Redescubriendo la ciudad con Pokémon GO
Urbes aumentadas.
Cuando alguien empieza a jugar a Pokémon GO, pronto es capaz de distinguir quién más está con la aplicación abierta con tan solo despegar un momento la mirada de la pantalla. La manera en que se alternan las miradas entre el móvil y la calle son tan particulares que saltan a la vista, sobre todo porque los jugadores tienden a congregarse en torno a ciertos puntos. Los Pokémon, las Poképaradas y los Gimnasios son comunes a todos los jugadores, de manera que los lugares que concentran estos tres elementos atraen a todos los usuarios de la aplicación y modifican cómo nos movemos por la ciudad.
No tiene por qué alterar nuestro día por completo, pero sí lo suficiente como para que tomemos caminos alternativos a los habituales, alarguemos nuestros paseos o nos movamos en rutas circulares para pasar por delante del máximo número de Poképaradas. Este cambio de hábitos resulta interesante por las oportunidades que proporciona, sobre todo de cara a conocer más en profundidad nuestras propias ciudades.
La app de Niantic muestra un plano de nuestro entorno a partir de los datos de Google Maps, y en él marca las Poképaradas y los Gimnasios con señales que nos permiten encontrar estas localizaciones desde una distancia considerable. Estos puntos no se eligieron al azar, sino que fueron recopilados por los jugadores de Ingress (2013), el anterior juego de la compañía. En él los jugadores debían recorrer las ciudades capturando puntos clave llamados "portales" para su equipo: La Resistencia o Los Iluminados. Según la página de Ingress, los "portales" que sugerían los jugadores debían cumplir uno de estos tres requisitos:
- Una ubicación con una historia interesante o un lugar histórico o con valor educativo
- Una obra de arte de interés o una obra arquitectónica única
- Una joya oculta o un lugar característico de tu comunidad
El resultado es que la mayoría de portales son parques, plazas, estatuas, edificios simbólicos y muestras de arte urbano. Elementos situados en el espacio público, accesibles a cualquier peatón sin necesidad de coger un vehículo. Lugares que nos son familiares, otros por los que podemos haber pasado por delante decenas de veces sin fijarnos y algunos a los que jamás nos habríamos acercado al estar un poco alejados de nuestras rutas habituales.
Estos lugares son lo que Kevin Lynch, autor del influyente libro "La imagen de la ciudad" (1960), llamaría "hitos" o "puntos de referencia". Según Lynch, la imagen mental que tenemos de una ciudad viene dada por cinco clases de elementos: "senderos" (lugares de desplazamiento), "bordes" (fronteras entre distintas zonas), "barrios" (agrupaciones de edificios con características similares), "nodos" (puntos de intersección entre elementos) y los propios "hitos". La combinación de todos ellos es la que nos permite leer, comprender y describir una ciudad.
Un "hito" es un objeto que se puede distinguir desde una cierta distancia y nos ayudan a orientarnos en el espacio. Pueden ser casi cualquier cosa y de cualquier tamaño: unas escaleras apartadas de la acera, una parada de transporte público, edificios que destacan sobre la línea del horizonte, accidentes geográficos que condicionan el crecimiento de una ciudad. Piensa en qué tipo de sitios elegirías para quedar con alguien o qué elementos mencionarías para guiar a una persona que no conoce una zona: casi seguro que todas tus opciones se pueden considerar en mayor o menos medida "hitos".
Los usuarios de Ingress llenaron el mapa de portales marcando los "hitos" de ciudades y pueblos. En muchos casos podemos comprobar que han incorporado aquellos que no saldrían en ninguna guía de viaje, pero que sí tienen importancia para los vecinos de comunidades más pequeñas. Son esos hitos de menor tamaño pero gran carga afectiva que ayudan a obtener referencias a una escala más pequeña, generar aprecio hacia la zona donde uno vive y crear un cierto sentimiento de pertenencia a una comunidad.
Gracias a este trabajo Pokémon GO nos permite redescubrir la forma de navegar por ciertos lugares a pesar de que esa no fuera su intención original. Cambiar aunque sea por unos días nuestros hábitos de desplazamientos, empujarnos a otros caminos para encontrar nuevas cosas en nuestra ciudad, convertir el espacio urbano en algo menos cartesiano y más lúdico.
La búsqueda de "hitos" es el elemento protagonista de otras aplicaciones, como es el caso de Geocaching (2000, Groundspeak). Un juego de caza del tesoro global que nos invita a buscar pequeños contenedores (geocachés) situados en unas coordenadas determinadas que debemos introducir en un GPS, aunque a veces la cosa se complica a través de pistas más elaboradas que requieren algo de conocimiento del lugar.
Los geocachés más fáciles se esconden en lugares de pública concurrencia como parques o puentes, a la vista de casi cualquiera, pero que requieren un pequeño plus de esfuerzo para ser encontrados. Los jugadores de esta aplicación suelen referirse a los que no juegan como "muggles", igual que aquellos habitantes del universo de Harry Potter que, al ser ajenos al mundo de la magia, eran incapaces de fijarse en ella aunque sucediera delante de sus narices.
