Rush'n Attack: Ex-Patriot
Revisando el clásico.
Tal vez cuando leáis el título del nuevo juego desarrollado por Vatra, Rush'n Attack, no sintáis nada especial. Pero si os digo que es un remake de un juego que aquí conocimos como Green Beret... la cosa cambia, ¿no? Si os quedáis igual es porque sois demasiado jóvenes y no os dejasteis las huellas dactilares con este clasicazo que Konami lanzó en 1985. Ex-Patriot ejerce concretamente como segunda parte de Green Beret, aunque no se parece demasiado, todo dicho sea de paso. La primera también la podéis encontrar en el bazar desde hace tiempo -salió en 2007-, aunque no goza del remodelado técnico que se ha llevado a cabo con ésta.
Ex-Patriot es un shooter de corte clásico aunque con alguna novedad que lo adapta a los tiempos modernos, como el uso de una barra de vida (no quiero ni pensar el cisma si hoy en día sacan un juego donde se muere de un disparo). Es básicamente un título de acción con scroll lateral, aunque también podemos recorrer el escenario trepando o descendiendo. El desarrollo es bastante lineal, algo obvio si tenemos en cuenta que estamos ante una revisión de un arcade ochentero, aunque con alguna salvedad que veremos a continuación.
Nuestro genérico héroe de acción tendrá que llevar a cabo la clásica serie de tareas que se encuentran en la agenda de todo buen soldado: salvar a sus compañeros, detener a un médico que experimenta con prisioneros (véase salvar a sus compañeros) y, cómo no, sé que lo estabais esperando, detener un lanzamiento de misiles balísticos. Para ello deberá ir de un lado a otro accionando palancas que abren puertas que llevan a otras palancas. Además, para el soldado moderno el tiempo es oro, por lo que completar semejantes hazañas no os llevará más de seis horas. No existen tampoco otros modos de juego ni multijugador, ya sea local u online.
Lo que sí ha cambiado sustancialmente es la forma de afrontar las misiones, el con ello el juego en sí, y esto es lo que personalmente menos me ha gustado. El juego en el que se basa eran un "yo contra el barrio", donde hordas de rusos -los malos preferidos en los ochenta después de lo punkis- salían de la fábrica de clones lanzándose en tropel contra ti y tu compañero. Es la fórmula que todos conocemos de juegos como Contra o Super Probotector (agachad la cabeza en forma de respetuoso silencio) y que tan bien funcionaba, pero en esta ocasión se ha optado por una mezcla de sigilo y "rush". Podemos escondernos en algunos puntos del escenario hasta que pasen los enemigos y degollarlos, o bien ir a lo bestia. Lo malo es que cuando optas por esta segunda opción -mi caso- te das cuenta de la poca cantidad de enemigos que hay desperdigados por el escenario. Es algo que está acorde con el desarrollo, ya que los enemigos no mueren de un golpe, pero esto quita dinamismo a la acción. Si en cambio decides evitarlos, puedes pasarte bastante tiempo sin estar obligado a luchar. Simplemente saltando de plataforma en plataforma los puedes esquivar a casi todos debido a su escaso número.
El control, sin ser malo, no es todo lo preciso que debería, al menos en ciertas ocasiones. Cuando te ves obligado a hacer dos saltos muy seguidos es donde notas que la respuesta del personaje no es instantánea. No supone un problema, pero sí cierta molestia cuando te hallas, por ejemplo, en el borde de una plataforma o esquivando disparos.
El catálogo de armas del que disponemos es reducido, pero esto no es algo tan negativo. El juego está construido para que usemos principalmente el cuchillo, con el que aprendemos combos a medida que vamos avanzando. Lo cierto es que dichos combos no suponen ni mucho menos un incentivo o una parte fundamental en el desarrollo, sino que son más bien un añadido: no hay enemigos que te hagan utilizar uno u otro para vencerlos, por lo que al final acabas siempre usando siempre el mismo. El resto de armas que cogemos tienen una limitadísima cantidad de munición, apenas tres o cuatro descargas, y en esto permanece fiel al original.
Otros elementos de nuestro inventario son la máscara de gas, que nos permite pasar por ciertas zonas, las gafas de visión nocturna, torretas fijas que disparan a todo el que se acerque y alguna cosilla más. La verdad es que, salvo las granadas y los indispensables botiquines, el resto del equipo no necesitas usarlo prácticamente nunca.
El uso del motor Unreal hace que Ex-Patriot luzca muy bien, con un aspecto gráfico muy similar al de Bionic Commando Rearmed o Shadow Complex, que por méritos propios se han convertido en referentes de los juegos descargables. Las animaciones "ingame" son bastante buenas -teniendo en cuenta que los únicos elementos móviles son los personajes- y los diferentes efectos de las armas cumplen su cometido de manera satisfactoria, sobre todo en el caso del lanzallamas, donde el fuego se ve realmente bien. No se puede decir lo mismo cuando se trata de secuencias. Éstas se generan con el mismo motor del juego, pero los personajes se mueven como si llevaran encima dos hipotecas. Además, el desarrollo de las mismas no es demasiado fluido y la mayoría de las veces estás deseando que acaben. Por suerte no son muchas y tampoco constituyen un elemento importante en un juego donde lo que hay que hacer es pegar tiros/cuchillazos.
Como podéis imaginar a estas alturas, Ex-Patriot se queda como un juego más del montón, que podía haberse convertido en algo mucho mejor si no se hubieran tomado ciertas decisiones. La peor, la de alejarlo del original en lo que a base jugable se refiere. Bionic Commando Rearmed demostró que se puede hacer un excelente remake dejando el desarrollo del juego como el original, con sus enemigos a espuertas y su multijugador local. Las mejoras técnicas de Rush'N Attack son notables, pero la mezcla de sigilo y acción no llega a convencer ni de una manera ni de otra.