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Análisis de Serious Sam 3: BFE

Instinto básico.

He de confesar que el estilo anquilosado de los dos primeros Serious Sam no me inspiraba confianza en la posibilidad de ver publicada una tercera parte, y menos justificar la inversión - aunque tuviera nuevas ideas y un motor algo más acorde con los tiempos actuales. Pero si Croteam se ha arriesgado a lanzar sendos remakes de las dos primeras partes, ¿por qué no publicar una tercera? Tercera parte que, en realidad, es una precuela con el mismo sistema de hace diez años, y cuya sencillez ha gozado de cierto éxito comercial en la plataforma Steam.

Hablamos de sencillez porque Serious Sam es algo así como un Duke Nukem moderno, un personaje irreverente cuyo único objetivo en la vida es acabar con los alienígenas que han invadido la Tierra. ¡Qué más da cuál es su motivo! Su principal virtud es que es una máquina de matar capaz de transportar consigo toda clase de armas y ofrecer solamente una interacción con el escenario: ser destruido.

Y nos referimos a él como anclado en el tiempo porque su sistema de juego es calcado ya no a Duke Nukem, sino al glorioso y sempiterno Doom, o mejor aún, a todos aquellos clones contemporáneos a la obra de id Software que compartían motor y que, bajo el sello de Raven Software, proponían ambientanciones alternativas, enemigos con ciertos patrones de ataque y tácticas evasivas, y diversidad de armas que desembocaban en lo mismo: matar al enemigo, y punto.

Echa un vistazo a las armas de Serious Sam 3.

Si este Serious Sam hubiese salido entonces diría que se trata de un alumno aventajado por pequeños detalles como la lucha cuerpo a cuerpo. Coger a un alien con las manos y arrancarle el corazón con sólo un botón es una muestra de su negro sentido del humor, pero también un ejercicio de ahorro de munición, porque creedme, la vais a necesitar. En BFE no hay momento para la pausa, no hay rompecabezas que descifrar, no hay caminos a descubrir, simplemente avanzar en línea recta por parajes semi-desérticos y disparar, y a medida que avanza el juego disparar sin piedad y sin parar a todo lo que se mueve.

Podríamos hablar de su calidad técnica, bastante irregular. Se juega muy bien en cualquier PC normal, pero al subir el detalle se evidencia que no pocos escenarios son parcos en detalle, y que hablamos casi siempre de una mejora en la resolución y poco más. Tampoco ofrece demasiadas opciones, y decepciona que se trate de un juego de mucha acción sin variantes de sonido a la altura, ¿pedir sonido envolvente en el 2011 es pedir demasiado?

Una vez dejado claro que Serious Sam es fiel y cautivo de los orígenes de los FPS - y obviando esa horrible opción tan ortopédica de jugar en tercera persona - hay que hablar de sus virtudes, que las tiene. Pagaría por volver a ver la cara de un jugador que se enfrenta por primera vez a esos locos kamikazes con una bomba en la cabeza y que corren hacia él. ¿Qué hacer? ¿Huir para ahorrar munición y esperar que la bomba les explote en las manos? ¿Reventarlos con una barra y exponerse a la explosión? ¿O malgastar dos balas con ellos para detener su avance y de paso hacer que esa bomba mate a unos cuantos de los suyos?

Pues esos pequeños momentos de duda son los que se repiten en centenares de ocasiones durante el juego, y lo complicado del asunto es la brevedad del instante, obligando casi a actuar de inmediato o morir irremediablemente, porque no hay tregua. Eso junto con lo inesperado de la situación y lo surrealista de algunos enemigos, si los pones todos en fila notarías que algo falla en esa selección. Pero da igual, es Serious Sam, eso no es importante, lo realmente necesario es que tenga un par de patas para poder ser disparado... y abatido.

¿Es esto una opción real de juego? Seguramente muchos piensen que prefieren algo de historia, algo de puzzles o algo de carisma en sus personajes, entonces Serious Sam ni tocarlo. Pero también habrá quienes suelten una lágrima al desempolvar esa especie de látigo futurista y rodear y destrozar cuerpos con él. O recoger botiquines de vida repartidos por el escenario, ahora que todo se regenera solo. O darle a la rueda del ratón y observar con alegría que están todas las armas ahí, sin tener que dejar algunas para compensar su peso. Entonces sí es una de esas opciones en las que no hay que pensar sino actuar. Y deprisa porque es un no parar.

7 / 10

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