Primeras impresiones de Nova-111
Turnos en tiempo real.
Las estalactitas cuelgan del techo mientras que las estalagmitas crecen desde el suelo. Cada pocos meses tengo que volver a cerciorarme respeto a este asunto, porque nunca consigo recordar la distinción, y a los juegos les encantan las estalactitas.
Las estalactitas tienen un comportamiento propio en los juegos, además, un patrón muy lógico de funcionamiento. Las estalactitas caen cuando caminas debajo de ellas, aunque raramente es un proceso instantáneo. Lo normal es que te avisen antes de caer, temblando durante unos segundos y luego despegándose del techo. Son la muerte que cae del cielo, pero con educación. En la vida real seguramente no sea así, sin embargo.
Nova-111 es la próxima compra obligatoria para los amantes de las estalactitas, y de hecho consigue hacer algo nuevo con este viejo atrezzo de los videojuegos. Nova-111 es un juego en el que mueves por turnos una pequeña nave espacial en una red de cuevas, pasando de un bloque a otro del mapa y haciendo una pausa, mientras el resto de cosas que tienes alrededor hacen lo mismo. Pero las estalactitas, en cambio, no se basan en turnos: se activan por el tuyo y caen en tiempo real. Es casi como una afrenta, como si no supiesen las reglas por las que se deberían regir.
Y la verdad es que ahí está lo bueno de Nova-111, porque es una aventura con puzzles en la que los elementos en tiempo real invaden continuamente un mundo basado en turnos, con sorprendentes resultados. El primer enemigo que encuentras es una especie de pico montado en gelatina. Trota hacia ti turno tras turno, y ataca tras mostrar señales de que se ha enfadado. Tus opciones son bastante decentes: puedes esquivar el ataque y golpearlo mientras se recarga, o puedes engañarlo para que ataque a un enemigo del mismo tipo posicionándote entre ambos antes de salirte de su camino. O también puedes atraerlo hacia una estalactita, y hacerlo pedazos entre turnos. Incluso tienes la opción de cazarlo mientras está durmiendo, algo que es bastante satisfactorio.
Esta curiosa relación se explica con el resto de enemigos del juego, o al menos con los que he podido ver en las primeras horas. Los blinkers se teletransportan por la pantalla turno a turno, dejando bombas que explotan en tiempo real. Los Latches te agarran con su viscosa lengua y te hacen daño si no los eliminar rápido, animándote a acelerar tus turnos con resultados devastadores. También hay un enemigo eléctrico que dispara lásers que se mueven por turnos, y también otros que explotan y que se mueven en tiempo real pero en los que se activa una cuenta atrás en tiempo real al ser golpeados. Todos son mortíferos, pero a todos los puedes volver en su propia contra. El juego tiene una especie de baile interno, mientras te posicionas para colocar una trampa y te escapas viendo como se desata el caos. La gracia está en encontrar la coreografía oculta en los pequeños mapas.
Tus propias habilidades crecen al tiempo que los enemigos. Tras unos minutos tenía la posibilidad de colocar bombas e incluso disparar un rayo láser, el cual tarda unos cuantos turnos en recargarse. Lo más divertido, irónicamente, está en las limitaciones: la sombra que cubre el mapa cuando no está en tu campo de visión implica el peligro de caer en una emboscada en cualquier momento, y el ataque básico requiere que estés realmente cerca de tu enemigo si quieres hacerle daño.
Con el tiempo sospecho que también entrará en juego el afán por el speedrun, superando los caminos de cada nivel usando el menor número de turnos posible. No estoy seguro de si volveré a jugarlo con ese objetivo, pero sí estoy convencido de que terminaré la campaña y me aventuraré en el modo New Game Plus. Nova-111 es realmente ingenioso, la verdad: combina elementos básicos que normalmente se mantienen por separado, y lo hace de una forma bastante atractiva.