Análisis de Pinball Arcade
Amor y devoción.
Se ha dicho y escrito mucho sobre la desaparición del arcade con la muerte de los salones recreativos, pero en mi opinión nunca se ha lamentado suficiente el otro gran efecto colateral que trajo ese triste y radical cambio en la industria lúdica: la extinción de los pinballs - popularmente conocidos en nuestro país como "máquinas de millón".
En Farlight Studios deben pensar algo parecido, porque hace ya unos años se embarcaron en una "misión", como si de Jake y Elwood se tratasen: recrear de la forma más auténtica posible los mejores pinballs de la historia, con una fiel emulación de todos sus elementos, tanto mecánicos (bumpers, flippers, rampas, etc.) como audiovisuales. Es, explican, una iniciativa dirigida a preservar lo que llaman - con razón - una "parte indeleble de la cultura americana".
Su mimo y atención casi enfermiza por los detalles resulta especialmente evidente al trastear por las opciones y descubrir que cada mesa (de cuatro fabricantes: Williams, Stern, Gottlieb y Bally) posee un completísimo manual que describe y explica todas y cada una de las mecánicas y secretos, o incluso (en las que disponen de versión Pro) acceso al menú de operador. También resulta ser un acierto el modelo de negocio free-to-play escogido por los desarrolladores: la descarga base - gratuita - incluye una mesa, y a partir de ahí puedes comprar packs o pases de temporada (con diez mesas cada uno). Así, los fans completistas pueden hacerse con una colección completa, mientras que el usuario común puede adquirir sólo las que más le interesan o aquellas de las que guarda mejor recuerdo.
Si ya has jugado a Pinball Arcade en cualquiera de las plataformas en las que se publicó anteriormente (Xbox 360, PlayStation 3, PS Vita, PC, Mac, Android, iOS e incluso Ouya) es muy posible que no encuentres demasiados alicientes para pasar otra vez por caja con el port de PlayStation 4, cuya mayor novedad es un ligero lavado de cara - gracias a sus gráficos a resolución 1080p y a un nuevo motor de iluminación, bastante más espectacular - y un frame-rate un poco más estable. Decepciona un poco, además, que no hayan variado un ápice algunos de los elementos más criticados en las versiones existentes, como la calidad de algunas canciones - la de la pantalla principal suena como un fichero mp3 a 128kbps - o la interfaz de los menús, pese a que afortunadamente estos son aspectos que ya se ha confirmado se solucionarán en una futura actualización.
Pero esos pequeños detalles no empañan el factor fundamental que de verdad debería importarnos, la simulación de las máquinas físicas. Y ahí no hay pega alguna: la representación visual y sonora de cada una de ellas es impecable, la física de la bola es muy realista y, en general, cada mesa emana una autenticidad sorprendente. No puedo poner la mano en el fuego por todas, claro, pero habiendo jugado mucho a las versiones originales de Twilight Zone, Attack from Mars y, sobre todo, Theatre of Magic, sí estoy en condiciones de afirmar que el comportamiento de su simulación es poco menos que impecable.
Como juego para los verdaderos amantes del pinball es excelente, estando por encima de cualquier otra oferta dentro del género (incluyendo Zen Pinball 2), pero Pinball Arcade es en realidad mucho más que eso: es devoción por las máquinas de millón, es deseo de preservación de un tipo de juego casi extinto y es la búsqueda de la representación más fiel posible de las máquinas originales. Y con la promesa del futuro modo Challenge, las mesas de la segunda y tercera temporada, la nueva - y muy necesaria - interfaz de usuario, la actualización con 3D estereoscópico y la colección Pinball After Dark, resulta más que obvio el compromiso de los desarrolladores con un proyecto que tiene en el amor por el pinball su razón de ser. En Farsight pueden estar contentos; su peculiar apuesta ha dado fruto y han cumplido con éxito el objetivo que se habían marcado. Otros deberían aprender de su honesta filosofía y forma de hacer las cosas, desde luego.