición al personaje en un supuesto enfrentamiento contra Lobezno en terreno neutral y sin los poderes desactivados por el profesor Xavier. Y a grandes rasgos funciona, porque sabe entender que hablamos de personajes construidos alrededor de su capacidad para disparar rayitos de colores y porque entiende igualmente que su efectividad pasa por hacer a estos los verdaderos protagonistas, partiendo de un esquema que ignora cualquier complicación en el input para mapear los movimientos especiales como una simple pulsación de L1+ cualquier botón frontal.
El precio, sin embargo, viene en forma de profundidad, o más bien, de la carencia de ella. El espectáculo pirotécnico es admirable, pero bastan unas pocas partidas para darse cuenta de que en esencia estamos haciendo siempre lo mismo, y que el combate se reduce a un componente de larga distancia en el que damos uso a un grueso de habilidades demasiado lentas para el cara a cara, y uno de corta en el que machacamos botones y lanzamos miradas furtivas al medidor de salud esperando que la moneda caiga de nuestro lado. Supongo que todo es una consecuencia directa del afán por homogeneizar el control y hacerse accesible desde el primer minuto, pero llama la atención que un juego tan enfocado a plasmar las diferencias entre sus protagonistas falle de esta manera al traducirlas en posibilidades. Polémicas aparte, resulta difícil no acordarse aquí de Street Fighter V, y de como a veces la calidad pesa más que la cantidad.
Y no deja de resultar irónico, porque si hay una diferencia que no falta a la cita es la del balance, y en este sentido el juego presenta, al menos a día de hoy, unos problemas de equilibrio realmente importantes. Y es cierto que el núcleo son los combates a tres, y que esa elección de equipo a la King of Fighters debería aportarle cierta salsa al asunto, pero el sistema pierde bastante gracia cuando un neófito como el que escribe puede identificar en un par de rondas quien parte realmente el bacalao y montar un dream team que sería digno de abucheo en cualquier patio de colegio. Ahora mismo, elegir un equipo que no incluya a Ace, Jozu o alguno de los Marines se convierte en una cuestión de fair play, y es de esperar que en el par de meses que restan para el lanzamiento alguien tome cartas en el asunto.
Por lo demás, nada nuevo bajo el sol, porque el juego se desvía muy poco de la receta de otras adaptaciones de franquicias en las que claramente se inspira. Esto es, una estructura organizada en torno a los enfrentamientos individuales y un modo historia que los enlaza mediante cinematicas para recrear un arco argumental del manga, en este caso la batalla de Marineford, desde los puntos de vista de Ace, Luffy, Akainu y el emperador Barbablanca. Y es un enfoque más que correcto, porque al final es de lo que trata el shōnen, en general: de un montón de personajes con peinados tremendos dirimiendo a bofetadas quién es el más fuerte del mundo. Y por eso sería una lástima que en esta ocasión, y con todos esos poderes fenomenales, el debate quedara reducido martillear teclas frenéticamente y no cansarse antes que el contrario. Ahora que lo pienso, puede que no sea tan diferente a lo que sucede en los foros.