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Rocksmith 2014

Lecciones maestras.

Este análisis forma parte de la sección de Game Over.

Los juegos musicales de la ralea de Guitar Hero están muertos y acabados. La lucha entre Rock Band y el citado título acabó inundando el mercado de juegos de calidad desigual y el loco intento de salvar los papeles con Guitar Hero Warriors of Rock y su renovación del controlador/guitarra acabó en un relativo fallo comercial y de crítica: la fórmula estaba demasiado exprimida y el agotamiento era patente.¿Qué hacer, pues, para volver a sacar el dinero a los aficionados al género? Todo comenzaría en la Game Developers Conference de 2008 con la demostración tecnológica de un cable que permitía usar una guitarra eléctrica en un PC sin necesidad de usar interfaces digitales. Y en Ubisoft, que estaban preparando su propio juego musical, no dudaron en comprar el pequeño estudio detrás de Guitar Rising y contratar a sus desarrolladores para encargarles la creación del que puede ser el mejor juego musical de su género: Rocksmith.

Y sí, he dicho guitarra eléctrica. Olvidad el uso de mandos de plástico y el comprar cacharros que acaban cogiendo polvo al mes de haberlos comprado. Rocksmith requiere tener una guitarra o bajo electricos, pues está orientado al público que quiere aprender y disfrutar de tocar un instrumento. El primer Rocksmith, aparecido en 2012, arrastraba características de las sagas Guitar Hero o Rock Band quizá en un intento de hacer la transición más amigable, pero en Rocksmith 2014 han sabido romper con todo ello y han creado un producto absolutamente redondo y enfocado al aficionado a la música, tanto el experto como para quien busca iniciarse.

"Rocksmith hace uso de dificultad adaptativa en tiempo real: el juego añade o quita notas según sea nuestro nivel de habilidad. Si fallamos demasiado veremos como desaparecen parte de las notas y sólo tendremos que tocar una parte de ellas."

El juego incluye todas las lecciones necesarias para aprender de cero a tocar la guitarra o el bajo o mejorar nuestra técnica, así como un buen montón de minijuegos que harán de practicar una experiencia muy divertida. Y puede parecer algo muy tonto aprender algo tan básico como los cambios de cuerda o la intensidad de una nota a base de hacer cruzar la carretera a pollos o recoger monedas subidos en una ballena, pero funciona increíblemente bien. Los minijuegos aportan una variedad y, sobre todo, una diversión a prácticas que pueden resultar repetitivas para el novato o incluso el iniciado. Además el juego nos irá recomendando lecciones o minijuegos basados en las canciones que queramos aprender, pues en ningún momento oculta la labor didáctica, que es la espina dorsal del juego.

El tracklist del Rocksmith original era algo bueno, aunque mejorable: convivían un puñado de temazos con demasiadas piezas mediocres o aburridas de tocar. En la versión 2014 han sabido reunir una selección de lo más adecuada. Tenemos desde cosas sencillas pero muy satisfactorias como son los Ramones hasta verdaderas máquinas de destruir dedos como es el The Trooper de Iron maiden. Y por medio Alice Cooper con No More mr Nice Guy, REM y su Losing my religion o Mastodon, Nirvana, MUSE, Pantera, Oasis, White Zombie... Y ya hay varios DLC con cosas como Disturbed, Hotei o Alice in Chains. Y aunque el precio parezca discutible, pues la media son 3€ por canción, la dedicación y tiempo que necesita cada tema hacen que los valgan ampliamente.

Y ésto nos lleva a hablar de la dificultad. ¿Cómo puede el juego ser adecuado tanto para el novato como para el veterano?

Rocksmith hace uso de dificultad adaptativa en tiempo real: el juego añade o quita notas según sea nuestro nivel de habilidad. Si fallamos demasiado veremos como desaparecen parte de las notas y sólo tendremos que tocar una parte de ellas. Si dominamos una sección, accederemos a la partitura completa e incluso al modo maestro, en el que las notas no aparecen en pantalla y sólo lo hace un indicador avisando si hemos tocado bien, tarde o mal. En este punto, y como única crítica, hay que decir que el modo maestro se activa con demasiada facilidad y a poco que lo hagamos bien nos veremos perdidos en un infierno de fallos. Afortunadamente, el juego es configurable al extremo y podremos desactivar los cambios de dificultad, asignar una por defecto e incluso desactivar únicamente el modo maestro, permitiéndonos tocar con toda tranquilidad la partitura completa. Y es que uno de los puntos fuertes es la personalización de las opciones: podemos regular prácticamente todo para sentirnos lo más agusto posible y preocuparnos sólo por la música. Incluso podemos ajustar una de las cosas que alguno de los expertos en guitarra con los que he hablado más odiaban de los Guitar Hero: la diferencia de tiempo existente entre que la nota se muestra en pantalla y el momento en que hay que pulsarla. Algo tan simple pero rebuscado es muy molesto cuando conocemos bien una canción; y es que el juego presenta la nota con tiempo para que el jugador reaccione, pero si dominamos la partitura notaremos el desfase y puede distraer. Afortunadamente podemos regularlo al gusto, como tantas otras opciones.

