Rogue Warrior
La mala educación.
La IA no es el único aspecto que denota el total pasotismo por parte de los programadores. La detección del impacto de los disparos en los enemigos suele fallar más que una escopeta de feria, las animaciones de las muertes a veces resultan escandalosas (ver a un coreano hacer una doble voltereta al ser abatido estando quieto y de pie resulta hilarante) y el sistema de cobertura muchas veces no funciona, haciendo a Marcinko totalmente vulnerable frente los disparos enemigos.
Se supone que Rebellion ha usado en este nuevo juego su motor gráfico Asura, basado en el idTech 4. A efectos prácticos, no sabemos dónde ha quedado el genio del motor de John Carmack: Rogue Warrior tiene un aspecto gráfico propio de la anterior generación, con modelados muy poco detallados, texturas borrosas y de poca calidad, frame-rates bajos y efectos gráficos de complejidad risible. Los problemas de frame-rate, por si fuera poco, también conllevan problemas de feedback y respuesta en el control, que muestra un lag y una falta de precisión exasperantes.
Así que tenemos una cortísima campaña que deja mucho que desear. "Bueno", pensarás, "al menos nos queda el modo multijugador". Mejor piensa dos veces: dejando de lado el hecho de que encontrar partidas para jugar es tarea imposible, el online tampoco es para echar cohetes. Se compone de dos insulsos modos, deathmatch individual y por equipos, con escenarios muy poco inspirados y gráficos inferiores a los de la campaña principal. Sí, inferiores.
Y llegamos así al quid de la cuestión: ¿tiene Rogue Warrior algo que merezca la pena? La respuesta es sí, aunque con matices. Algo que descubriréis a los pocos segundos de juego es lo locuaz (y malhablado) que es Marcinko, que no duda en soltar calificativos como "puto", "de mierda" o "soplapollas" cada tres palabras. La versión original del juego incluía la voz de Mickey Rourke, y para la versión española se ha escogido a Antonio Esquivias, al que seguramente reconoceréis por los doblajes de Frasier o el actor secundario Bob de Los Simpsons.
Lo bueno es que se mantiene la irreverencia de las frases de Marcinko, con joyas como "el presidente Reagan te manda recuerdos" (al matar a un soldado ruso), "como le decía a mi ex, primero bajo y luego entro" (justo después de bajar por una cornisa para atacar a varios enemigos), "vaya, el gran líder la tiene pequeña" (al ver una gran chimenea en una fábrica) o "tengo las pelotas grandes y llenas, si tenéis hambre os vais a quedar satisfechos". Incluso hay referencias más bien claras al nivel intelectual del héroe, cuando exclama "este sitio es raro de cojones" al entrar en una biblioteca. De todas formas, y frases míticas aparte, el exceso de lenguaje soez acaba resultando cargante, llegando hasta un punto ridículamente delirante en los créditos, donde suena un rap con cortes de voz de Rourke exclamando "fuck", "shit" y demás lindezas.
Rogue Warrior es un completo desastre, un lamentable ejemplo de todas y cada una de las decisiones erróneas que puede tomar el equipo de desarrollo de un FPS. Pero lo que realmente me parece insultante es que Bethesda pretenda cobrar por él el precio completo de un nuevo lanzamiento (unos 60€). No es que sea el típico juego por el que pagarías seis o siete euros para entretenerte una tarde; es el típico juego malo que regalaban con las revistas impresas, el típico CD que acabas usando como posavasos, el típico juego que recomendarías a ese tío que te cae tan mal. Rogue Warrior es uno de los tres peores juegos que he probado en la actual generación. Avisados estáis.