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Retroanálisis: Stronghold

Simulador de reinos.

Esta entrada está escrita por el staff de Game Over. Para ver todos sus artículos podéis visitar su blog, que está dentro de Eurogamer.es.

Hablar de SSI es hablar de LA compañía de los juegos de rol de finales de lo 80 y principios de los 90: Eye of The Beholder, Dungeon Hack, Dark Sun o los denominados "Golden Box". Todo lo que fuera Advanced Dungeons & Dragons era editado por esta gente, poseedores de la licencia de TSR, editores del juego de rol. Pero un día deciden publicar un extraño juego no basado en AD&D, si no en Dungeons & Dragons, la anterior versión del popular juego; y no es un juego de rol, si no de estrategia.

De la mano de Stormfront y distribuido por Strategic Simulations Inc, en 1993 llega Stronghold.

Stronghold es una de las apuestas más curiosas en el mundo de los juegos D&D/AD&D de los 90, pues lejos de los tradicionales juegos de rol, que hicieron que SSI se ganase un rincón en nuestros roleros corazones, estamos ante un juego de estrategia y gestión ambientado en el pretérito Dungeons & Dragons ya "obsoleto" en los 90.

Comenzamos nuestra andadura creando un líder, que será nuestro personaje inicial. Deberemos determinar la que será su clase (mago, guerrero, clérigo, ladrón, mago, elfo o halfling) y que determinará el tipo de acólitos que atraeremos; también elegiremos  su alineamiento, que definirá el objetivo del juego: ser nombrado emperador, exterminar a todos los enemigos o ambas cosas, en función de si somos legales, caóticos o neutrales.

Lejos de los tradicionales juegos de rol, que hicieron que SSI se ganase un rincón en nuestros roleros corazones, estamos ante un juego de estrategia y gestión ambientado en el pretérito Dungeons & Dragons ya "obsoleto" en los 90.

El siguiente paso es seleccionar la ubicación inicial de nuestro castillo, porque esto es, como reza la caja, un "simulador de reinos", y no se puede mandar desde una chabola: aquí hemos venido a hacer las cosas a lo grande. Lo primero que nos encontramos, una vez en faena, es la interfaz, que se divide en la pantalla de juego y el control de zona, y en la de acceso a personajes. En la primera vemos la sección del mapa en la que nos encontramos, así como los edificios, personajes y monstruos que pueda haber. El acceso a personajes es una forma rápida de acceder a la ubicación central de los cinco líderes que podemos controlar, siendo uno de ellos el seleccionado al inicio.

Por otro lado, el control de la zona consiste en un triángulo en el cual en cada uno de sus vértices pone "construir", "reclutar" (adquirir nuevos seguidores) o "entrenar" (subir de nivel a los anteriores), y un punto dentro del mismo que moveremos en función de la tarea que queramos para la zona. Si elegimos reclutar, llevaremos el punto lo más posible hasta la zona, o si, por el contrario, deseamos un equilibrio entre el entrenamiento y la construcción, lo situaremos en la posición adecuada.

Y es que cuando empezamos sólo están nuestro castillo en obras y un seguidor del mismo tipo que nuestro personaje. Si estamos reclutando tarde o temprano aparecerá un segundo, un tercero, etc. Estos se moverán a las secciones adyacentes del mapa, habilitándonos a construir, pues es la única manera de poder hacerlo inicialmente. Y digo inicialmente porque podemos crear un nuevo líder donde queramos, de forma que tengamos hasta cinco, y no tardaremos en descubrir que necesitaremos un equipo equilibrado para la tarea final del juego.

Al crear un personaje se nos da la misma elección que con el primero que hicimos: tipo de personaje. Dependiendo de éste, en una zona se podrá tener acceso a unos edificios concretos (por ejemplo, el gremio de magos) o se recibirán bonus al funcionamiento de ciertas estructuras (los halflings son excelente agricultores, por nombrar un caso). Así pues, parte de la estrategia se basará en saber qué construir con quién, y es que no hay mejores mineros que los enanos ni mejores comerciantes que los ladrones.

Según progresemos en el juego comprobaremos que lo más efectivo es hacer zonas de temática común, con los campos en unas partes concretas, cuarteles en otras, cofradías en éstas y mercados en aquellas. Así, al moverse los seguidores, la zona irá creciendo exponencialmente.

Al expandirnos por el mapa, iremos encontrando guaridas enemigas y deberemos mandar seguidores a limpiarlas, proporcionando otra forma de subir de nivel a los seguidores y ayudando a la victoria militar, así como a la adquisición de nuevas tierras colonizables.

Con el tiempo el reino adquiere un tamaño considerable y se hace muy difícil de controlar debido al micromanejo que requiere, pero ver evolucionar a nuestros seguidores, observar como se expanden nuestros dominios y mandar raids a dungeons hacen que el juego sea una experiencia muy, pero que muy satisfactoria.

Stronghold es una rara avis dentro del mundo de los juegos de licencia D&D/AD&D, pero en su momento resultó una agradable sorpresa para los fans de la franquicia y un producto absolutamente disfrutable para todo el mundo, y continua siendo un juego muy divertido que ha envejecido magníficamente.

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