Perfect Dark
Resistiendo el paso del tiempo.
Me hago mayor. Esa es mi primera impresión tras volver a jugar a un juego que hace diez años me encantaba. Entonces los conceptos en los videojuegos eran diferentes y “Perfect Dark” era concebido con la sana intención de superar a mi amado “Goldeneye”, del mismo equipo de programación y máximo exponente por aquel entonces de los FPS en la Nintendo 64. Rare para ello exprimió los circuitos de aquella consola y del soporte en cartucho y logró deleitarnos con una de sus obras más importantes, Perfect Dark era tan bueno y tan ambicioso que pedía a gritos una consola superior.
Diez años después alguien ha oído nuestra petición y 4J Studios se ha puesto manos a la obra para trasladar el original de Rare a la consola de Microsoft. La misma Rare que fue vendida por Nintendo, la misma que sufrió una fuga de cerebros poco después de pasar a formar parte de la compañía de Redmon, la misma que programó “Perfect Dark Zero” para el lanzamiento de la consola Xbox 360, la misma que ha cedido su licencia a 4J Studios para concentrarse en sus nuevas producciones.
Diez años en los que ha llovido demasiado como para contemplar este “nuevo” Perfect Dark con los mismos ojos. En la huida se esfumaron algunos de los responsables de esta pequeña maravilla y probablemente se desvaneció la posibilidad de ver mejora alguna en un título que cuenta con millones de seguidores. Perfect Dark para Xbox Live se limita a ser un calco del original para la consola de Nintendo adaptando la resolución en pantalla, el framerate y las capacidades online de la máquina que lo emula, pero una copia a fin de cuentas.
Diez años en los que el videojuego ha sufrido una evolución que no quiero dejar escapar, y que ha ido paulatinamente transformando los FPS ante las crecientes capacidades de las consolas. Por eso me hago mayor, porque mis gustos han cambiado. Y por eso las “conversiones” de los clásicos me dejan casi siempre un sabor agridulce, y esta no es una excepción.
Por 800 puntos Microsoft y apenas 250 megabytes el juego original de Rare puede volver a ser tuyo, rememorando cada esquina del mapa sólo o en compañía, ya sea de bots o de humanos a través de Internet, la gran excusa de las adaptaciones de videojuegos de otra época. Y eso tiene dos posturas encontradas, la de los que ya disfrutaron del clásico y la de los que lo prueban por primera vez.
Quienes ya pudieron jugar al Perfect Dark original se van a encontrar con el mismo juego. Las ideas que cada uno pudo hacerse en su momento valen cien veces más que la calificación que uno intente, modestamente, estimar. La conversión es perfecta, fluida, respeta al 100 por 100 el original y no cambia un ápice de los mapeados, de los enemigos controlados por la máquina o de su inteligencia artificial. También añade al modo a pantalla partida la posibilidad de jugar con o contra un amigo a través del Xbox Live, así que si vas a adquirir el juego recuerda que no divierte ni la mitad si no eres Gold. Sirven los mismos trucos y patrones de ataque, la dificultad es más o menos la misma –hay que jugarlo al menos en “agente secreto”, en la primera opción el juego es un paseo incómodo y demasiado sencillo– y las rutinas de la jugabilidad son clavadas. Eso sí, con un joypad ligeramente más sensible.