Probamos el teclado mecánico TKL Callaz de Trust
Popular mechanics.
A lo largo de estos últimos años, uno de los periféricos que ha adquirido mayor relevancia es el teclado. Diferentes fabricantes han lanzado al mercado teclados pensados para distintos segmentos y para usos más dedicados, siendo uno de ellos el del gaming. Aquí nos encontramos con la prevalencia de nuevos diseños más agresivos y modernos, y la elección de dos tecnologías: la hasta ahora más habitual, de membrana, y la más premium, la de interruptores mecánicos. Estos últimos han experimentado una explosión en popularidad, aunque suelen tener precios bastante más caros. Puestos a ofrecer una alternativa al alcance de todos los bolsillos es donde entra la última propuesta de Trust.
El Callaz de la firma holandesa se engloba dentro de una nueva hornada de teclados mecánicos destinados al segmento gaming de entrada, con el objetivo de ofrecer ciertas características a un precio atractivo y asequible. El primer detalle que denota su enfoque hacia el mercado gaming es la adopción del formato TKL (ten key less), el cual reduce considerablemente el tamaño del teclado al eliminar el bloque numérico de la derecha. Esto ayuda a dejar más espacio en el escritorio para el ratón, aunque debemos tener en cuenta este factor si estamos muy acostumbrados a usar las teclas numéricas, porque al perderlas hay que recurrir a su posición habitual sobre las letras.
Pese a su formato compacto, el Callaz es bastante agradable de usar y ofrece una respuesta aceptable con sus interruptores mecánicos OutEmu Red. Aunque están un peldaño por debajo de unos Cherry, Gateron o Kailh y son un poco ruidosos, no se puede pedir mucho más por el ajustado precio que tiene el Callaz. Trust también ha implementado una solución de anti-ghosting, pero con un matiz importante; al pulsar un mayor número de teclas a la vez se perderá alguna de las primeras entradas. En un uso normal esto no supone ningún problema, pero en títulos que requieren muchas pulsaciones, como Final Fantasy XIV, sí que nos hemos encontrado ante la necesidad de reposiciones los dedos.
Donde se notan más las limitaciones impuestas por el precio es, sin duda, en la calidad de fabricación. No es ni mucho menos mala, ojo, pero al estar construido enteramente en plástico, el Callaz deja una sensación un poco más endeble que la de otros teclados que apuestan por combinaciones con otros materiales como el aluminio. El plástico, eso sí, también le permite reducir su peso a tan solo 652 gramos, haciendo que sea un teclado ideal para transportar en una mochila. Al final, se podría decir que es cumplidor en este sentido, pero que no oculta su naturaleza como dispositivo de gama de entrada y presupuesto ajustado.
Las limitaciones del coste, sin embargo, no se notan demasiado en la iluminación RGB, sorprendentemente eficiente. El Callaz tiene veinte modos distintos de iluminación, los cuales se pueden ir alternando pulsando una tecla, y que van desde el típico estilo de respiración o de barrido de luz hasta uno que ilumina solo las teclas que se van pulsando u otro que ilumina únicamente los bloques WASD y de flechas. Con un efecto sutil y no excesivamente brillante, la iluminación es bastante agradable, y únicamente se echa en falta la posibilidad de controlarla a través de software, directamente en el ordenador.
Al final, incluso contando con esos sacrificios de cara a reducir su coste, el Trust Callaz es una opción muy sólida para aquellos usuarios que desean pasarse a los teclados mecánicos, pero sin gastarse demasiado dinero. Evidentemente hay opciones mejores en el mercado, pero con un precio que se va a las tres cifras. El Callaz pulsa todas las teclas adecuadas, pero lo hace con un precio que suele rondar los cuarenta y cinco euros en la mayoría de tiendas, erigiéndose como una de las mejores opciones disponibles actualmente con dicho precio.