Análisis de Project Zero 2: Wii Edition
Para pasar miedo.
Recuerdo haber saltado de la silla en más de una ocasión jugando al Project Zero original, y no precisamente de alegría. La sobrecogedora atmósfera estaba tan conseguida que no lograba desprenderme de una sensación de indefensión y tensión constante a pesar de que estaba rodeado de algunos amigos. Tras pasar con él un par de noches soñé con niñas en kimono más translúcidas de lo normal durante algunos días, y no es algo en lo que desearías invertir tus horas de sueño.
La segunda parte de la saga, Project Zero 2: Crimson Butterfly, llegó a PlayStation 2 y Xbox hace ya nueve años, y hoy en día sigue estando considerado por muchos como uno de los mejores survival horror jamás creados. Quizá por eso Tecmo Koei y Nintendo, ahora copropietaria de la saga, han decidido traerlo de vuelta en un remake para Wii que conserva su esencia y que añade algunas novedades para disimular el paso del tiempo. Por eso, y para redimirse por no publicar Fatal Frame IV en Europa.
El juego, al igual que toda la saga, ha estado fuertemente influenciado por las historias y leyendas de terror japonesas tradicionales, y recuerda mucho a películas como The Ring (Ringu, 1998) o La Maldición (Ju-on, 2004), con las que comparte origen, niñas ahogadas y más de un guiño. Dos hermanas gemelas, Miyu y Mio - a quienes controlamos -, llegan a un poblado encantado y empiezan a ser testigos de extraños sucesos que están mucho más relacionados con ellas de lo que parece en un principio. Bueno, se intuye desde el primer minuto, pero ya me entendéis. Para combatir a los fantasmas y espíritus que nos iremos encontrando no dispondremos de armas sino únicamente de una cámara encantada conocida como la Cámara Oscura, capaz de captar aquello que el ojo humano no debería ver.
"El modelado de las protagonistas se ha rediseñado y la cámara estática se ha sustituido por una tipo Resident Evil 4."
Como era de esperar, han pulido algunos detalles para disimular un poco el paso del tiempo: las protagonistas se han rediseñado con un modelado más adulto y la cámara estática del original se ha sustituido por una que se sitúa encima del hombro de la protagonista, al estilo de Resident Evil 4. Se agradece, porque una de las principales razones por las que Crimson Butterfly infundía tanta tensión era, precisamente, por la jugabilidad que ofrecían los condenados ángulos fijos y los cambios bruscos de cámara que impedían ver con claridad qué estaba pasando. Sin embargo no es oro todo lo que reluce: ahora es la espalda de la protagonista la que se encarga de ocupar media pantalla, por lo que más o menos nos hemos quedado en el mismo sitio y la esencia no se ha visto alterada.
También han cambiado los controles, y ahora podemos explorar libremente nuestro entorno para encontrar medicinas, películas para la cámara y demás parafernalia. Para añadir un poco más de dinamismo a la exploración cada vez que cogemos un objeto se activa una animación en la que la protagonista va estirando su brazo poco a poco (MUY poco a poco) mientras mantenemos pulsado A. La triquiñuela está en que, eventualmente, una mano fantasma aparece para abalanzarse hacia nosotros, por lo que si no somos ágiles y no soltamos el botón a tiempo se lleva consigo una buena porción de nuestra vida.
Lo que sí resulta imperdonable a estas alturas es lo poco intuitivo y dinámico que es el control. Está bien revisitar una aventura de terror tradicional, pero no hace falta que nuestras manos se sientan como en 1998. La cámara es demasiado lenta y confusa porque utiliza ambos mandos en lugar de centrarse únicamente en el puntero de Wii o en el joystick del nunchaku, y eso es algo que no tiene mucha gracia cuando estás rodeado por espíritus desnucados que pueden materializarse detrás de ti en un santiamén. Desenfundamos la cámara con el botón B y echamos las fotos con A; cuanto más tiempo enfoquemos al espectro, si es que resulta ser hostil, más daño le causaremos, un daño que podemos aumentar cambiando las lentes y mejorando la cámara en el menú de opciones.
Debido a que sólo se usa el acelerómetro y no el puntero del mando de Wii, tareas que resultarían tan intuitivas como iluminar con la linterna o fijar un objetivo con nuestra cámara dan más de un dolor de cabeza antes de que empecemos a acostumbrarnos. Es, claramente, el apartado menos trabajado; al menos nos queda la duda de si se ha decidido adoptar este control para infundir todavía más indefensión en el jugador o si es así por incompetencia en el diseño. Creeremos en la primera opción.
"Efectos de sonido como crujidos, gruñidos, gritos y golpes están presentes constantemente y conforman una atmósfera envidiable."
Project Zero 2: Wii Edition es como revisitar los juegos de terror clásicos porque consigue mantener perfectamente su esencia, y porque también mantiene los mismos controles imprecisos y frustrantes que disfrutamos en los inicios del género. La historia, por su parte, tarda en despegar, y las escenas cinemáticas, con un doblaje que deja mucho que desear, se encargan de interrumpir unos momentos que de haber sido ejecutados en tiempo real hubieran causado un mayor impacto en el jugador. Aun así termina enganchando porque sabe fundirse sorprendentemente bien con la maravillosa ambientación. Los efectos de sonido como crujidos, gruñidos, gritos y golpes están presentes constantemente y conforman una atmósfera envidiable que se permite algunas licencias si tenemos activado el altavoz del mando de Wii.
Y tras el modo Historia, que puede superarse sin problemas en unas 8 horas, nos queda un nuevo modo añadido llamado Casa Embrujada - con cooperativo incluido - en el que se nos presentan tres minijuegos on-rails que incluyen desafíos y que ponen a prueba el control que tenemos sobre nuestro propio miedo. Por ejemplo, en uno de ellos debemos sujetar el mando de Wii y mantenernos impasibles ante los posibles sustos sin agitarlo. En efecto, suena mucho mejor sobre el papel que lo que termina siendo en realidad. Quizá cuando se ponga a la venta el Wii U Vitality Sensor, ¿eh Ninty?
Project Zero 2: Wii Edition sigue siendo una experiencia imprescindible para los amantes del survival horror, pero a pesar del remozado apartado gráfico, con escenas CG rediseñadas y nuevos efectos de iluminación, no consigue desprenderse de un apartado técnico pobre y un control muy poco intuitivo. Jugad con las luces apagadas y el sonido a tope, no obstante, y la ambientación hará que todos esos problemas se diluyan como espectros en la niebla.