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Análisis de Scarlet Nexus - Un juego que bebe de Nier:Automata para experimentar y tener una identidad propia

Sufrir daño cerebral nunca fue tan divertido.

Eurogamer.es - Recomendado sello
Scarlet Nexus un juego sólido y muy disfrutable, cuyos defectos son más detalles a pulir que errores graves.

Pocos videojuegos se atreven a arriesgar. A probar fórmulas nuevas, acercamientos diferentes, ideas que se sientan frescas. Los pocos que lo intentan, además, fracasan por la falta de medios, ambición o por no atreverse a ir hasta el final, quedándose a medio camino entre lo mediocre y lo novedoso. Pero los juegos que no solo se atreven, sino que tienen los recursos y las bases como para hacer algo donde esos riesgos puedan presentar recompensas son, precisamente, los juegos que recordamos. Y si algo es innegable es que Scarlet Nexus hace precisamente eso: afianzar su base en una estructura que en Bandai Namco conocen bien para arriesgarse con interesantes giros de tuerca.

De hecho, Scarlet Nexus nos pone en situación lo más rápido posible. Tras la cinemática de entrada, un opening anime que nos presenta a los personajes y la ambientación con una excelente canción de The Oral Cigarettes, tenemos que tomar la primera y más importante decisión del juego: elegir con cual de los dos personajes jugables viviremos esta aventura, Yuito Sumeragi o Kasane Randall. Con una particularidad: no cuentan dos historias diferentes, pero tampoco cuentan exactamente la misma historia; cada uno cuenta su propia perspectiva de la misma historia.

Eso es lo que cambia, en términos narrativos, nuestra selección de personaje. Con una evidente impronta estética e ideológica de Neon Genesis Evangelion - Yuito nos recuerda a Shinji Ikari, Kasane a Rei Ayanami, la historia y sus ideas no se alejan tampoco mucho de aquella -, lo que cambia en términos narrativos entre ambos son los personajes y los detalles a los que tenemos acceso. Cada uno tiene su equipo y sus circunstancias y, si bien están siempre en los mismos lugares, cruzándose constantemente y compartiendo información, hay muchas cosas que solo experimentan en primera persona uno de ellos, lo cual significa que lo que para uno es un giro de guión significativo para el otro puede ser aún un misterio, ya que sus historias siempre terminan convergiendo, pero no siempre lo hacen al mismo tiempo.

Por eso, si bien es cierto que la selección de personajes es importante en cómo experimentaremos la historia, al final elegir uno u otro dependerá de cuál nos llame más la atención, si el chaval de buen corazón, pero un poco tonto, o la chica fría como un témpano, pero que tiene un pasado trágico que explica su desconexión con respecto de sus propias emociones. Eso no quita que, como nos indica el juego, haya otra razón más para elegir uno u otro: las diferencias en cómo se juegan. Yuito combate con una katana, enfatizando el combate cuerpo a cuerpo, y Kasane pelea con cuchillos movidos por sus poderes psíquicos, destacando un estilo de combate menos directo. Esto, en cualquier caso, no crea diferencias jugables tan sustanciales como para elegir en relación a ello.

Por eso mismo, porque la decisión se basa más en la estética que en cualquier clase de decisión racional, el diseño de arte del juego cumple un papel importante desde el primer minuto. Literalmente elegimos a nuestro personaje por cual nos gusta más de los dos... y en ese sentido, el juego no decepciona.

Si bien es cierto que Scarlet Nexus no es un portento técnico, reciclando modelos y escenarios de forma constante, todo lo que no tiene de hacer uso de las nuevas tecnologías lo apuesta en cargar las tintas en un apartado de arte en estado de gracia. Las criaturas contra las que luchamos, los Otros, son entes que son mezclas de animales, personas, flores y objetos inanimados donde nunca nos dejamos de sorprender por su desconcertante inventiva, casi como si se trataran de creaciones de un artista surrealista de las vanguardias del siglo XX transportado directamente al Japón del anime del siglo XXI. Los personajes no comparten esto, siendo mucho más estándar al seguir los prefectos del diseño de personajes del anime moderno, lo cual no quita para que, dentro de su familiaridad, apuesten por jugar con pequeños detalles, y un notable trabajo en el diseño de la ropa, para hacer que tengan una personalidad propia y un estilo inmediatamente reconocible.

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Este cuidado en el diseño tiene un lado negativo, y es que hace que las debilidades en otros apartados artísticos se noten más. Es el caso, por ejemplo, de su departamento musical; si bien su banda sonora es mucho mejor que la media, con mucha personalidad y que encaja con el tono del juego - siempre colindando entre lo pop y lo electrónico, con aires futuristas y formas juguetonas -, tiene dos problemas que es imposible obviar: ni es especialmente memorable, careciendo de melodías que se queden con uno tras acabar el juego, ni siempre se ajusta a lo que está ocurriendo en la pantalla, siendo a veces demasiado alegre y animosa para las cotas de drama que llega a alcanzar el juego. Dos problemas menores, pero existentes, que son una mancha innegable dentro del contexto del juego.

