Scott Pilgrim contra el Mundo: El videojuego
¿La bo-bomba?
El universo de Scott Pilgrim empezó con unos cómics creados por Brian Lee O'Malley, de aire muy fanzinesco e independiente, y publicado por una editorial de Portland. Poco a poco se ha convertido en un fenómeno de masas. Además de los seis volúmenes editados está en camino una película y, evidentemente, este videojuego.
Todo este repertorio audiovisual gira alrededor de la historia de Scott Pilgrim, un chaval de 23 años que se enamora perdidamente de Ramona V. Flowers. Para estar con ella tiene que pasar una dura prueba: vencer a sus siete malvados ex novios. Y es ese camino, ese aprendizaje, el que hace que Scott madure y se decida a luchar, también, contra sus propios demonios.
En todo caso, la clave de su éxito es que Scott es uno de los nuestros. Creció viendo, jugando y vistiendo lo mismo que nosotros. Ha tocado en un par de bandas de música llamadas "Sonic and Knucles" y "The Sex Bob-ombs!", juega al Bomberman con sus colegas y desbloquea logros metafóricos cuando consigue algún objetivo. Cada página es una oda a ese friquismo tan sano que, seguro, todos practicamos de una u otra forma. Y habla de veganos, un tema tan perturbador como misterioso.
Ubisoft Montreal y Ubisoft Chengdu parece que son, también, de los nuestros, y le han puesto mimo y cariño. Sin eso, este título descargable hubiese sido un fracaso sonado. Constantemente encontramos referencias a los cómics –bastante indispensable leerlos, aunque no necesario, para disfrutar del juego- pero también un buen puñado de elementos de cosecha propia, que enriquecen el universo Pilgrim.
Podemos jugar solos o con tres amigos más, pero únicamente en local, porque no hay cooperativo online –un fail tamaño extra grande-. La dificultad varía terriblemente si estamos solos o con compañeros; lo primero será un reto bastante hardcore, y lo segundo una experiencia cómoda y asequible.
Los personajes a elegir (al principio) son Scott, Ramona, Stephen Stills y Kim, y cada uno se controla de forma ligeramente distinta a los demás y tiene ataques propios. Empezamos a nivel 1 y podemos llegar al 16, y con cada subida nos dan un movimiento nuevo. Al principio sólo hacemos patadas, puñetazos y bloqueos, pero poco a poco nos dejan hacer combos aéreos, contraataques, golpear a los malos en el suelo, movimientos de evasión... el juego en sí no es muy largo, pero el incentivo de tener que acabártelo con los cuatro personajes para poder ver en qué se diferencian hace que podamos disfrutarlo un poco más.
Ayuda también a alargar su vida el entramado de tiendas que encontramos en cada escenario. Hay de todo: bares, tiendas de discos, videoclubs –en el que Scott sigue teniendo esa deuda de 504,25$- y en cada una de ellas podemos comprar objetos que aumentarán nuestras estadísticas o nos darán salud. Para ello es fundamental recolectar el dinero que deja cada enemigo caído.
El adorable y fantástico grafismo retro es un indicio de que, a nivel jugable, también han tirado varios años para atrás. Scott Pilgrim Contra el Mundo: El Videojuego es un yo-contra-el-barrio de toda la vida, y un homenaje a títulos como Streets of Rage o Golden Axe. Y eso, según como lo miremos, quizás sea su principal problema. Su regocijo en lo pretérito ha provocado que su fórmula suene algo desgastada. Eso sí, tampoco penséis que se trata de algo simplón y mal hecho; en muchas ocasiones los enemigos nos lo ponen realmente difícil y debemos utilizar todo lo que está a nuestro alcance para matarlos, incluyendo objetos y elementos del escenario. Y en los jefes finales es importante comprender su rutina de ataque, memorizarla e ir a por sus puntos débiles.
Este es uno de los indispensables de las plataformas de descarga de juegos de Microsoft y Sony. Es directo, bonito, suena bien –Anamanaguchi for the win!- y tiene cientos de detalles de esos de lagrimita. No es un paso adelante, pero sí un genial paso atrás.
Scott Pilgrim contra el Mundo: El videojuego sale hoy día 11 de agosto en la PlayStation Network y para Xbox 360 en un par de semanas, el 25 de agosto.