"Insisto mucho en el concepto "dominar una canción" porque de eso se trata, de aprender, tocar y disfrutar."

Insisto mucho en el concepto "dominar una canción" porque de eso se trata, de aprender, tocar y disfrutar. El juego nos proporciona herramientas, como un repetidor de riffs increíblemente ajustable para que practiquemos cada parte del tema deseado con seguimiento de los errores, variaciones en la velocidad o la posibilidad de pausar en cada nota para las partes más complicadas. Cada canción es un mundo y, si tengo que hablar en mi experiencia, en las casi ochenta horas que he dedicado a Rocksmith 2012 no he tocado ni la mitad de los temas mientras que otros tienen más de sesenta o setenta ensayos completos. Es más, si Rocksmith 2012 incluía un modo carrera a semejanza de Guitar Hero, más innecesario dada la naturaleza del título, en Rocksmith 2014 se ha sustituido por el llamado modo sesión. En él seleccionaremos tempo e instrumentos al gusto como acompañamiento y tocaremos a placer, sin limitaciones de ningún tipo, cosa que resulta estupenda para practicar técnicas o incluso tener una batería de fondo para ensayar canciones que no vienen en el juego, pues el resto de instrumentos se adaptan a nuestras notas y, por decirlo de alguna manera, aprenden a seguirnos. Quizá sea la adición más destacable, en mi opinión.

Otra de las novedades es el modo continuo, que nos permite crear una playlist para tocar nuestras canciones favoritas y que es una función que usaremos la mayor parte del tiempo. Y ya que estamos comentando diferencias con la versión anterior hay que nombrar una mejora sustancial en el sistema para ordenar las canciones, pudiendo hacerlo por autor, título, favoritas dominio y muchas otras formas. Incluso por afinación.

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La citada afinación también ha sido mejorada considerablemente. No solo hay más canciones con afinaciones variadas, sino que el afinador es mucho más preciso, aunque sigue fallando un poco en ocasiones en las canciones que se tocan en notas muy bajas como drop D bemol -afinación típica de grupos de metal-, pues en ocasiones el juego fallará en detectar notas en algunos trastes cuando la canción es muy rápida. No es tan frecuente como en la versión anterior, pero es algo que deben mejorar.

En cuanto al multijugador, es delicioso. Una guitarra y un bajo pueden tocar juntos, seleccionando cada uno su propia dificultad e incluso si la guitarra será rítmica o principal. La pega es que sólo podremos jugar en la misma consola o PC y cada jugador necesitará su propio cable, como es lógico. La explicación a la falta de online está en la latencia, pues a poco lag que hubiera la interpretación sería algo frustrante. Personalmente y tras haber podido jugarlo con alguien tocando la guitarra al lado, tengo que decir que es la forma perfecta de disfrutarlo. La sensación de tocar junto a alguien es magnífica y le da al juego una dimensión completamente nueva y gratificante.

Así pues, queda claro que Rocksmith es un juego que tiene un público muy, muy concreto. No es para el jugador casual, entendiendo como tal a quien le dedicaría un rato o un par de horas. El título requiere mucho, mucho tiempo, al igual que el aprender a tocar un instrumento, sea bajo o guitarra. Las lecciones, minijuegos y el repetidor de riffs hacen que aprender a tocar resulte un proceso mucho más asequible que simplemente hacerlo por nuestra cuenta, pero hay que echar muchas, muchas horas para mejorar. Sin embargo, si le dedicamos el tiempo, la paciencia y la práctica necesaria, Rocksmith nos recompensará con una satisfacción considerable. Y es que, no nos engañemos: es un juego, una ayuda, un punto de apoyo si lo preferís así, para practicar y divertirnos tocando. No interesará a quien busque una diversión rápida y a otra cosa: simplemente no es su público. Pero, si disponéis de guitarra o bajo o incluso si estáis pensando en haceros con uno barato para aprender, Rocksmith 2014 es un juego absolutamente imprescindible.

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