Porque, como decíamos, a Scarlet Nexus se viene a sufrir. Transcurriendo la acción en un mundo post-apocalíptico donde los humanos han desarrollado poderes psíquicos y los usan para defenderse de criaturas de pesadilla, los Otros, nuestros dos protagonistas son hijos de dos importantes familias de Nueva Himuka, que entran a formar parte de la OSF, las Fuerzas de Supresión de los Otros, para defender al mundo de estas criaturas. Pero lo que empieza simplemente como otro ejemplo más de videojuego sobre una fuerza paramilitar que debe salvar el mundo, rápidamente escora hacia una historia sobre conflictos geopolíticos, colonialismo, derechos humanos y, también, qué significa ser humano y, aún más, no ser humano. Esto nos recuerda poderosamente no solo a Neon Genesis Evangelion, sino a otro juego reciente, con el que también comparte ADN y del cual bebe mucho más de lo que parece en primera instancia: NieR:Automata.

Por desgracia, si bien sus ideas siempre son fascinantes, su narrativa no siempre está a la altura. Al dividir la historia en la perspectiva de ambos personajes, algunas partes de la misma quedan desdibujadas, explicadas de forma burda y precipitada, porque han sido expuestas con más elegancia con el otro personaje. Por eso, si bien es cierto que maneja muy buenas ideas, la división de la historia en dos perspectivas complementarias no está del todo bien resuelta, lo cual hace que el conjunto se resienta.

Para acabar con una nota no solo positiva, sino celebratoria, hay que hablar del combate del juego, porque es el apartado en el que Scarlet Nexus brilla con más fuerza.

A este respecto, el juego es un beat 'em up que recuerda poderosamente a NieR:Automata en ritmo, velocidad y estilo de juego, pero con una profundidad y variedad mucho mejor llevada. Además de los ataques básicos y los pocos, pero vistosos, combos asociados, tenemos nuestros poderes psíquicos, que nos permiten arrojar casi cualquier objeto del escenario contra nuestros enemigos. Esto, combinado con que los enemigos tienen una barra de defensa además de una barra de vida, nos hace tener que decidir cómo queremos jugar: rompiendo la coraza de nuestros enemigos para ganar un objeto raro, pero gastando la barra que nos permite usar nuestros poderes, o acabando con su barra de vida, pero exponiéndonos más a posibles ataques al no poder pelear a distancia solo acercándonos cuando ya los hemos derribado.

A todo esto cabe sumar una agradecida capa de RPG. Con subidas de niveles que nos dan puntos de habilidad, tenemos un tablero donde podemos elegir qué partes de nuestras habilidades queremos mejorar. Ya sean combos más largos, mejoras en nuestras stats o bonificadores en el uso de nuestros poderes, podemos ir creando el estilo de juego que queramos, nunca estando circunscritos a un único modo de jugar.

El juego, además, no para aquí. Por un lado, tenemos un grupo de compañeros con poderes propios que podemos tomar prestados durante un tiempo. Sea la prescencia para ver enemigos invisibles, la duplicación para lanzar más objetos de una sola vez o la electrokinesis para electrocutar a nuestros enemigos y provocar efectos alterados - especialmente si los combinamos con la telekinesis y los objetos del entorno como barriles llenos de agua para mojarlos previamente -, cada poder nos ofrece siempre una manera nueva de interactuar con el juego. Algo a lo que cabe sumar el Brain Field, donde nuestro personaje entra en una suerte de estado berserk en el puede utilizar sus poderes sin límite, muy fortalecidos, pero a cambio de poder usarlos solo durante un tiempo limitado antes de morir por colapso cerebral.

Todo esto, además de algunas otras mecánicas menores, se une para formar un sistema de combate profundo, bello y elegante, pero también uno que, aunque suene extraño, no se hace difícil de entender. Introduciendo de forma progresiva todas las mecánicas, haciendo que sea fácil acostumbrarse a las mismas, es un sistema que, si bien es difícil llegar a dominar, no deja a nadie atrás en su forma de introducir, lenta, pero de forma metódica, todos los sistemas y subsistemas que lo conforman.

Es por ello que es imposible no ver en Scarlet Nexus un juego sólido, muy disfrutable. Uno cuyos defectos son más detalles a pulir, porque son experimentos que no terminaron de resultar exitosos, que errores a la hora de interpretar cómo podría mejorar el juego. Porque, a fin de cuentas, la ambición implica riesgo, y ese riesgo, incluso si no da los frutos que esperábamos, ya nos enseña algo nuevo sobre lo que es posible hacer y lo que no.

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