Rise of Nightmares
¿Diversión en serio para jugadores serios?
Suerte que a medida que avanzamos vamos encontrando armas cada vez más devastadoras y esto nos pone las cosas más fáciles. Empezamos con cuchillos, jarrones y escalpelos, y acabamos con fuelles con ácido, puños eléctricos, sierras mecánicas, picadoras de carne y demás arsenal casi siempre de cuerpo a cuerpo. De hecho, bastante avanzada la aventura conseguimos un poder especial suplementario que activamos con el brazo izquierdo y que funciona de maravilla para acabar con grupos numerosos de enemigos. No entendemos como algunas de estas acciones no se incluyen mucho antes, y es que a nivel de diseño es una pena que las mejores armas -y también las mejores situaciones en general- tarden tanto en llegar. Como juego sencillo que es este Rise of Nightmares, solamente podemos llevar un arma al mismo tiempo, que se sustituye al cambiarla o desaparece cuando se gasta.
Aparte de vérnoslas con zombis y demás abominaciones también hay que sobrevivir a otras trampas, unas más inspiradas que otras. Esquivar cuchillas y demás elementos punzantes os traerá de cabeza si os encontráis en medio de uno de esos momentos en que Kinect deja de funcionar o hace lo que le da la gana de forma repentina. Seguramente entonces os matarán y tendréis que volver a empezar desde bastante atrás, porque los puntos de guardado automático no están todo lo cerca que quisiéramos. No obstante, otras situaciones sí que están bien pensadas, por ejemplo, tener que taparnos los oídos ante sonidos muy fuertes, quedarnos quietos para que no nos detecten o algunas de las acciones especiales como las que hemos descrito al principio.
Todo este conjunto de acciones están al servicio de un argumento típico de terror inspirado en películas como "Hostel". La historia se ambienta en Rumania, con un científico loco, zombis, experimentos y torturas (bastante de mal gusto si no os van estas películas), pero con la particularidad de que va ganando más y más en locura a medida que avanza el juego. Hacia el final incluso encontraremos algún giro de guión sorprendente, pero lo cierto es que por muy fanáticos que seamos de este género la historia no es para tirar cohetes -y menos todavía con unas cutscenes tan cutres, largas y pesadas (y todo con gráficos más propios de la primera Xbox pero en alta definición).
De hecho, la ridiculez de la mayoría de situaciones y toda la demencia condensada en este juego pueden llegar a convertirse, por momentos, en puro carisma videojueguil. La posibilidad de romper cajas y barriles a puñetazo limpio es un ejemplo, como también el asqueroso momento en que hemos de buscar una llave dentro de las asquerosas tripas de un zombi. Pero aún con estos momentos absurdos, el juego se toma demasiado en serio a si mismo y eso es un gran problema. Si Rise of Nightmares estuviera enfocado para ser disfrutado más en grupo sería mucho mejor. Pero para eso harían falta más sustos, más muertes estúpidas, y sobre todo mucho más ritmo y menos cintas de cassette con confesiones y demás recursos para dar profundidad cuando no se tiene.
Hay que valorar la osadía de SEGA al intentar transportar casi todas las mecánicas de un juego de acción en primera persona a la detección de movimientos de Kinect. Merece respeto por ello, porque realmente estamos ante una experiencia única hasta el momento, una base sobre la cual se puede ir mejorando pero que de momento no pasa de experimento. Contrariamente, lo que todavía no entendemos es lo que la gente de Microsoft entiende por "diversión en serio", pero a juzgar por lo que hemos vivido con este juego casi que preferimos estar de cachondeo hasta el fin de los días.