Esta búsqueda nos puede llevar a lugares tan particulares como alguna de las 20 torres de defensa de los siglos XVI-XVII conocidas como "Torres de la Huerta", en Alicante. Suelen ser un tema recurrente en los trabajos de los estudiantes de Arquitectura locales: cómo recuperarlas, en qué convertirlas, qué tipo de intervención realizar, pero sobre todo, cómo lograr que la gente se de cuenta de su importancia como patrimonio siendo tan fácil pasar por delante con el coche y no reparar en ellas.
Paseando por la zona, pude comprobar que todas las torres por las que pasé estaban registradas en la aplicación; de hecho, son prácticamente las únicas Poképaradas de la zona. Esto les da una presencia destacada para los jugadores, que además pueden conocer el nombre del lugar al que se dirigen. Ayuda a enmarcar estos lugares olvidados, devolviendoles su identidad y su importancia al destacarlos por encima del entorno en la aplicación.
Sin necesidad de irnos a ejemplos tan monumentales, sí puedo decir que desde que he descargado la aplicación he encontrado graffitis que desconocía, he investigado qué conmemoran las estatuas de otras ciudades y hasta me he desviado para entrar en pueblos que solo había cruzado en coche. No porque la app me obligue, sino porque premia la curiosidad y el movimiento.
En Geocaching la búsqueda de localizaciones es parte integral del juego, hay que ir con intención de encontrar estos lugares. En Pokémon GO es una consecuencia de la manera en que este se plantea: encontramos estos "hitos" ocultos sin ni siquiera pretenderlo, tan solo como una parte del proceso para poder avanzar en el juego. Vamos andando por la calle y nuestro recorrido se ajusta de manera natural para tratar de pasar por todas las Poképaradas posibles.
Una consecuencia derivada de esto es que la aplicación premia a los jugadores que recorren lugares con más densidad de "puntos de interés", es decir, los centros urbanos: las zonas con mayor densidad de población y mayor diversidad de situaciones atraen a más jugadores de la aplicación. Conforme nos aproximemos al núcleo de una ciudad encontraremos más plazas, más edificios importantes, más lugares con relevancia histórica.
Mi experiencia con el juego se ha resentido un poco por esto: al vivir en una zona exclusivamente residencial, solo tengo dos Poképaradas a cinco minutos andando y otro par a diez minutos, aunque en direcciones opuestas. Las que están más lejos coinciden con las paradas de transporte público que me permiten llegar al centro, así que la jugada está clara.
En cualquier caso, nunca hay que dejar de lado que la capacidad de Pokémon GO de enmarcar elementos no es intencional, sino fruto de que su base de datos coincida con la de Ingress. El número de jugadores de esta app se aleja mucho de los monstruosos números de la aplicación licenciada por The Pokémon Company: en 2015 se hablaba de 8 millones de descargas* de Ingress tras su lanzamiento oficial a finales de 2013. Se estima que Pokémon GO lleva más de 75 millones en sus primeros 18 días.
Quizá por ello, la base de usuarios de Ingress buscó lugares con importancia para los propios jugadores antes que lugares que apelen a un público lo más amplio posible como grandes superficies. Aunque hay tiendas, su número es pequeño en comparación con el resto de elementos; prácticamente todos los comentarios que he escuchado al respecto hablaban de la sobrerrepresentación de las muestras de arte urbano. Sin embargo, es probable que la fuerza del trabajo de Ingress se diluya en las próximas semanas.
La salida de Pokémon GO en Japón vino de acompañada de una alianza con McDonalds para convertir la mayoría de los 3600 restaurantes de este país en Poképaradas. En poco tiempo deberíamos ver en el resto del mundo acuerdos parecidos para la aparición de "puntos de interés promocionados". Es inevitable esto llegue a occidente y que Pokémon GO vaya perdiendo progresivamente la capacidad de fomentar el descubrimiento para lanzarnos de vuelta a los lugares comunes como centros comerciales o cadenas de cafeterías.
La agencia InfoScout realizó una serie de encuestas en las que salía a relucir que un 75% de los usuarios de Pokémon GO terminaban por comprar en los comercios cerca de Poképaradas, y que hasta un 56 % deseaba de forma activa que se abriesen nuevas Poképaradas. Las cifras de consumo en restaurantes subían hasta el 86%; no es de extrañar que un gigante de la búsqueda de locales de restauración como es Yelp incluyese un filtro para buscar restaurantes donde se pudieran recoger Pokéballs durante la comida.
Me encantaría comprobar qué sucedería si Niantic optase por animar a sus usuarios a destacar localizaciones que nos permitiesen descubrir rincones ocultos de nuestras ciudades, pero una cosa es mi idealismo y otra bien distinta es la realidad. Pokémon GO es un negocio, no una aplicación para cambiar nuestra percepción de los lugares por los que nos desplazamos; no por ello voy a dejar de disfrutar de este pequeño accidente.