SEGA Mega Drive Ultimate Collection
49 juegos de siempre.
La nostalgia, esa amiga mezquina que nos manipula sin compasión, llevándonos a gastar, en ocasiones, desproporcionadas cantidades de dinero en trastos inútiles, guardar en cajones absurdos recortes, pequeñas hojas de plantas o cualquier estupidez que nos evoque, de un modo u de otro, recuerdos pasados, que siempre siempre nos parecerán mejores.
Con SEGA este fenómeno se multiplica por ciento ochenta y cinco mil millones. Un dato objetivo e irreprochable es que la compañía ha sido un pilar fundamental de la historia del videojuego y otro, por más que nos duela a más de uno, que su ritmo y calidad ha descendido descaradamente desde que no tienen plataforma propia.
Este decimoquinto recopilatorio (si, como en mi caso, eres un “seguero” confeso y recalcitrante, el número de veces que tendrás en diferentes discos Sonic The Hedgheogh será obsceno) de los clásicos de Mega Drive no engaña a nadie, ni a su target (el cual, una vez más, caerá sin remedio) ni en prestaciones.
La selección de clásicos, cómo no, vuelve a cometer el error de incluir los de siempre (los Sonics en pack, las dos entregas de Ecco the Dolphin, el omnipresente Altered Beast…) aunque sí que aporta jugosas rarezas y títulos de culto no muy comunes (el espectacular Comix Zone, toda una declaración de intenciones de la época por parte de SEGA y un honroso cara a cara con la super producción de Nintendo, Yoshi´s Island), sagas completas de los mejores beat em up de la época (Street of Rage, hijo pródigo de una cultura pop que poco a poco se precipitó al más absoluto delirio), Golden Axe (recientemente profanada), o los menos populares Vectorman (1 y 2).
Lo realmente dulce de un recopilatorio como este es descubrir, en compañía, hasta qué punto han influido en cada jugador algunos títulos. Un juego que en mi trayectoria como jugador ha sido completamente irrelevante (Shinobi Arcade) ha marcado la juventud de un amigo y sus colegas en los salones recreativos de su barrio. Dynamite Headdy es para algunos el juego que siempre quisieron tener y en mi caso particular, mi primer gran amor con la mejor desarrolladora del mundo, Treasure. Y, bueno, Flicky, pero eso es un caso aparte. En conjunto, más allá de los vicios y pasiones personales, la selección es francamente curiosa y acertada, porque nadie que haya vivido la generación SEGA dejará de encontrar dos o tres juegos claves.
Por supuesto hay muchas cosas que reprochar en SMUC, aunque no vamos a ser tan torpes de recaer en la evidencia (por supuesto que en un Blu-Ray entra todo el catálogo de Mega Drive, pero no van por ahí los tiros, si no por motivos más comerc…). Primero, se ha aplicado un filtro pastel clásico de las conversiones baratas a base de emulador, para evitar perder dos dioptrías al visualizar juegos de 16 bit en una LCD (para este juego, mejor conectar de nuevo la PS3 o 360 a la vieja TV de tubo…). Por otra parte, el no publicarlo en Wii, la única consola que dispone un mando apto para el gamberrismo “seguero” (pad clásico), aunque este inusual y extravagante fenómeno se contesta cinco líneas más arriba.
La lista de logros está bien justificada aunque resulta realmente sencilla de completar, al igual que los huevos de pascua, juegos secretos y documentales a desbloquear. Me hubiese parecido más loable obligar al jugador a sufrir y perder (de nuevo) tardes de su vida a base de sangre. El seguero, de por sí, es un animal de costumbres, con bastante tiempo libre.
Ni más ni menos. Podríamos decir que los 48 juegos que justifican el lanzamiento de Flicky en un Blu-Ray merece bien la pena, aunque obviar por completo el culebrón metafísico de la tetralogía Phantasy Star, el irrepetible Fantasy Zone, Alex Kidd, Story of Thor o Bonanza Bros., sería pasarme de frívolo. Si tienes una piedra por corazón y SEGA te produce indeferencia, háztelo mirar. Si te parece un precio excesivo (que no lo es) significa que has superado la barrera emocional de la nostalgia. Maldita sea, díganme el truco, que si SEGA publica por 100¤ una edición deluxe de Putt & Putter no respondo.