Prinny: Can I Really Be the Hero?
C’mon, dood!
La mecánica se basa en la repetición como resulta obvio, mil prinnies dan para mucho sufrimiento y eso lo han sabido explotar muy bien los desarrolladores. Son mil y una las formas en las que juegan contigo obligándote a cruzar insondables barrancos saltando sobre gárgolas que escupen fuego, colocando enemigos invulnerables fuera de plano u obligando a pasar con cierto ritmo por determinados plataformas móviles. Todo orquestado por unos ritmos bastantes afables y un diseño artístico muy cercano al fan.
Los agotadores, y con frecuencia cómicos, jefes finales no faltan al final de cada zona, siendo importante el orden de selección en el que vamos enfrentándolos. Como hemos mencionado de pasada es posible elegir el orden de las fases, pero hay que tener presente que cada zona implica un avance del reloj del juego, lo que lleva a que los monstruos se fortalezcan o debiliten dependiendo del estado del ciclo día/noche, añadiéndole cierto toque de planificación al conjunto, y una nueva dimensión de dolor de cara al jugador.
En general, Prinny luce estupendamente. El colorido estilo cartoon del juego impulsa todo el diseño, brillando con luz propia los pequeños sprites de los prinnies con doble machete y bufanda escarlata, que junto a un número bastante alto de animaciones y expresiones, y el magnífico trabajo de doblaje (en inglés por supuesto, textos incluidos) de la jerga del inframundo le dan una personalidad única y encantadora a la ya de por sí peculiar perspectiva de Nippon Ichi. Y es que no es posible evitar dibujar un sonrisa al escuchar el clásico “ey, dood!” con el que los siervos de Etna terminan las frases.
Prinny tiene pocos fallos achacables al desarrollo, y más allá de varias decisiones de planteamiento no tiene mayores “peros”, si no consideramos la dificultad extrema como un inconveniente. Uno de los aspectos más puntillosos y que más pueden frustrar es el hecho de que el avatar no pueda modificar la trayectoria del salto en el aire, un pequeño matiz que obliga a estar seguro al cien por cien antes de ponerle en vuelo. Si erramos el salto con total seguridad le perderemos, o en el mejor de los casos nos quitarán un toque.
Si tuviésemos que comparar este Prinny con algún plataformas old-school ese sería sin ninguna duda Mega Man, por lo característico de su grafismo y el sadismo de su dificultad. La nueva propuesta de Nippon Ichi no viene sino a reafirmar que los retos siguen siendo divertidos, dando un puñetazo sobre la mesa en la ya no de por sí ninguneada reputación de los nuevos plataformas, sino en todo un catálogo de juegos portátiles de usar y tirar. Como los mismos Prinnies vaya.
Durante la elaboración de esta reseña han perecido 537 prinnies. Desde Eurogamer recomendamos utilizar este software con moderación, y recordad: “ellos nunca lo harían”.