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Análisis de El Señor de los Anillos: La Guerra del Norte

Guerra a tres.

La Guerra del Norte narra una trama paralela basada en los libros y apéndices del universo Tolkieniano. Las tropas de Sauron invaden el Norte y un reducido número de guerreros debe detenerlo. Los tres protagonistas son el enano Farin, la hechicera Andriel y el montaraz Eradan. Tras encontrarse con Aragorn, hijo de Arathorn/heredero de Isildur -siempre me había hecho ilusión decir esto-, éste les pide que viajen al Norte para detener a Argandaür, siervo del Señor Oscuro, y así ayudar desde la distancia a que Frodo alcance el Monte del Destino para destruir el anillo único.

A pesar de las esporádicas apariciones fanservice de varios de los personajes más carismáticos de la saga, como el mencionado Aragorn, hijo de Arathorn/heredero de Isildur, Gandalf el Gris o Elrond de Rivendel, argumentalmente nos encontramos ante una aventura de lo más anodina y plana. No ocurre nada reseñable para mantener la atención del jugador en las doce o catorce horas que dura. Todo se centra en seguir la pista de Argandaür sin ningún otro aliciente ni giro. Además, los personajes principales carecen de carisma alguno. Es una pena, teniendo en cuenta que el universo del anillo único puede dar muchísimo más juego. Sin duda.

Así pues, todo se centra en el apartado jugable. Autoproclamado como un Action-RPG, da la sensación de que resultaría más afín con las características del juego incluirlo en el género de los hack'and'slash. La acción predomina de una manera repetitiva a la par que exasperante. Toda la aventura se centra simplemente en avanzar por escenarios cerrados y pasilleros acabando con orcos, arañas, Uruk-Hai (entre ellos divisé a Royston Drenthe) o trolls a diestro y siniestro. Y es que en "La Guerra del Norte" la variedad brilla por su ausencia. Es un continuo machaca-botones en el que apenas un par de fases, disparando desde torretas para defender nuestra posición al más puro estilo tower defense, ofrecen un mínimo de diversidad.

Evidentemente el juego contiene ligerísimos toques de RPG, aunque francamente no aportan demasiado. Combatiendo se obtiene experiencia que se gasta en mejorar los atributos del personaje -salud, fuerza, destreza- y en habilidades específicas para el combate. Para disipar aun más la escasa chispita relacionada con el universo RPG, el grado de personalización se permite sólo en el jugador controlado. Los compañeros controlados por la IA -además de ser bastante estúpidos y ayudar bien poco durante la mayor parte del juego- suben su nivel y cambian su equipo de manera automática.

Por otro lado, encontramos diálogos que poseen varias respuestas, al más puro estilo Mass Effect, aunque da la sensación de estar metidas con calzador, ya que todas llevan al mismo camino de una manera u otra. Hay varias misiones secundarias que complementan a la trama principal, pero todas se aderezan con el desarrollo excesivamente plano del que hace gala el título, pero que sirven para aumentar la vida del mismo.

Tampoco ayuda la escasez de posibilidades que ofrecen los tres combatientes disponibles. A pesar de pertenecer a tres razas diferentes, las mecánicas jugables son tan similares que no se aprecian diferencias considerables a la hora de tomar el control de uno u otro personaje. Quizás con la hechicera Andriel hay que tener una mayor atención, ya que posee una magia con la que los aliados curan su energía al entrar en una esfera blanca. No hay que dejar sin mencionar a Beleram, un águila que da apoyo aéreo durante la batalla a modo de ataque especial cuando se le requiere.

Quizás muchos de los defectos que os hemos comentado se deban a que el título está claramente enfocado a ser disfrutado en su modo cooperativo. Hasta tres personas online y dos a pantalla dividida desde casa. Es de agradecer que desde Snowblind Studios se haya acordado de que aun hay usuarios sin una consola conectada a internet que quieren jugar con un amigo al mismo juego desde la misma consola.

Visualmente, a pesar de no ser un alarde de la tecnología, cumple realmente con creces y muestra detalles bastante agradables. El título posee un alto grado de violencia y se muestran sin recelo decapitaciones y amputaciones en slow motion. Un detalle que nos ha parecido genial es que a los enemigos se les quedan insertadas en el cuerpo las flechas que les lanzamos exactamente en el lugar en el que impactan. Además en determinadas situaciones se juntan en pantalla varias decenas de personajes sin que el framerate se resienta.

La banda sonora está compuesta por Inon Zur y, a pesar de que no destaque especialmente, tampoco desentona en ningún momento. Por otro lado está el doblaje al castellano, que pese a no ser malo del todo, es un poco chapuza. Decimos esto porque para varios de los personajes principales se han usado voces bastante reconocidas. El ejemplo más claro es el enano Farin, a quien le da voz Juan Perucho, más conocido por todos por ser la voz de Peter Griffin, de Padre de Familia. Esto no pasaría de ser anecdótico si no fuera porque el mismo actor de doblaje también da vida a Gwaihir, el Rey de las Águilas o lo que es peor aun, también cede su voz a Argandaür, principal antagonista de la aventura. Esto desemboca en escenas verdaderamente surrealistas cuando se juntan dos de estos personajes a la vez ya que no trata en ningún momento de cambiar el tono para que no se le reconozca.

Los fans de El Señor de los Anillos tienen en "La Guerra del Norte" una aventura que basa su atractivo en poder revivir determinadas situaciones del libro que no han aparecido en películas. A pesar de ello da la sensación de que puede dar mucho más de sí, tanto jugable, por su desarrollo repetitivo y lineal, como argumentalmente.

6 / 10

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