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El pasado, presente y futuro de las películas basadas en videojuegos

Sprites, cámara, acción.

Es una pregunta que se repite de forma cíclica desde que Bob Hoskins y John Leguizamo se calzaron las extrañas botas metálicas de Super Mario Bros. en mayo de 1993: ¿alguna vez se hará una buena película basada en un videojuego? La corta pero triste historia de licencias de juegos adaptadas a la gran pantalla parece casi una tabla de récords de cómo hacer mal las cosas, desde la ridícula Street Fighter con Van Damme hasta la sobria y aburrida Max Payne con Mark Wahlberg. Para complicar aún más el asunto este sub-género se verá siempre marcado por las lamentables adaptaciones dignas de un (mal) realizador amateur que rodó Uwe Boll, con bodrios como Alone in the Dark, BloodRayne o Far Cry. Ni siquiera Jason Statham fue capaz de salvar otro desastre perpetrado por el inefable Boll, la aventura medieval In the Name of the King: A Dungeon Siege Tale.

Algunos de estos primeros fracasos pueden achacarse a la dificultad que entrañaba tratar de dilucidar cómo combinar los puntos fuertes de dos formas artísticas similares pero divergentes. En tiempos recientes, sin embargo, las películas basadas en juegos han contado con importantes presupuestos y gente con talento -como la entretenida pero vacía Need for Speed con Aaron Paul o la monolítica pasión de Duncan Jones por Warcraft- pero aun así han sido incapaces de cautivar a crítica y público. Lo que hace que todo esto resulte todavía más doloroso es que las películas basadas en cómics -otro arte denostado durante décadas, al que se acusó de pervertir las mentes jóvenes antes de que los videojuegos se convirtiesen en el blanco preferido para dichas críticas- son ahora las que dominan la taquilla. ¿Cuándo tendrán las películas basadas en juegos su éxito sorpresa a lo Iron Man, o incluso su momento rompedor como el que supuso el Batman de Tim Burton?

Tarda un buen rato, pero al final Vikander sí visita una tumba en la nueva Tomb Raider, pese a que los detalles sobre cómo soluciona Lara los rompecabezas son bastante opacos.

En apenas un mes pasarán por los cines de nuestro país tres grandes películas sobre videojuegos (o al menos relacionadas con ellos), un interesante cúmulo de estrenos que ofrece algunas pistas acerca de cómo ha progresado la situación. La primera en llegar fue Tomb Raider, una cinta que sobre el papel parecía tenerlo todo de cara para triunfar. Es una película basada en un videojuego de éxito donde aparentemente han colaborado los cineastas y el talento creativo responsable del material original. El papel protagonista recae en la oscarizada actriz sueca Alicia Vikander y la película se asemeja tanto a la actual saga Tomb Raider, centrada en las aventuras de una joven e inexperta Lara Croft, que no te culparíamos si confundieses su póster promocional con la portada del juego. Pese a ser una película relativamente sólida, el resultado final es un poco soso y carente de originalidad.

La película de Assassin's Creed con Michael Fassbender sufría un problema similar: era una cinta de gran presupuesto que trataba el material original con respeto, pero que aun con el dinero y la participación de Ubisoft no consiguió ser plenamente disfrutable. Fassbender, curiosamente, está casado con Vikander, lo cual hace que me pregunte si ambos compararon notas al respecto. Aunque no ha sido un desastre en taquilla, la tibia respuesta a Tomb Raider sugiere que la posibilidad de ver una secuela es poco probable. Si algún día otro cineasta tiene la oportunidad de rodar una película sobre Lara, seguramente podrá argumentar que es mejor tener cierta manga ancha a nivel creativo que ajustarse al patrón marcado por el videojuego del momento.

Desde sus masivas batallas hasta su tienda de armas tipo Borderlands, Ready Player One es una cinta repleta de videojuegos y cultura gaming.

La siguiente es Ready Player One, de Steven Spielberg, una futurista búsqueda del huevo de pascua que está plagada de huevos de pascua sobre la cultura pop. Aunque se basa en la novela del mismo nombre de Ernest Cline, Ready Player One es una película que busca desesperadamente hablar el lenguaje de los gamers, empezando por su propio título. Hay que reconocer que Spielberg -quien, recordemos, nos regaló hace años el fantástico Boom Blox de Wii- ha firmado una extravagante cinta que también podría pasar como un carísimo anuncio para la realidad virtual. En Ready Player One los videojuegos y la cultura gaming tienen tanta importancia como las películas, la música y la televisión. Hay guiños al GoldenEye de Nintendo 64, una escena con un genial cameo de Goro, uno de los villanos de Mortal Kombat, e incluso fondos con personajes de Street Fighter o Spartans del universo Halo. Muchos de estos guiños se suman a los que ya aparecían en el libro, y aunque Spielberg seguramente haya delegado en otros los detalles específicos -¿o quizás es un Tracer main jugando a Overwatch?- resulta obvio que su intención es que los jugadores se sientan una parte crucial de la épica de Ready Player One, aun cuando el resultado final parece un popurrí de referencias pop.

Y en tercer lugar, a principios de abril, se estrenará una película que maquilla sus orígenes en el videojuego, un regreso a aquellos tiempos en los que los productores de Hollywood se hacían con los derechos de una licencia para luego rodar cualquier cosa. Rampage se basa en el clásico arcade los ochenta de Bally, pero toda la promoción se ha centrado más en Dwayne Johnson y su bromance gorila albino gigante que en su pasado en los recreativos. Siendo justos, la película mantiene al trío de monstruos -un mono gigante, un enorme lobo y un lagarto mutante- destruyendo una ciudad, pero por lo demás es una excusa para ver correr a The Rock mientras los edificios a su alrededor se derrumban. No es la primera vez que el ex-luchador de la WWE trabaja en una adaptación de un videojuego, porque uno de sus primeros papeles fuera del wrestling fue la fallida Doom de 2005. Su carisma ha explotado desde entonces, así que si se da el caso de que Rampage es un éxito quizás podamos ver adaptaciones de otros juegos de Bally, como aquella Spy Hunter en la que estuvo involucrado durante años pero que nunca llegó a rodarse.

Rampage no publicita abiertamente sus orígenes en los salones recreativos, pero al menos el gorila gigante sigue llamándose George.

Así pues, tres películas sobre videojuegos en apenas un mes. Una ya se dice que no ha rendido en taquilla como se esperaba, otra no es exactamente sobre un videojuego pero que arrasará en todo el mundo y la tercera tiene a The Rock y a un lagarto gigante mutante. Quizás la primera gran película basada en un videojuego siga estando lejos, pero por lo menos los productores de cine lo siguen intentando. Y ahora que los tiempos de desastres como Super Mario Bros. han quedado atrás, parece que el público masivo encuentra el lenguaje, el ritmo y los rituales del videojuego menos extraños; mirad el éxito sorpresa de Jumanji: Welcome to the Jungle, una película construida enteramente alrededor de la lógica de un videojuego. Puede que esa película que lo cambie todo esté más cerca de lo que pensamos, y que por fin el medio pueda encontrar la validez que haga desvanecer el fantasma de Uwe Boll de una vez por todas. No sabemos cual será, claro, pero ahí están la película de Sonic que se estrenará en 2019 o ese proyecto maldito que es la adaptación de Uncharted. Veremos...


Traducción por Josep Maria Sempere.

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